Letra S, 8 de enero de 1998


Sida: las preguntas más frecuentes

Manuel Zozaya

A pesar del tiempo transcurrido desde el inicio de la epidemia de sida y de los esfuerzos informativos realizados desde entonces, aún persisten una serie de dudas y de mitos respecto a esta enfermedad. Es por esto que Letra S ha recogido algunas de las preguntas más frecuentes con el fin de contestarlas con la mayor claridad posible.

¿Qué es el sida?

Es la fase avanzada de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la cual se caracteriza por abatir el sistema de defensas que nos protege de las enfermedades, dejando al organismo expuesto a infecciones que en otras circunstancias no serían graves, pero que en este caso pueden llegar a ser mortales. Además pueden presentarse una serie de enfermedades conocidas como oportunistas porque en un sistema inmunológico sano no aparecen. Las más comunes son: tuberculosis, neumonía por Pneumocystis carinii, toxoplasmosis, candidiasis, herpes zoster, afecciones neurológicas y un cáncer de la piel denominado sarcoma de Kaposi, entre otras. Hasta hace pocos años se decía que el sida era una enfermedad de transmisión sexual, incurable, progresiva y mortal, sin embargo en la actualidad los avances científicos permiten para quienes reciben tratamiento oportunamente, que la infección por VIH se convierta en un padecimiento crónico aunque aún no sea curable.

¿Cómo se transmite el VIH?

Existen tres vías de transmisión: la más común es la sexual, a través del contacto íntimo con las secreciones corporales que puede darse durante la penetración sin protección, ya sea vaginal o anal. La segunda vía es la sanguínea, que se presenta durante las transfusiones con sangre contaminada (en México se supone que este riesgo es mínimo ya que desde 1987 existe un control de la sangre suministrada). También se puede transmitir el VIH si se comparten jeringas o navajas o si se utilizan instrumentos quirúrgicos, odontológicos o agujas de tatuaje que no hayan sido debidamente esterilizados. Además existe la vía perinatal, de una madre portadora a su hijo durante el embarazo, parto o lactancia.

¿Cómo no se transmite el VIH?

El VIH no se transmite por el contacto casual, saludar de mano, besar, acariciar, compartir vasos, utensilios, servicios sanitarios o bañarse en albercas con personas portadoras del virus. Los mosquitos, insectos y animales domésticos tampoco transmiten el VIH.

¿Quiénes son los más probables portadores del VIH?

Cualquier persona que haya sido transfundida antes de 1987 en México, que comparta jeringas con otras personas o que tenga relaciones sexuales sin protección puede tener el VIH sin importar cual sea su preferencia o tipo de práctica sexual.

¿Se puede saber a simple vista quién tiene sida?

No. Para determinar si alguien vive con el virus de la inmunodeficiencia humana, se requiere realizar una prueba de laboratorio denominada ELISA. Si ésta da un resultado positivo, significa que el organismo ha estado en contacto con el VIH, pero en este caso, para evitar la posibilidad de un resultado falso positivo se acostumbra realizar una segunda prueba confirmatoria denominada Western Blot. Un resultado positivo a este examen confirma la presencia del VIH en el organismo. Recordemos sin embargo que portar el VIH no significa tener sida, ya que los síntomas pueden tardar de dos a quince años en manifestarse.

¿Es útil el condón para evitar la transmisión sexual del VIH?

Cuando se utiliza de manera adecuada la eficacia del condón es cercana a 100 por ciento. Para ello hay que tomar en cuenta que el condón, así como su envoltura estén en buen estado, para evitar que se rompa. Asimismo, hay que saber colocarlo adecuadamente, desenrollándolo hasta la base del pene erecto y retirándose inmediatamente después de la eyaculación para que el semen no se derrame en el interior de la pareja.


Crónica sero

Joaquín Hurtado

Me ve doblarme y caer. Paralizado desde su altura de diez años me observa abrazar desesperadamente el inodoro mientras vomito la comida de mamá. Atónito, desarmado, valiente, me sigue con la mirada mientras me arrastro como puedo hasta mi lecho donde yace acostada la esperanza. Allí espero con toda el alma recobrar el poco aire que aún me pertenece.

Apenas se anima a acercarse y tomarme de la mano cuando irrumpe el espectro de la diarrea. Es testigo de la maravillosa metamorfosis: los intestinos son un enervado amasijo de serpientes, un nudo robusto y soberano de tronidos y coletazos.

Vete a jugar al Nintendo, le digo mientras el cólico casi me arranca la lengua. Pero él sigue allí, imperturbable en su propio horror, como memorizando cada preciso fragmento de la realidad que quién sabe de dónde vino a rajarle las navidades.

