La Jornada Semanal, 4 de enero de 1998
El maestro de la guitarra con slide, Ry Cooder, ha vuelto a cautivar al mundo del rock con su disco Buena Vista Social Club. Hace unas semanas estuvo en México el excepcional autor de la pista sonora de la película París, Texas. El escritor y crítico de rock y jazz Xavier Quirarte fue una de las pocas personas que pudo conversar con él largo y tendido.
Vigorosas, las manos de ``La Negra'' Graciana atacan las cuerdas del arpa mientras su canto jubiloso entona: ``Una vieja que yo conocía/ debajo `e la cama un gallo tenía,/ cada vez que la vieja gritaba/ el gallo cantaba y así le decía:/ De tin marín, de do pingüé, cúcara mácara títere fue./ Que me gustan, que me gustan, que me gustan los ojos de usted.'' En el jardín de la casa, los invitados celebran la vitalidad de los sones jarochos, especialmente el hombre alto de mirada astuta que saborea un tequila. Las palabras no le dicen mucho -apenas habla español-, pero su cerebro registra cada una de las inflexiones de la voz y las armonías que se escapan de las cuerdas.
``Nunca he podido tocar el arpa; alguna vez lo intenté pero nunca pude'', dice mientras recorre las cuerdas de un instrumento imaginario. Su mirada se pierde, podría uno pensar que en los recuerdos de alguien cuya vida ha girado en torno a seis cuerdas. Pero no, Ry Cooder no es alguien que viva del pasado, aunque tampoco le preocupa el futuro. Es un hombre que vive el momento.
Siempre impredecible, el guitarrista vino a México para presentar su affaire más reciente: Buena Vista Social Club (World Circuit/Corason, 1997), un intenso encuentro con los maestros cubanos del son. El álbum se une a una larga lista de colaboraciones que incluyen a Captain Beefheart, Taj Mahal, Little Feat, Rolling Stones, Earl Hines, ``El Flaco'' Jiménez y Ali Farka Touré, entre muchos otros.
Nacido bajo el nombre de Ryland Peter Cooder en Los çngeles, California (1947), para el guitarrista la música ha sido un proceso natural. ``Cuando era niño nunca pensé en ser músico -dice con tono sosegado una vez instalados en la sala, lejos del bullicio-. Empecé tan niño, a los cuatro años, que cuando tienes esa edad no piensas en nada, sólo lo haces. Alguien me regaló una guitarra y yo pregunté: `¿Qué es eso?' Ni siquiera sabía lo que era. Luego la misma persona me dio un disco de un guitarrista de música clásica española. Solía escucharlo tanto que me lo acabé; me fascinaba, pero no podía creer que fuera una persona tocando la guitarra. Y luego, tú sabes, conoces gente que te enseña algunas cosas y pronto ya estás tocando. Pero nunca fue porque me pusiera a pensar: ahora voy a hacer esto. Creo que los músicos sólo fluyen hacia lo que tienen que hacer, crecen hacia la música. La música te escoge, te llama.''
Ry Cooder se dejó llevar por la corriente. ``Mis padres escuchaban música clásica y tenían amigos a los que les gustaban otras cosas, y yo escuchaba de todo. Era muy niño y me regalaban todo tipo de discos. La música se volvió parte de mi vida, como un hábito. Entonces un día alguien te paga y eso quiere decir que tal vez algo esté funcionando, puede que tu música signifique algo.''
Sus habilidades lo llevaron a los estudios de grabación de Los çngeles, donde acompañó a las estrellas de la época, pero aprendió de los músicos más experimentados. ``Recuerdo haber visto a Gordon Lightfoot en las sesiones, pero no me acuerdo de nada en particular. Aprendí mucho de los músicos mayores que yo; me encantaba escucharlos hablar, ver lo que hacían. Allí aprendí que no puedes hacer todo lo que quieres, que en la vida sólo hay tiempo para hacer algunas cosas.''
