Masiosare, domingo 4 de enero de 1998
El martes de la semana pasada, bajo la presión de diversos medios de prensa que demandaban abiertamente su renuncia, el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor, concedió esta entrevista al semanario capitalino Milenio. Por primera vez desde la matanza ejecutada por paramilitares priístas en Acteal, Chuayffet habló del sangriento episodio, poniendo como condición que el diálogo no se publicara hasta hoy domingo. Ayer al mediodía se supo por qué. Chuayffet renunció por ``motivos personales'', aunque consideraaba que quienes pedían su salida actuaban con ``oportunismo puro''.
-Varias voces han manifestado que en Chiapas falló la operación política, entre ellas, Felipe Calderón, Jesús Ortega e inclusive el priísta Sami David David. ¿Cuál es la responsabilidad de la Secretaría de Gobernación en los hechos de Acteal?
-Cuando hay violencia es que, o se niega valor a la política, o ésta no pudo desplegarse con eficacia. Pero la política no es una actividad reservada a la Secretaría de Gobernación, ni siquiera a la autoridad o al gobierno. Muchos otros protagonistas, muchos otros involucrados en la vida del pueblo chiapaneco deben hacer política, tender puentes, facilitar condiciones de paz y reconciliación. Cuando la gente se niega a la política y opta por la ruptura, se da la expresión de la violencia.
-En relación con la carta que el pasado mes de octubre le envió a usted el obispo coadjutor Raúl Vera López, advirtiendo lo peligroso de la situación en Chenalhó, ¿habló usted con el gobernador Ruiz Ferro acerca de esto?
-Por supuesto, pero la carta hay que leerla completa. El señor obispo comienza tratándome asuntos que interesan a su persona desde el punto de vista eclesiástico; me trata el asunto de sacerdotes que no pudieron regresar al país por su calidad de extranjeros, y cuya calidad y característica migratorias no habían sido renovadas.
Después, describe una serie de hechos que se refieren al norte de Chiapas, que tenemos perfectamente conocidos. Tila, Sabanilla, los lugares que conforman la parte norte de la diócesis de San Cristóbal. Todo lo que me describe no es Chiapas, o mejor dicho es Chiapas, pero es específicamente la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
Y finalmente, me hace ver que hay un ambiente de violencia que conoce perfectamente la Secretaría, e incluso señala lo mismo que acaba de decir ahora en Sevilla: que hay diputados locales de militancia priísta que utilizan recursos para formar --no recuerdo las palabras exactas, pero es más o menos la idea--, armar, entrenar, grupos civiles.
Es evidente que, a su regreso, el señor obispo coadjutor podráÊaportar los nombres de estas personas, porque una denuncia así de genérica pues en nada aporta para tomar en ese caso específico acciones concretas, ¿verdad? La carta habla de un ambiente general de violencia.
-Y cuando usted habló con el gobernador Ruiz Ferro, ¿a qué acuerdos llegaron?
-Tanto el gobernador como la Secretaría de Gobernación estuvimos insistiendo, una y otra vez, en realizar actos de conciliación y de negociación en muchos puntos de la geografía chiapaneca. No quiero minimizar ningún conflicto, porque por ahí se dice que cuando se les llama conflictos intercomunitarios se estáÊminimizando. No lo estamos minimizando. Chenalhó es una vergüenza y una tragedia nacional. Chenalhó es no sólo una herida para Chiapas, es una herida para México entero.
Estos conflictos tienen una expresión y causas concretas. A veces, es la disputa por la tierra, la disputa por el poder político, por el poder económico. Y, a veces, hay disputas por divergencias de todo tipo: ideológicas, de credo y de militancia, de tal manera que no es posible rasar todos los conflictos que existen en el norte de Chiapas, en Los Altos y en la Selva, explicándolos a través de una sola causa. Tienen orígenes distintos, incluso se presentan en fechas distintas. Cuando hemos hablado con el gobernador de Chiapas --y han sido múltiples las reuniones con legisladores de Chiapas, con miembros de la Cocopa, de la Conai-- convinimos en medidas de distensión.