Agua somos y en agua me convierto en cada evacuación. En la onceava visita al baño me decido a ir al hospital. Ni el Imodium ni los sueros de agua de arroz pudieron con este episodio. En urgencias se me canaliza, se me encama y se me da el pasaporte a un cuartito con vista al parque.

Doce horas después ya estoy reintegrado al mundo de quienes viven sin botellas de glucosa insertadas en la vena. Mi hijo sabe que estoy rehidratado y desde su fortaleza de diez siglos me envía la advertencia de que me requiere con él y sus primos esta Noche Buena. El médico se compadece y me libera. Me dispongo a partir, pero antes mi mujer cobra venganza contra el enfermero aquel que me hizo el fuchi. Entre chismes y carcajadas termino de vestirme cuando Abel trae el periódico y lee el encabezado. Cuarenta y cinco mujeres y niños sacrificados en Chiapas. La ponzoña se vuelve a derramar en mis adentros.


La virginidad y
la ética de la igualdad sexual

A Reuben, por su luz
Virgencita, virgencita:
Tú que concebiste sin pecado,
déjame pecar sin concebir.

Tomado de un baño de la UAM-Xochimilco.

Ana Amuchástegui

Durante estas fechas nos vemos rodeados de imágenes de la Sagrada Familia, de nacimientos y Niños Jesús, de Vírgenes Marías que nos hacen recordar la creencia católica de la Inmaculada Concepción, es decir, de que Jesús fue concebido sin que mediara relación sexual alguna, por lo cual nació sin la marca del pecado original, de la cual ninguna otra persona se ha salvado.

Implícita en esta creencia está la noción de que la práctica y el placer sexual son pecado. De modo que si la sexualidad forma parte de nuestra naturaleza imperfecta y terrenal, el enemigo se encuentra dentro de nosotros mismos y estamos siempre en riesgo de caer en falta. Hemos, pues, de desconfiar de lo que suponemos nuestra esencia. Ya que inevitablemente tendemos a pecar, la Iglesia Católica creó el matrimonio indisoluble como una concesión para que podamos expresar lo sexual y, de paso, para controlarlo con mayor eficacia.

Virgen, madre, reina doméstica

Una de estas estrategias de control es la valoración excesiva de la virginidad de las mujeres --que no de los hombres-- antes del matrimonio, para lo cual se erigió precisamente a la Virgen María como el modelo único de la femineidad. En países católicos, la identidad femenina se ha hecho equivalente a las características de María: virgen, madre y reina --aunque sea del deteriorado hogar y como compensación a la abnegación y entrega de las mujeres en las labores domésticas y de crianza.

Muchos podrían decir que hoy en día los comportamientos sociales asociados a estas premisas ya no son operantes debido al ingreso de nuestro país a la ``modernidad'' y a la secularización que el estado y la cultura mexicana han sufrido en los últimos dos siglos. Los discursos del catolicismo chocan de frente con los saberes especializados de la sexología y la psicología, que enuncian la naturalidad de la sexualidad de hombres y mujeres por igual. ¿Hasta qué punto, entonces, son todavía vigentes los valores sexuales del catolicismo, no sólo en las conciencias y las palabras de los sujetos, sino también en sus acciones?

Un estudio reciente1 realizado con jóvenes de Oaxaca, Guanajuato y del Distrito Federal, muestra que existe una relación ambigua y compleja entre los discursos y las prácticas sexuales, pues del dicho al hecho hay un gran trecho cuando se trata, por ejemplo, de conservar la virginidad de las mujeres hasta el matrimonio.

Las once participantes de la investigación concordaban en que la virginidad de las mujeres es importantes, pero desde diferentes puntos de vista: las jóvenes del Distrito Federal protestaban contra el valor que los hombres otorgan a la inexperiencia femenina, mientras que las jóvenes del interior parecían hacer propia la prohibición. En todo caso, ocho de las mujeres entrevistadas habían tenido relaciones al momento de la conversación, pero solamente tres de ellas eran vírgenes cuando se unieron a sus parejas actuales. De las cinco mujeres que se iniciaron antes del matrimonio, cuatro lo hicieron en relaciones ocasionales.

La desobediencia tuvo diferentes matices en función del contacto de las entrevistadas con diversos discursos modernos sobre la sexualidad y la igualdad. Mientras que las participantes capitalinas cuestionaban abiertamente la norma que prescribe la virginidad femenina, las mujeres de las comunidades rurales del interior aceptaban este mandato, cuando menos en el discurso. Lo curioso es que, a pesar de hacerlo suyo, de todas maneras lo desafiaron y tuvieron relaciones sexuales.

