En la comunidad 10 de Abril, otra visita de soldados, el domingo
Hermann Bellinghausen, enviado, Ejido Morelia, Chis., 5 dse enero Ť Tropas del Ejército Mexicano ingresaron ayer a la comunidad 10 de Abril, como lo hicieron en el ejido Morelia el 3 de enero y en otras comunidades desde el dia primero.
Representantes del ejido Morelia informaron lo anterior y también que las casas de 10 de Abril habían sido cateadas por los soldados, y que esta noche podían afirmar por lo menos la desaparición de 90 mil pesos en efectivo, propiedad de la comunidad.
La gente en Morelia teme que mañana vuelvan los soldados. Corre el rumor. Desde que empezó el año, el Ejército Mexicano está entrando diariamente a las comunidades zapatistas, reunidas en el municipio rebelde 17 de Noviembre. Llegan a los pueblos para amenazar y señalar a sus habitantes, así como meten mano en sus pertenencias.
Mujeres primero
Llegaron disparando, el sábado. Tres tiros al aire anunciaron a los de Morelia que el Ejército había llegado. Eran las 5 y media de la tarde. Los perros ladraron un poco.
Alcanzaron el centro del pueblo y entraron a tres casas que les indicaron sus informantes, cubiertos bajo la luna y protegidos por la tropa.
``Estamos buscando las armas, dijeron, y venían preguntando quién las tiene'', recuerda una mujer a la vez que amamanta una niña. Ella fue una de las 60 mujeres que expulsaron a los soldados una hora después.
``Nos juntamos entre las compañeras. Tenemos que sacar los soldados enmedio del camino, que se vayan'', recuerda. ``También nos decían que están buscando al subcomandante Marcos. Dicen ellos que lo van a matar''.
Acompañada por otras dos mujeres, una joven y otra ya mayor, y todas, madres, la elocuente mujer afirma esta tarde: ``Somos indios, estamos comiendo con nuestro trabajo. No nos estamos comiendo el dinero del gobierno''.
A Morelia entraron 70 soldados, mientras otros 100 quedaban, junto con los vehículos, en el crucero de la laguna, en dirección a Altamirano. Del gran cuartel de esa cabecera municipal perredista habían salido esa tarde.
``Hasta allá los dejamos, donde tenían dejados sus carros'', relata la misma mujer. ``Vienen con ellos unos priístas desplazados de Altamirano. Los traen con la cara tapada. Mostraron nuestras casas. Entraron por el monte. Un compañero al salir de su casa ya lo agarran y trae el rifle del soldado en su nalga''.
En Morelia sigue vivo el recuerdo del 7 de enero de 1994, cuando todos los hombres fueron torturados e interrogados, y tres de ellos asesinados tras la entrada de las tropas federales a la comunidad.
``Los hombres son los que agarran los ejércitos'', dice la mujer más joven, y agrega.
``Le exigimos al gobierno que no mete sus ejércitos aquí. No queremos que mueran los esposos. No pedimos despensa del gobierno. Trabajamos el sudor con nuestros esposos''.
Por ese motivo, los hombres de Morelia se fueron al monte el sábado. Las mujeres con sus niños consiguieron la salida de los soldados a las 6 y media.
``No los vamos a dejar si vuelven'', interviene la primera mujer. ``Dicen que vienen a ofrecer medicina y a cuidar, y en vez de medicina le apuntaba su arma. Hoy unos compañeros priístas que nos están entregando, señalando las casas. Metiéndose con los soldados en las casas, y aquí, estamos nosotros, solos. De la pena''.
Después llega un hombre mayor, Fernando. Uno de los cuatro detenidos la misma tarde de sábado, en el paraje llamado Pamela, rumbo a Altamirano. Eran las 4 de la tarde.
``Registró mi mochila. Hizo el soldado muchas preguntas. ¿Sos zapatista?, preguntaba. No lo negués, y yo le dije que caso estamos robando.
``De allí nos metió en el carro, amarrados mis ojos, embrujado, bien apretado'', prosigue Fernando. ``Me preguntó que si soy zapatista y le hubiera querido decir que no, pero sí soy y así se lo dije. Me tapó la cara con una lona y nos llevaron al cuartel de Altamirano''. Los tenían, como dice la mujer que amamanta, ``sin coger viento''. Así que llegó al cuartel ``tarantado de la cabeza''. Allí le quitaron a uno de sus compañeros 5 mil pesos. Su nailon y su foco a todos.
``Les decía, `mátame de una vez', y me decía un soldado, `¿te quieres morir?, cállate ya, cabrón'. Pero es que queremos que ya no siga chingando el soldado. Queremos que cumpla el gobierno''.
Por último, ``por ahí de las 9 de la noche'', dice Fernando, ``nos fueron a bajar en sus carros en la carretera de Ocosingo, atrás de la clínica''.
Esa noche, en Morelia hubo largos apagones, sobrevuelos del avión rastreador, y hoy crece el temor de una nueva incursión del Ejército Mexicano.