Su mentalidad abierta lo ha llevado por derroteros que lo han alejado de la industria y lo han acercado a quienes emanan sabiduría. Una de sus primeras experiencias como músico profesional fue trabajar al lado de Captain Beefheart en el disco Safe as Milk (1967).
El guitarrista abre los ojos de manera desmesurada, se echa para atrás en el asiento al escuchar el nombre del líder de la Magic Band. ``¿Qué puedo decir de él? ¡Dios mío! Eso fue hace mucho tiempo. Es difícil recordar, excepto que era aterrador, un hombre extraño. Su música es interesante, la gente entendió lo que estaba haciendo muchos años después, pero en esos días nadie sabía que hacer con ella.
''Para el disco Safe as Milk me pidieron que ayudara a organizar y ensayar con estos cuates (Alex St. Clair, Doug Moon, Jerry Handley, Paul Blakely). Era una banda que pasaba por una mala racha; tenían que hacer un disco y estaban aterrados, no sabían qué hacer. Todos ellos vivían en una casa, así que iba allí y les decía: `Está bien, vamos a escuchar la primera canción.' Yo era bastante joven y no sabía qué hacer, así que alguien propuso: `Vamos a ensayar', y así lo hicimos. Si me daba cuenta que el bajista tenía problemas paraba el ensayo, los músicos tomaban un descanso, me sentaba con el bajista y arreglaba lo que yo creía que andaba mal.''
La presencia de Beefheart y el eclecticismo de sus composiciones pesaban mucho en la atmósfera. ``Beefheart no era exactamente alguien que animara a sus músicos, porque tenía a todos muertos de miedo. Tenía a todos tan aterrados que es difícil brindar ayuda a alguien en esas condiciones. Luego dejé de verlo por muchos años, porque me desesperó, aunque algunas veces era divertido. Pobre tipo, está enfermo, jodido físicamente. Ya no puede hacer muchas cosas; pinta o algo así, se esconde en el desierto. Es un gran músico. Uno de mis discos favoritos de todos los tiempos es Trout Mask Replica.''
Luego vino una asociación un poco fortuita para Cooder con los Rolling Stones para el disco Love in Vain. Se dice que el guitarrista llegaba al estudio de grabación y Keith Richards le pedía que tocara lo que quisiera para soltar los dedos. Más tarde, Richards repetía algunas de las cosas que había realizado y las firmaba como suyas. En los créditos del álbum sólo aparece Cooder como ejecutante de la mandolina en la canción ``Love in Vain''.
Cooder se ríe. ``No hablo de eso, porque cada vez que abro la boca al respecto, la gente dice: ¡Ahhhh, esta vez lo agarramos! ¡Crucifíquenlo! Se trata de rumores. Diré que al paso de los años, te encontrarás en muchos lugares extraños y nunca sabes dónde vas a terminar.''
Encuentro con la gran industria
De los 22 a los 40 años, Ry Cooder estuvoÊbajo contrato con Warner Bros., donde realizó grabaciones como Ry Cooder, The Slide Area y Blue City, discos difíciles de encontrar, pues no fueron promovidos debidamente. ``No significaba nada estar en la gran industria; hacía un disco al año y realizaba giras. Decidí salirme de la compañía cuando el contrato se venció, ¡gracias a Dios! Las cosas no funcionaban porque es una compañía de música pop y estaban aferrados a que hiciera esa clase de música. Y esa música no estaba en mí. Si no tienes esa clase de vida, no eres un negocio para una compañía como Warner, porque las cosas no embonan. No es que fuera malo, sólo que no era bueno.''
Por no ser un artista que vendiera millones de álbumes, la compañía no mostraba interés en su música. ``Yo grababa y ellos se limitaban a editar. Trataba por diferentes caminos, como la banda que tuve con ``El Flaco'' Jiménez, con la que hice Chiken Skin Music; seguían editando mis álbumes, aunque no supieran lo que estaba haciendo. Lo único que les interesa es si tienes éxito o no. Si lo tienes, entonces la gran máquina se despierta, el auto empieza a desplazarse, el tren avanza; pero si no, el tren nunca sale de la estación. Además no hay nada que puedas hacer si no tienes interés en la música pop. La gente que logra un disco exitoso tiene que creer en esa clase de música. Tienes que creer en lo que estás haciendo, porque si no se vuelve algo horrible.''