Pero este tipo de actos, como la masacre de Chenalhó, se perpetran con dos ventajas por parte de quienes los llevan a cabo: la sorpresa y la clandestinidad. Si bastara con sólo conocer un ambiente previo de violencia para evitar hechos de sangre, pues difícilmente habría hechos de esta naturaleza, no en México sino en el mundo.
-Entonces, los acuerdos a los que llegaron...
-Era una fórmula genérica. Era acercar a las partes y resolver el conflicto de que se tratara, fuera ideológico, de carácter religioso, de tierras. No sólo en Chenalhó: estoy hablando de todos los conflictos. Evidentemente, evitar que la gente se hiciera justicia por sí misma; no sólo no agudizar, sino suavizar y desaparecer las causas del conflicto.
En Chenalhó hay una autoridad integrada constitucionalmente, buena o mala, pero constituida constitucionalmente, y se formó un consejo en rebeldía, una autoridad al margen de la ley. Este ayuntamiento en rebeldía comenzó a disputar un banco de arena en una de las comunidades de Chenalhó, y eso motivó que se fuera agravando el conflicto iniciado por la disputa de autoridad.
Sin embargo, la estrategia de negociación funcionó hasta unos días antes y hubo cuatro o cinco reuniones de avenimiento entre la presidencia municipal de Chenalhó y el grupo conocido como Las Abejas. Las pláticas se rompieron, y dos o tres días después --la última reunión fue el 19 de diciembre-- se produjeron los hechos sangrientos.
-Si el número de puestos militares en Los Altos de Chiapas se ha multiplicado en este año, ¿por qué no se detectó el tráfico y aprovisionamiento de armas?
-En primer lugar, no es cierto que se haya incrementado el número de efectivos militares durante el año. Disminuyó. Sólo recientemente se enviaron efectivos a raíz de los acontecimientos de Chenalhó. En segundo lugar, cuando se formulan estas preguntas, siempre me interrogo a mí mismo sobre cuál es el referente para poderlas hacer. ¿En qué lugar del mundo le parece que habiendo vigilancia se evitan totalmente hechos de violencia?
Por ejemplo: las Olimpiadas en Atlanta. ¿Le parece que Estados Unidos tiene un sistema logístico de seguridad adecuado? ¿Había o no avisos de que se iban a realizar actos de agresión en contra de las fiestas del deporte y de la paz? Sí. Y vamos a aplicar su pregunta: ¿y por qué se les pasó? Porque no existe en modo alguno, nunca, en ningún país, gente suficiente para cuidar vis-a-vis a cada ciudadano que decida cometer un acto delictivo, por ese simple hecho; y porque quien comete el acto delictivo, lo hace al amparo de la sorpresa y de la clandestinidad.
Oklahoma: ¿no están suficientemente cuidadas las ciudades norteamericanas? O las acciones del ERI en Belfast, o los problemas de los vascos en España. ¿Son fallas militares, de seguridad?
¿Cree que se tiene conocimiento de estos hechos? ¿Que se nos avisa y se nos dice ``vamos a perpetrar una masacre en Chenalhó''? Por supuesto que no.
Debemos dejar de perder el tiempo, y no lo digo por usted, sino porque ha estado muy extendido esto de la pasividad del gobierno en relación a por qué no se actuó. Se actuó en la medida de las circunstancias y del conocimiento que se tenía.
Ahora bien: ¿se tiene conocimiento previo de hechos concretos? No. Si se tuviera conocimiento previo y se permitiera, entonces no es pasividad: es complicidad. Y el gobierno ni ha sido cómplice ni ha encubierto en modo alguno a quienes han realizado actos delictivos en México. Y de pasividad no se nos puede acusar --y no es simplemente retórica como algunas personas han querido opinar--, porque se conocía y se conoce el ambiente que hay en Chiapas, pero lamentablemente ningún sistema de seguridad del mundo puede llegar hasta el grado de prevenir los actos concretos que mentes criminales pretenden realizar.