De modo que, así como ideológicamente se sostuvo la importancia de la virginidad femenina, así también se demostró la desobediencia y transgresión a esta norma. En breve, la mayoría de las mujeres se resistieron a esta prohibición, unas de manera articulada y contestataria, otras desobedeciendo en la práctica lo que parecían defender en el discurso. En este último caso, la reacción frecuente ante la conducta transgresora fue la aparición de intensos sentimientos de culpa y deslealtad frente a la familia, y el temor a perder en el mercado del matrimonio. Sin embargo, estas amenazas no bastaron para evitar en su momento las relaciones sexuales.

Los testimonios

A continuación transcribo un episodio de la historia de Bertina, una joven soltera de una comunidad rural de Guanajuato, que se inició sexualmente con una pareja ocasional:

Bertina (B): Pues es que mis tíos vinieron y se quedaron aquí semanas, y no me acuerdo a dónde se fueron mis tíos, pero no estaban ahí y él nada más se quedó, y yo me confié, me tocó en mi cuarto y le abrí, luego empezó a platicar sobre el amor y todo eso, y dice: ``¿Qué te parece aquí el rancho?'' No --le digo--, dice: ``¿Cuántas veces has tenido relaciones?'' No, yo ninguna --digo. ``¡Ah! --dice-- pues ahorita vamos a ver.'' La siguiente noche me sentí muy mal, ¡híjole! Ya luego le dije a mi mamá, no sé qué me pasó y yo no le quería decir, me daba temor, y ya le empecé a decir, ``¡ay!, ¿cuántas (veces)? --dice-- si sales mal te tiene que cumplir o vamos allá a la Presidencia.'' Me preguntó si fue voluntario o a fuerzas.

Investigadora (I): ¿Y cómo fue?

B: Pues, voluntario.

I: ¿Sí?

B: Es que no me podía aguantar...

En este relato, Bertina demuestra que, así como sintió un deseo sexual incontrolable, también experimentó lo que ella consideró efectos negativos en su salud, como si el placer pudiera ser dañino. Esta situación parece haberla orillado a ``confesarle'' a su madre la falta cometida, la cual debía ser reparada, precisamente, con el matrimonio forzado. Es decir, si bien Bertina transgredió la prohibición de tener relaciones sexuales antes de casarse, sufrió una reacción adversa, como si se tratara de un castigo por su falta.

Una actitud diferente mostraron las jóvenes del Distrito Federal, quienes cuestionaron abiertamente la exigencia de la virginidad femenina, la cual consideraron una más de las expresiones de la desigualdad de género. La opinión de Mercedes, joven capitalina de 22 años que atiende un comercio familiar y que se casó a raíz de su primer embarazo, ilustra lo anterior:

I: ¿Y por qué crees que este asunto de que tú seas virgen para casarte, es tan importante, qué es lo importante de ser virgen para casarse?, ¿qué quiere decir o por qué resulta tan valioso?

Mercedes (M): Pues, podría ser por el valor que el hombre le da a la mujer, ¿no?

I: Ajá...

M: Porque si eres virgen, pues, este te valoran un poquito más. Si no, te dicen ``¡ay!, tú quién sabe por cuántos ya has pasado''.

I: O sea que, si tu no eres virgen, o si una muchacha no es virgen cuando se casa ¿como que ya ha tenido, bueno, muchos hombres?

M: Ajá...

I: ¿Por qué se juzga eso, el que una muchacha haya tenido otras relaciones?

M: Pues, yo creo que no se debería de juzgar, los hombres no nos deberían de juzgar porque ellos, pues también tienen sus experiencias y hasta más, con más libertad que una, ¿no? entonces, muchas veces, más bien, el hombre nunca lo ha entendido, ni creo que lo entienda.

En este fragmento Mercedes cuestiona los valores de la virginidad femenina apoyándose en una ética de la igualdad entre géneros y en una visión del comportamiento sexual como igualmente legítimo para ambos sexos. Aún con esta conciencia de sus necesidades, Mercedes no previno este embarazo no deseado.

Lo que estas viñetas ilustran es que es inexacto pensar que la existencia de prohibiciones garantiza su cumplimiento, ya que la relación entre los valores y las conductas es sumamente compleja, de modo que el prohibir no funciona, lo que hace falta es discutir, educar y garantizar las condiciones para el ejercicio de la elección personal, cualquiera que ésta sea.

Profesora investigadora del departamento de Educación y Comunicación de la UAM-Xochimilco.

1 Amuchástegui, Ana. 1998. Virginity and sexual initiation in Mexico: the dialogic negotiation of meaning. Tesis de doctorado. Goldsmiths College. Universidad de Londres.

--Warner, Marina. 1991. Tú sola entre las mujeres. El mito y el culto de la Virgen María. Taurus, España.