DobleJornada, lunes 5 de enero de 1998



En la mira


Sara Lovera



Más acá de la impotencia

Iniciamos 1998 con un sabor de crimen e impotencia. En la mira de las mujeres están esas 300 violaciones sexuales que contabiliza la guerra en Chiapas, pendientes de justicia y solución, tanto como una impresionante cifra de abuso en pueblos y ciudades, en el interior de los pacíficos hogares donde el más fuerte se impone por la fuerza siempre en el cuerpo de la otra

La guerra en Chiapas cumplió cuatro años, es injusta y deplorable, pero también es precisa e identificada. El 22 de diciembre mostró el tamaño de su locura con la horrenda masacre en Acteal, en las inmediaciones de Chenalhó, en la cual la mayoría de las víctimas fueron mujeres, niños y niñas.

Sobre ella y su estela de atrocidades se ha volcado el mundo. La otra guerra, la cotidiana, que es milenaria y oculta, que cubre los campos militarizados, los de la vida regular de las ciudades y las familias, aún causa estupor y duda. Una mujer violada, en cualquier circunstancia, sigue siendo un grave crimen, pero se le cubre de una densa película de indiferencia y el resultado es la impunidad.

¿Qué importancia puede tener que un defensor de violadores, confesos y convictos, sea ahora un flamante subprocurador de justicia en el Distrito Federal? ¿ Cómo atreverse a comparar el crimen de guerra, demoledor, con el abuso en un paraje oscuro de hombres armados y con poder? ¿ Qué es más grave y para quién?

Romper el silencio sobre hechos igualmente horrendos e injustos en esta sociedad de hombres de poder, de guerras de diversa intensidad, es una tarea necesaria e impostergable. De ahí que hayamos iniciado el 25 de noviembre último un nuevo recorrido por la defensa de los derechos humanos de las mujeres, sujetas a la violencia cotidiana, al desplazamiento histórico, a la persecución de sus libertades, en la guerra y en la paz.

Al lado de esta tarea, se levanta la necesaria doble jornada que implica parar la guerra y el genocidio contra hermanas y hermanos, y esa otra, la que implica edificar una otra dignidad posible para millones de mujeres, perseguidas y sometidas por la idea de que las relaciones entre hombres y mujeres implican que ellas deban sujetarse, soportar, silenciarse, como las víctimas de Chenalhó, de espaldas y agachadas.

En 1998 la mira deberá dirigirse a vigilar el cumplimiento de la nueva legislación sobre violencia intrafamiliar, con la misma atingencia a que obliga hacer efectiva la justicia en Chiapas y el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, la pospuesta investigación de las violaciones cotidianas, y doblegar la tozudez con que se mantiene el nombramiento de Víctor Carrancá -defensor de violadores- como subprocurador del Distrito Federal.