La Secretaría de Gobernación tiene como obligación procesar --y esto es lo que se llama inteligencia y seguridad nacional-- datos que hagan o que permitan --es la definición clásica de inteligencia-- la viabilidad del Estado como tal, es decir, que permitan que la seguridad, la tranquilidad y el orden se mantengan. Pero esto no significa que al tener conocimiento de grupos, de personas, y antecedentes de climas de violencia, se puedan evitar los hechos como los de Chenalhó.
-¿Cuáles son los escenarios posibles de solución en Chiapas?
-En Chiapas ha habido violencia, pobreza, una pobreza secular. Y ha habido conflictos muy graves en los años recientes. Se ha ido descomponiendo una buena parte de la geografía chiapaneca. El gobierno está obligado a ejercer cordura, prudencia, respeto, y a desplegar todas sus facultades para lograr el avenimiento, es decir, el acuerdo entre las partes en conflicto. Si no lo logramos, entonces sí estamos fallando, no como la mentada pasividad, de por qué no teníamos una bola de cristal que nos dijo qué iba a pasar en Chenalhó.
Tenemos que crear todas las avenidas de solución imaginables. Estamos obligados como gobierno --pasando por alto lenguajes agresivos y actitudes que no corresponden a la pretensión general de paz-- a lograr la paz, y a acudir a todos los protagonistas para que en ese estado se restaure la concordia y se encamine en vías de estabilidad a resolver sus hondos problemas sociales.
Chiapas tiene gravísimos rezagos. Hay intereses encontrados, algunos que no quieren la paz, que quisieran perpetuar el estado de, pues diría, explotación, ¿no? Suena fuerte, pero quizá apenas describe lo que ocurre en muchas partes de Chiapas. Pero hay una inmensa voluntad, mayoritaria, nacional, de que en Chiapas se superen esos rezagos, de que se liquiden estructuras coloniales y de que la gente se emancipe de la pobreza.
Y eso sólo se obtiene en la paz. De la violencia no va a nacer el desarrollo, la justicia; de la violencia no vendrá, en modo alguno, la equidad.
-El gobierno está pidiendo la reanudación del diálogo.
-Lo digo categóricamente, no habrá solución eficaz si no hay participación del EZLN. Sería una solución impuesta, unilateral, no concertada, y en consecuencia no resolvería el conflicto.
Tenemos que insistir en el diálogo. Hoy hablamos con la Cocopa, con sus integrantes, y establecimos una ruta de trabajo. Tengo la convicción optimista de que se tiene que imponer la razón del diálogo frente a cualquier otro tipo de argumentación que sólo está dilatando la paz.
-¿Por qué ha calificado de oportunistas a las voces que piden su renuncia?
-Hay quienes suponen de buena fe que la Secretaría de Gobernación debe conocer a pie juntillas el lugar, la hora, los nombres de las personas que van a cometer un ilícito. Esto es absolutamente irreal. Y cuando solicitan esta renuncia, lo hacen dolidos por lo que ocurrió.
Hay otros que, de mala fe, aprovechan estos acontecimientos para pedir mi renuncia, para criticar al gobierno, para culparlo de todo lo que pasó en Chenalhó, que es la manera más simple y además menos costosa para ellos de referirse al conflicto.
No se vale que se aproveche la muerte de 45 personas para llevar a cabo la concreción de intereses específicos particulares. Eso, en mi opinión, es oportunismo puro y es condenable.
Oklahoma: ¿no están suficientemente cuidadas las ciudades norteamericanas? O las acciones del ERI en Belfast, o los problemas de los vascos en España. ¿Son fallas militares, dseguridad? ¿Cree que se tiene conocimiento de estos hechos? ¿Que se nos avisa y se nos dice ``vamos a perpetrar una masacre en Chenalhó''? Por supuesto que no. Debemos dejar de perder el tiempo, y no lo digo por usted, sino porque ha estado muy extendido esto de la pasividad del gobierno en relación a por qué no se actuó. Se actuó en la medida de las circunstancias y del conocimiento que se tenía