Desde la matanza de Acteal ha sido inevitable hablar, leer y escuchar todos los días noticias acerca de la historia que ahora escribimos los mexicanos. Imposible ``desaparecerse'': el hedor del genocidio recuerda que las muertes fueron inútiles. Inaceptable también enterrar más inocentes sin que los culpables se enteren siquiera de que son culpables.
Aun cuando desconocemos los tiempos y las vías óptimas, a todas luces sería inadmisible que los libros de texto, ya sean de civismo, historia o ética, omitiesen el estudio de las causas de la masacre. La conciencia colectiva, la ética y la globalización han demostrado que las tendencias políticas de olvidar los malos ratos son equivocadas. La historia no puede ni debe ser selectiva o parcial; de ser así, no es historia, no sirve, no construye.
Sabemos bien que nada se ha curado al engañar o silenciar la verdad, y que nada se ha logrado al postergar la realidad. Ahí está Chiapas. Allí yacen 45 seres producto de la amnesia. Los tiempos actuales no pueden ser ni los del silencio ni los de la complicidad. Es por eso que exhortamos al gobierno de Chiapas y a la Secretaría de Gobernación para que se aboquen de una buena vez a explicar lo sucedido en Acteal. Y por lo mismo, urgimos a la comunidad científica y creadora para que exija del gobierno explicaciones transparentes y claras.
Las causas y la gravedad del acto requieren repudiar la violencia. Evitar que se repita. Impedir que los asesinos --no los sicarios pagados y desarmados, sino los directamente responsables y siempre armados-- continúen deambulando. Hacerle saber al mundo que ha condenado la masacre por unanimidad, que en México existe también disidencia.
La envergadura de lo ocurrido en Chiapas obliga a la sociedad libre de nuestro país a tomar una posición clara frente a los hechos. No importa que se éste o no de acuerdo con Marcos o con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. No importa tampoco ser devoto de Ruiz Ferro, o comulgar o no con el ideario priísta. Lo que importa es condenar el acto desde una posición ``neutra'', humana, consciente, que emana del dolor, que surge de la inmensa pena de saber que en México, al indio se le mata con más saña que a los animales en el rastro. Lo ingente es unir fuerzas y demandar. Es de ciclópea importancia exigir que el gobierno esclarezca los hechos y evite nuevos asesinatos. Es vital que nuestros representantes escuchen las voces de la sociedad. La renuncia de Emilio Chuayffet es apenas el primer paso; faltan muchos más.
Pese al gran número de artículos, desplegados, plantones y marchas, su impacto no ha sido suficiente. La mayoría quedan aislados en el tintero y en el olvido. De hecho, esa fue la experiencia antes de Acteal, pues se hizo caso omiso de las advertencias escritas y filmadas. A partir de esa ``sensación de inutilidad'', consideramos oportuno buscar otras vías. El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el Sistema Nacional de Creadores (SNC) agrupa buena parte --ni por asomo la totalidad ni los mejores-- de las personas encargadas de generar ideas y conocimientos: científicos, artísticos, sociales, etcétera. Ante la flagrante injusticia que envenena Chiapas, frente a nuestra impotencia y debido a la sensación de inutilidad ya expresada, y como miembros de estas agrupaciones (AK-SNI, GM-SNC), cavilamos y consideramos que a partir de ellas se podría ejercer otro tipo de presión sobre el gobierno.
Al hacer este tipo de llamamientos, es cuestión fundamental definir nexos y prioridades, y sopesar los fieles de la balanza entre dignidad, ética y responsabilidad civil para confrontarlos, en estos aciagos días, contra la trascendencia de la ciencia y de la creatividad artística. No es fácil encontrar un término medio: ¿cuál es la utilidad de la investigación cuando las mismas tierras están pobladas de indios asesinados? ¿Cómo sopesar el valor de una obra literaria o una pintura cuando la injusticia infinita campea en el estado de Chiapas? ¿Cómo conciliar ideas e inteligencia contra las balas y machetes provenientes de oscuros poderes? Las preguntas no son estériles, gratuitas o extemporáneas; otros pensadores han manifestado la incompatibilidad entre asesinar por la mañana y escuchar por la tarde a Schubert o leer a Schiller.
Una primera sugerencia podría ser constituir una comisión que solicitase audiencia en Gobernación para intercambiar opiniones. Exigir del gobierno el ``diagnóstico'' de la situación actual sería prudente. Oportuno podría ser también, desde la posición privilegiada que tenemos, publicar desplegados, en donde se manifiesten nuestras preocupaciones por lo que sucede en Chiapas y otros estados. Realizar encuestas en el estado sureño con el fin de evaluar la situación ``real'' sería también útil. De primigenia importancia es subrayar la ``posición neutra'' de los miembros de ambos sistemas: el reclamo sólo pretendería contribuir a fincar un México más justo.
Estas modestas líneas son producto de la desesperanza, del dolor y de la impotencia. También contienen fuertes dosis de frustración y de dignidades lastimadas, vejadas. Su posible utilidad dependerá de las voces de los miembros del SNI y SNC que, al sumarse, mejoren nuestras proposiciones, y que al unirse eviten nuevas matanzas