Carlos Martínez García
Acteal y las diferencias religiosas

Chiapas: la ganancia o la vidaTiene razón el subcomandante Marcos al considerar que la matanza de Acteal no se debe a motivos religiosos. Sin embargo, lo religioso está presente como uno de los factores que debemos tener en cuenta para desenmarañar los motivos que llevaron a los asesinos a cometer la sangrienta ejecución de sus coterráneos indígenas.

No cabe duda de que el asalto armado contra inermes mujeres, niños y hombres del poblado tiene que entenderse en un contexto en el que han proliferado los grupos armados, que se debe a la política gubernamental de permitir y hasta fomentar la emergencia de bandas que tienen como modus operandi el uso de la violencia contra la población civil. En ese ambiente desarrollan su vida cotidiana los indígenas. Para resistir, los habitantes de Los Altos y el Norte de Chiapas se organizan en distintos grupos; la mayoría de ellos son partidarios de la vía pacífica. Un sector considerable, en términos religiosos, se identifica con la pastoral de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Los ultimados salvajemente, pertenecientes a la agrupación Las Abejas, el 22 de diciembre eran seguidore(a)s de la línea eclesiológica encabezada por el obispo Samuel Ruiz García. Quienes los ametrallaron y acuchillaron son contrarios a esa línea, son de los llamados católicos tradicionalistas.

Es importante tener lo anterior en cuenta para, sin concluir que la razón fundamental del genocidio es religiosa, tampoco negar la presencia de este elemento en el trágico suceso. En su comunicado, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN afirma: ``Todos los refugiados indígenas tzotziles, civiles, profesaban la religión católica. Había zapatistas y no zapatistas de la organización independiente Las Abejas de Chenalhó... La mayoría de los atacantes son indígenas tzotziles, pertenece a diversas comunidades del municipio de Chenalhó, profesa la religión católica y es priísta'' (La Jornada, 28 de diciembre). Las convicciones religiosas de unos y otros tienen expresiones políticas de signo distinto y contrario. Decir esto no exime de responsabilidad alguna a los atacantes, pero sí es un elemento para ser valorado, sobre todo por el cariz que algunos quieren darle a los crímenes. Algunos indicios apuntan a que entre los ejecutados había evangélicos, de ahí que en el servicio fúnebre haya tomado la palabra un pastor presbiteriano.

Tanto el procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, como otros intérpretes de lo que pasó en Acteal, pretenden explicar lo acontecido como producto de la diversidad religiosa existente entre los indígenas. De un lado, en esta versión, estarían los protestantes y del otro los católicos. Para que la hermenéutica fuera cierta, haría falta que cada bloque fuera homogéneo. Pero esto no es así, los católicos se dividen (por lo menos) en dos grandes grupos: en tradicionalistas y liberacionistas. Por su parte los evangélicos, como ya lo ha dicho en estas páginas Luis Hernández Navarro (30 de diciembre), tienen variadas militancias políticas. En consecuencia, buscar en la pluralidad religiosa, y los enfrentamientos violentos que la misma provocaría, el origen de la salvajada que segó la vida a 45 indígenas, es hacerle un favor a los intereses políticos que en verdad gestaron tanto el acto de barbarie como el clima que lo propició.

Desenmascarar esos intereses tiene que ser tarea de todos los que deseamos que no queden impunes autores intelectuales y materiales de los homicidios. La impunidad se fortalecerá si son otros los que pagan las acciones de los que en realidad concibieron el ataque a mansalva. En este sentido, es preocupante que en una lista hecha circular por el Consejo Municipal Autónomo de Chenalhó, que preside Domingo Pérez Paciencia, se incluya a un buen número de líderes y feligreses evangélicos como integrantes de grupos paramilitares (El Nacional, 28 de diciembre). Aunque existen protestantes que, cansados de ser atacados y expulsados de sus comunidades por católicos tradicionalistas, han decidido hacerles frente de manera armada, la corriente mayoritaria entre los evangélicos es partidaria de los medios pacíficos. Por casi tres décadas los desterrados de municipios donde por casi tres décadas han existido persecuciones por motivos de disidencia religiosa, han preferido salir de sus poblados antes que empuñar las armas para defenderse de sus atacantes. Muchos simpatizan con el EZLN, pero por razones de conciencia no comparten la vía armada que eligieron los zapatistas. Esta postura muchos la interpretan como apoyo automático a quienes guerrean contra las bases de apoyo del zapatismo. Cargo similar recayó en Manuel Pérez Arias, pastor en Pechiquil y traductor de la Biblia, quien fue detenido por civiles de Polhó y liberado por intermediación de un integrante de la Cocopa (28 de diciembre). En la lista que antes mencionamos se encuentran varios nombres que están ahí injustamente; son evangélicos y señalarlos como cómplices de los asesinos es un hecho muy cuestionable.