Cooder siempre ha sido un devoto de la música Tex Mex, lo que lo llevó a buscar el sonido distintivo del acordeón de ``El Flaco'' Jiménez, con quien todavía suele reunirse de vez en cuando. ``Nos divertimos mucho durante años. Todavía lo veo, creo que tocamos bien cuando estamos juntos. En los setenta teníamos esta gran banda de San Antonio. Fuimos a Europa, a todas partes. ¡Por Dios, toqué con Los Alegres de Teherán. Si los has visto, has visto lo mejor del mundo. Son los dioses de la música texana. Eso fue a principios de los setenta. Estaba en Reynosa, Tamaulipas, y fui a verlos porque había comprado sus discos, y terminamos tocando juntos.''
Desde esos años, Cooder se dio cuenta de que su trabajo estaba más conectado con la música como una forma de vida que como engranaje de una industria. ``Estuve cerca de muchos bluesistas: Mississippi John Hurt, Reverd Blind Gary Davis, John Estes, ¡Dios mío! La lección es que la vida que llevan es una especie de conocimiento, una forma diferente de ver las cosas. No puedes decir que es la clase de conocimiento que lees en los libros, ni siquiera es producto de la experiencia. Es algo que va más allá.''
Una experiencia enriquecedora fue haber escuchado en concierto a uno de esos sabios: Thelonious Monk. ``Una vez lo vi, pero es muy difícil conocer a gente como él. Fue a finales de los sesenta y él estaba en San Francisco. ¡Vaya si era un hombre extraño! Fui a un club y allí estaba... mueve el cuerpo y las manos, como si representara a un oso tocando el piano, ¡fantástico! Gente como él tiene su mundo propio. Para ellos la vida resulta muy difícil, porque viven tan aparte que nadie sabe qué hacer con ellos. Son incomprendidos.''
Como testimonio del amor de Cooder por el jazz está el álbum Paradise and Lunch, con el pianista Earl Hines, experiencia que lo llevó a futuras colaboraciones con músicos de diversos puntos del planeta. ``Me gustaban mucho sus discos, desde que era niño. Los adoraba porque eran hermosos, me fascinaban. Un día descubrí que Hines chambeaba en un hotel cercano. Así que le llamé por teléfono y le dije: `Usted no me conoce, pero yo sí lo conozco a usted. Si no le importa, me gustaría que viniera al estudio a grabar conmigo.' Está bien, fue su respuesta. Eso me enseñó que siempre debes pedir las cosas, lo peor que puede suceder es que te digan que no, y si te dicen que sí, entonces se puede dar algo. La mayoría de las veces los músicos dicen que sí. Eso no puedes pedírselo a un agente o a un abogado. Mejor acércate al músico y existe la posibilidad de que pueda interesarle. Desde entonces he tratado de buscar a quien sea para tocar. De cualquier forma es divertido conocer a esa persona, incluso si no quiere tocar contigo.''
El guitarrista no se ha acercado a músicos como Gabby Pahinui (Paquistán), V.M. Bhatt (India), Shoukichi Kina (Japón) y Ali Farka Touré con mentalidad colonialista, sino con el deseo de compartir la música. ``Un dicho budista reza: `Hay personas que se levantan en las mañanas y toman sus herramientas, y hay otras que son las herramientas.' Yo he sido muy afortunado. Cuando era más joven conocí a viejos bluesistas que tenían esa cualidad, pero en estos días es difícil encontrar gente así.''
Para Ray Cooder uno de sus encuentros más gratificantes ha sido con el guitarrista Ali Farka Touré, con quien grabó Talking Timbuktu. Este hermoso encuentro del blues con la música africana ocupó durante 25 semanas el primer lugar en las listas de la revista Billboard, un logro si se considera que no fue grabado en una de las grandes compañías.
