Malverde, santo al que que dan gracias delincuentes y narcotraficantes
María Rivera, enviada/ III y última, Culiacán, Sin. Ť Una camioneta Ram se detiene frente a la capilla de Jesús Malverde en Culiacán, Sinaloa, ubicada a pocos pasos del palacio de gobierno. Bajan varios hombres, cervezas en mano, acompañados por una tambora. Durante una hora no para la música. Vienen de la sierra a cumplir su manda. La naturaleza del milagro es obvia. Son narcos que van a dar las gracias a su santo.
La víspera de la celebración a la Virgen de Guadalupe, las bandas no dejaron de tocar.
Pero no sólo los narcotraficantes son creyentes de Malverde. Gente de todas las edades y condiciones sociales llegan al lugar.
Ana García va a la capilla a dar gracias por haber regresado con bien de Ensenada, Baja California, donde trabajó en una empacadora de tomate durante cuatro meses. ``En cuanto regreso a Culiacán vengo a ver a Malverde. Yo ya estoy grande, tengo 56 años y no es fácil conseguir trabajo aquí. El santito me hace el milagro. Le traigo sus veladoras y le rezo su oración''.
Cristina Sánchez también tiene sus motivos para creer. ``Yo le dije a Malverde: `si haces que mi novio se divorcie, yo te pongo una veladoras y te rezo mucho'. Me hizo el milagro y ya me voy a casar. Mi novio vive en el otro lado (Estados Unidos) y va a llegar este mes para la boda. El también cree mucho en Malverde y hasta le trae tambora. Aquí nos conocimos en el templo, él nos unió''. Antes de irse toma uno de los limones que se alinean en un altar. ``Los limones son para la buena suerte. Siempre hay que traerlos en la bolsa de mano''.
Un culto floreciente.
Hay diferentes versiones en torno de Jesús Malverde. Para algunos es producto de la imaginación popular y señalan que no hay pruebas de su existencia. Pero para un creciente número de adeptos, el ``santo'' nació bajo el nombre de Jesús Juárez Maso el 3 de mayo de 1870, y murió en 1909 en el municipio de Mocorito, Sinaloa. En el poblado de Lomas Blancas hay algunos que dicen ser sus descendientes. Tres años atrás murió la última persona del pueblo que decía haberlo conocido.
La leyenda señala que Juárez Maso empezó a robar a la gente rica para ayudar a los pobres porque sus padres murieron de hambre. Durante esta época tomó el nombre de Malverde ``porque se escondía entre el monte, entre lo verde''. Los asaltos los realizaba en los alrededores de Culiacán.
Perseguido por la policía de la época, llamada popularmente ``la cordada'', resultó herido durante un enfrentamiento. Antes de morir habría pedido a un compadre que después de su fallecimiento lo colgara, para que pudiera cobrar la recompensa que daba el gobierno por su captura. Pidió que ese dinero fuera donado entre los pobres.
Su cuerpo permaneció colgado para que sus seguidores supieran lo que les podía esperar si continuaban los asaltos. Un arriero que pasaba por el sitio dijo que si se le concedía el milagro de encontrar unas mulas que tenía perdidas, sepultaba el cuerpo. Encontró los animales y empezó a difundir el culto.
Después de su muerte, la fama de Malverde fue creciendo entre los sectores populares y grupos marginales. Delincuentes y traficantes de drogas se identificaron con sus antecedentes y actualmente es considerado como ``el santo oficial del narco''.
El culto a Malverde no puede sustraerse del papel que ha desempeñado su capellán: Eligio González. El se ha convertido en su principal promotor y, según sostienen algunos, en el principal beneficiado de la creciente popularidad del santo. ``Yo era chofer. Una vez cuando iba en la carretera me asaltaron en El Carrizal de la Noria, aquí en las afueras de Culiacán. Me dieron ocho balazos. Primero Dios y Malverde, me salvé. Desde entonces empecé a ir a su tumba, a limpiarla. Le quitaba las yerbitas y le ponía flores. Ahora estoy dedicado únicamente a él''.
A mediados de los años 70 empezaron las obras de construcción del actual palacio de gobierno en el sitio donde estaba la tumba. Este hecho provocó enconadas protestas de parte de los creyentes. Finalmente la tumba fue destruida. A partir de entonces empezaron a circular leyendas de que el santo, para cobrarse la afrenta, provocó accidentes entre aquellos que participaron en las obras.
Con apoyo gubernamental, en 1980 la capilla se construyó en un sitio cercano. Desde ese momento comenzó a crecer la fe en Malverde, que si hasta entonces estaba circunscrita a Sinaloa, actualmente se ha extendido tanto por el Pacífico como por el norte del país.
Narcolimosnas.
Eligio González explica que con el dinero de la venta de imágenes de Malverde, y lo que ha ganado en premios de lotería, ha podido financiar una serie de labores altruistas que han contribuido a popularizar esa creencia. Sin embargo, hay también versiones de que esos recursos provienen de narcolimosnas. Según estas apreciaciones, la capilla sirve como una oficina de relaciones públicas para que los narcotraficantes puedan ``lavar su imagen''.
A un lado de la capilla funciona un velatorio y dispensario médico para personas de escasos recursos. También se entregan sillas de ruedas a discapacitados.
Aunque la Iglesia católica ha descalificado ese culto públicamente, también existe una cierta tolerancia, producto de la habilidad con la que el capellán ha sobrellevado la relación. González busca continuamente la aprobación eclesial y, cautelosamente, siempre antepone el nombre de Dios. ``Primero Dios y Malverde'', es su frase favorita.
Las principales fechas que se celebran en la capilla son el 3 de mayo, día del nacimiento del Jesús Malverde, y el 24 de diciembre, su santo. En ambas ocasiones cierran la calle, queman castillos y la música de tambora no para de sonar en toda la noche.
Entre los célebres asiduos al lugar de culto, según el capellán, están artistas como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Carlos y José, Chayito Valdés y Valentín Trujillo. Además, menciona que en una ocasión también estuvo en el sitio Verónica Castro. Del medio político también hay visitantes: el senador Juan S. Millán y los Labastida.