La Conferencia Europea de Energía del Viento fue una ocasión que permitió concentrar la información sobre muchos avances logrados en ese campo y ese continente. Ello aporta experiencias útiles para otros países, incluido México, tanto en el ámbito normativo como en el científico y tecnológico.
En el aspecto legal y normativo, se ha generalizado en la Unión Europea la adopción de medidas de estímulo al uso de la energía del viento para generar electricidad. Entre esas medidas, y dependiendo del país, están: cobro de un impuesto a la energía producida con emisión de bióxido de carbono (o sea, a partir de carbón, derivados de petróleo o gas natural) y bonificación o pago a la energía generada por fuentes limpias, especialmente la eólica; obligación para las empresas de servicio público de electricidad de comprar energía, en algunos casos de cualquier fuente que no emita bióxido de carbono, en otros específicamente eólica; pago por la empresa propietaria de la red eléctrica de un precio por la electricidad generada por el viento, superior a la tarifa general; apoyo económico a la investigación y desarrollo tecnológico de aerogeneradores, y subsidios directos a la inversión en plantas eólicas.
Además, está en proceso de discusión, sobre la base de una directiva de la Comisión Europea, una legislación de bases comunes de la UE para impulsar la generación de electricidad con el viento. Las novedades en el plano científico y tecnológico son muy diversas. Mencionaremos las principales.
Hace uno o dos años, la mayoría de los aerogeneradores que se instalaban era de 500 o 600 megavatios. Ahora, la mayoría de las unidades que se instalan son de 750 y ya existen, en el nivel de fabricación para su venta, varios modelos de aerogeneradores de 1.5 megavatios, cuyo diámetro de las aspas es de 63 a 66 metros, o sea, el equivalente de la altura de un edificio de 21 o 22 pisos. Sin embargo, los principales fabricantes todavía tienen sus modelos de ese tamaño en el nivel de prototipos, y calculan entrar a su producción en gran escala próximamente. Una vez que se supere una etapa inicial, esos modelos permitirán una reducción en los costos por kilovatio instalado, que de por sí han bajado a una cuarta parte de los que se tenían hace 15 años.
Uno de los principales elementos en la baja del costo en ese caso es que se necesitará un menor número de aerogeneradores, y por lo tanto también de torres y cimentaciones, para una planta de determinada potencia. La primera aplicación prevista para esos aerogeneradores de mayor tamaño son grandes plantas en el mar, en zonas poco profundas. La razón está en que la cimentación submarina, que representa una parte importante del costo en esos casos, cuesta casi lo mismo para unos y otros aerogeneradores, pero con los mayores la energía obtenida será el doble o más.
También hay más y mejores modelos capaces de entregar a la red eléctrica energía de alta calidad (reduciendo al mínimo fluctuaciones y fuentes de pérdidas), a través de la electrónica de potencia. Se desarrolló un tipo de aerogenerador para zonas con dificultad de acceso de grúas para el montaje, en el que el dispositivo que contiene los componentes principales es autoelevable, con un hueco central para la torre cilíndrica. Se presentaron innovaciones en aerodinámica, en análisis de los vientos en terrenos complejos y en otras áreas relacionadas.
Como resultado del efecto combinado de esas y otras medidas, la capacidad instalada en generación eólica de electricidad en Europa aumentó 17 por ciento en los primeros nueve meses del año que recientemente concluyó. Con ello, la capacidad instalada en Europa llegó a 60 por ciento de la mundial.