La modestia es una cualidad natural en Cooder, quien dice que lo único que hizo fue producir el disco, aunque sus ejecuciones guitarrísticas son fundamentales en la estructura del álbum. ``Cuando Ali me pidió que le ayudara como productor, le dije: `Bueno, vamos a tocar y a ver qué pasa', lo que resultó muy divertido. Es un tipo muy poderoso, pero sus preocupaciones son otras: es granjero y el jefe de su aldea, así que tiene que defender a su gente. Para él la música es un pasatiempo.''
Tal vez por eso la música del guitarrista africano fluye sin contratiempos, con la frescura del vuelo de un ave. ``Fue muy divertido trabajar con él. Es un tipo muy gracioso y poderoso. l no estaba relacionado con el blues porque es un africano tribal y no sabe nada sobre esa música, toca lo que toca. Alguna gente piensa que es bluesista, pero si le dices eso se molesta mucho, porque, dice: `El blues está al final, yo estoy al principio'.''
A Cooder sí puedes llamarlo bluesista, dada su relación temprana con esta música. El trabajo que realizó junto con Taj Mahal con el efímero grupo Rising Sons y la musicalización de Croosroads, cinta de Walter Hill que gira en torno a la leyenda de Robert Johnson. Uno pensaría que seleccionar la música para esta película significó para Cooder un trabajo titánico, pero no fue así.
``Es fácil si conoces la música, como es el caso del blues, que lo he escuchado durante toda mi vida. Si ves una escena en el film, de alguna forma ella te va a decir qué necesitas. Entonces piensas: `Sé de una canción que va aquí.' Tu mente de dice: `Sí, esa.' Tengo una especie de catálogo de estas canciones en la cabeza.''
Una visita al Buena Vista Social Club
La relación de Cooder con la música cubana data desde que era muy joven, cuando solía escuchar discos de todo tipo, hasta que en los setenta pudo llegar a la isla por primera vez. ``Fui sólo unos días, porque entonces era difícil llegar; ahora puedes hacerlo con mayor facilidad, aunque hay ciertas barreras políticas. En esos días, creo que fue en 1976, había gente que trataba de llevar un crucero a La Habana, pero Fidel Castro dijo: `Pueden hacerlo, pero si traen músicos.' Así que llevaron a Dizzy Gillespie, Stan Getz, Earl Hines. Buscando, conocí a varios músicos. Sin embargo, en esos días no sabía qué se podía hacer por la música cubana.''
Finalmente, este año Cooder pudo viajar a la isla para producir Buena Vista Social Club, disco en el que también iban a participar músicos africanos, pero no pudieron llegar porque perdieron sus pasaportes. ``Buena Vista Social Club es como demostrar que el tiempo y la oportunidad de hacer las cosas tienen que coincidir.''
Compay Segundo, Eliades Ochoa, Rubén González e Ibrahim Ferrer son algunas de las glorias que dan vida al álbum. ``Estos músicos conocen un millón de buenas canciones, no creo que haya escuchado en Cuba ninguna canción mala. Tener a alguien como Compay Segundo para preguntarle es como consultar el oráculo, y su respuesta es: `Esta es la canción.' Por supuesto que sabe muchísimo de música, no sólo de bolero, danzón y mambo; conoce canciones extrañas y fascinantes que él o sus amigos han escrito, piezas particularmente muy oscuras, como `Orgullecida'. Su propio repertorio es fantástico. Mi palabra es garantía de calidad, dice, y es cierto. Hay poca gente como él en el mundo.''
La música cubana, que fuera tan popular en Estados Unidos en los cuarenta y los cincuenta, a partir de la Revolución prácticamente ya no se difunde. ``Las viejas generaciones sobre todo escucharon a Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez y a muchos más. Pero ahora, en 1997, eso ya no significa nada. Desde la Revolución cubana ya no llegaron esos discos, aunque ahora empiezan a entrar otra vez y la gente quiere escucharlos, quiere saber lo que pasa en Cuba.''
