Se cuenta que en Abisinia un pastor de nombre Kaldi, extrañado por el comportamiento hiperactivo de sus cabras, se puso a vigilarlas para saber el motivo; tras una paciente observación, descubrió que se trataba del efecto provocado por comer unos arbustos que producían frutos rojos...
No se puede determinar con exactitud el origen del café, pero se sabe que la palabra se deriva del árabe kahwah (caua). El término se extendió a través del vocablo turco kahweh (cave). Una de las leyendas más conocidas considera que la semilla es originaria de Abisinia, actualmente Etiopía, y que en tiempos remotos se extendió por Arabia, El Cairo y Siria.
En la actualidad, la cafeticultura aglutina en México -cuarto lugar en el mundo- a unos 280 mil productores en 12 estados que, en conjunto, destinan al cultivo 760 mil hectáreas. Y si usted es de las personas que acostumbra tomarse una deliciosa, humeante y aromática taza de café de grano, le tenemos información útil: su preparación es punto clave para su salud.
Al margen de la función estimulante de la cafeína y su aplicación contra la obesidad, investigaciones recientes dan cuenta de que el café contiene diterpenos, cuyo efecto es elevar los niveles de colesterol. Pero la buena noticia es que, dependiendo de cómo lo prepare, el grano puede liberar más o menos diterpenos. La clave está en el tiempo que permanece en contacto con el agua.
En el mercado existen varios tipos de cafeteras: la percoladora, conocida como sistema de goteo; la francesa, en la que mediante un mecanismo de presión se baja el café hasta el fondo (es la que permite que esté en contacto con el agua un mayor tiempo), y la italiana, conocida como greka, en la que el agua está abajo y el grano en la parte media, y al calentarse provoca que el líquido suba inmediatamente ya transformado en la bebida. Desde el punto de vista de la salud, esta última es la más recomendable. (RD y PV)