Adolfo Gilly
Contra toda esperanza
Los dos comunicados de la Secretaría de Gobernación en respuesta al EZLN son de vergüenza ajena. No parecen escritos por gobernantes o por dirigentes políticos. Su estilo y su forma son los de la grilla estudiantil o de los viejos grupos de la pequeña izquierda. Es un estilo muy definido. En lo esencial, consiste en que nunca entra a discutir el razonamiento ajeno, sino que se dedica a refutar, casuísticamente, cada uno de los puntos y nunca el todo.
Ese método de discusión, antes y ahora, no es inocente. Era y es el modo de eludir a la razón mientras se prepara el uso de la fuerza.
Sería absolutamente ridículo, si no hubiera decenas de miles de soldados en el cerco militar al EZLN, el descubrimiento de un depósito de cuatro pistolas y siete armas largas que la Secretaría de Gobernación atribuye al EZLN, cuando todavía no han incautado las decenas de armas de alto poder con que los paramilitares estuvieron matando durante largas horas a los indígenas de Acteal mientras en el gobierno de Chiapas esperaban que dejaran de oírse los disparos.
Sería aún más ridículo, si no fuera macabro, que Gobernación discuta si en Acteal eran todos católicos o había algunos protestantes, cuando lo que no acaba de aceptar como punto de partida es que, según múltiples y reiterados informes convergentes, había -y sigue habiendo- paramilitares armados y entrenados para matar con instrucciones y recursos del Estado.
Esa forma de discutir insulta a la razón, hace escarnio de los muertos y pretende burlarse de los vivos. Es, por eso mismo, extremadamente peligrosa.
En los puntos quinto y sexto de su comunicado del 29 de diciembre, el EZLN dice:
``Quinto. La amenaza de una acción militar en contra nuestra, con el pretexto del desarme, no es nueva ni es sólo declarativa. El Ejército federal ha reforzado notoriamente sus guarniciones en la zona de las Cañadas, particularmente en aquellas que rodean la comunidad de La Realidad. Entre el palabrerío gubernamental, el Ejército prepara el siguiente golpe.
``Sexto. La Secretaría de Gobernación sabe que, si sobrevive impune a Acteal, el gobierno federal podrá dar el siguiente paso de guerra sin que le preocupen mayormente las presiones nacionales e internacionales. Y el siguiente paso lo saben ya (y se preparan para ello) los soldados federales que están en la selva Lacandona: atacar a los zapatistas''.
Esta afirmación precisa, mucho más importante que todas aquellas con las cuales polemiza Gobernación, no ha sido desmentida. Ni la Presidencia de la República ni la Secretaría de Gobernación han respondido en forma terminante: ``no, no vamos a atacar''. No han dicho, frente a aquella afirmación del EZLN, que ni el Ejército ni el gobierno federal tienen la menor intención de una acción armada y que no buscarán pretexto alguno -por ejemplo, que el diálogo esté interrumpido- para violar la Ley de Concordia y Pacificación.
Para tranquilidad de todos, para la paz de México, esa respuesta terminante es necesaria. Aunque al gobierno le parezca redundante, es necesaria.
Personalmente, no sé si vendrá. Veo demasiado encono, demasiada cerrazón, demasiado resentimiento personal donde debería haber equilibrio y conciencia del peligro para el país entero. Veo en esos comunicados que la crisis del Estado toca puntos neurálgicos del sistema, la Secretaría de Gobernación entre ellos. Veo que esa crisis estatal está al borde de convertirse en una crisis de la institución central de ese sistema; una crisis de la Presidencia de la República. Y temo, sin demasiada esperanza, que la obsesión del gobierno federal de demostrar urbi et orbi su poder haciendo lo que no se debe y no se puede hacer, nos lance a todos, de un solo golpe, a la sinrazón y a la aventura sin retorno.