Buena Vista Social Club es un rico testimonio de la vitalidad de la música cubana, y aunque la participación de Cooder como guitarrista es muy discreta, en su papel como productor logró capturar el espíritu de los soneros. ``Cuando hago un disco, me interesa mucho registrar la atmósfera, la emoción. Es fácil grabar las notas, pero es difícil registrar en la cinta la atmósfera y la emoción de la gente. Para mí este disco tiene mucho de esa emoción, lo que me dice que he hecho un buen trabajo, que es un logro. En lugar de una bola de notas, Buena Vista Social Club tiene mucha vida.''
Para regocijo de Cooder, dos días después de terminar Buena Vista Social Club, González grabó para World Circuit Introducing Rubén González (aunque no fue producido por él). ``Uno de mis sueños era que grabara el repertorio de danzón del siglo XIX, el cual está todo escrito y permanece en el Museo de la Música, en La Habana. l puede tocar el danzón como nadie, y será la última vez que tengas la oportunidad de escucharlo como debe ser, porque es lo suficientemente viejo (77 años) para saber cómo sonaba esta música en el XIX.''
La sabiduría de González maravilló a Cooder y a los miembros del equipo de grabación. ``Le pusimos algunos discos de Jelly Roll Morton y de inmediato dijo:Ê`Oh, sí, una habanera, un estilo viejo, ¿quieren escucharlo?' ¡Y hablan de coincidencias en la música! Aquí se daba un punto de unión entre el jazz y la música cubana. Le pusimos a Thelonious Monk y comentó: `Ah, bebop, eso me gusta, pero antes nadie quería escucharlo, ¿quieren que toque eso?'
''Rubén es una veta inagotable. Lo único que quiere hacer es tocar y grabar. Con él no puedes decir: estoy ocupado, por el momento no puedo. Este tipo es como una máquina en movimiento perpetuo. Después de pasar años inactivo, casi dormido, ahora es como un volcán cuya cabeza explota y está listo para tocar.''
Para Ry Cooder, una vez terminado, el disco adquiere vida propia y es difícil precisar su destino. ``Sé que si la gente escucha Buena Vista Social Club le va a gustar, pero en Estados Unidos el problema del marketing es muy difícil. Cómo vas a despertar la atención de la gente. No sé cómo hacerlo. Sólo hago lo que sé hacer y pasará lo que tenga que pasar. Yo sólo sé hacer discos, y una vez que están terminados tienen que cuidarse por sí mismos. Puede irles bien o mal, no hay nada que puedas hacer para influir en su destino. A este disco le está yendo bien porque la gente está interesada, pero no debido a mi persona, sino porque es el tiempo adecuado.''
Por muchos años, la guerra fría hizo que la mentalidad estadunidense rechazara la música cubana sin escucharla siquiera. Sin embargo, la propia música ha comenzado a romper esa barrera que antes se antojaba infranqueable. ``Sí, la política ha creado un monstruo de Cuba, pero la gente puede escuchar y decir: `Esta música me atrae mucho, es muy hermosa.' El problema es que me he encontrado con gente tan anticubana y anticastro que también odia la música. Pero, ¿qué puedes decirle a esta gente? Su mente está cerrada, les han lavado el cerebro; pero ese es su problema. A ellos les digo: `Escuchen este disco y si consideran que sienten algo, lo abrazarán, lo meterán en sus corazones, se sentirán bien...'.''
La tarde empieza a caer. ``La Negra'' Graciana se toma un descanso y en la sala, ahora silenciosa, se percibe el murmullo de las conversaciones en el jardín. Ry Cooder paladea un trago de tequila antesÊde definir lo que es la música para él. ``Bueno, es lo que siempre he hecho. Aprendí a tocar desde que era pequeño y es una forma de vivir. Nunca me imaginé haciendo otra cosa, aunque ni siquiera pienso en mí como músico, sino como una persona que trata de entender las cosas.''