Ya son 4 los niños muertos en Polhó; diario, 220 consultas
José Gil Olmos, enviado, Polhó, Chis., 7 de enero Ť Desplazados de sus comunidades desde septiembre del año pasado, los indígenas simpatizantes del EZLN y de la comunidad neutral Las Abejas viven ahora los peores momentos de su condición de refugiados. A diario se realizan hasta 220 consultas por enfermedades diarreicas y respiratorias, y en sólo dos semanas ya han muerto de neumonía cuatro infantes.
En Polhó están refugiados 6 mil 13 integrantes de comunidades de base zapatistas y mil 700 de Las Abejas, señala Domingo Pérez Paciencia, presidente del concejo autónomo municipal instalado aquí. Dice que ya empezaron a construir las casas que servirán para que las habiten los desplazados y da a entender que estarán aquí durante un largo tiempo. ``Hasta que ya no esté el peligro'', advierte.
Hoy, después de muchos llamados, comenzó la ayuda de la Cruz Roja Internacional con médicos que de inmediato iniciaron la atención a los desplazados que en días pasados sólo eran revisados por promotores de salud, indígenas de las propias comunidades con conocimientos básicos de primeros auxilios.
De acuerdo con los datos proporcionados por estos promotores, diariamente se atiende a 80 personas con problemas de diarrea, y con fiebre ocasionada por infecciones respiratorias hasta 160 casos. Para toda esta población se tienen apenas cinco promotores de salud, quienes además ayudan a los que padecen infecciones en la piel.
En el consultorio improvisado con una mesa, unas literas y cajas de medicamento por doquier, se ayuda a los indígenas desplazados que forman filas que avanzan a toda hora del día.
Afuera, los hombres van y vienen con las cargas de maíz, ropa o láminas que les llegan para dar abrigo, techo y alimento a los refugiados. Los niños juegan con canicas o coches que les regalaron el Día de Reyes sobre la tierra que a veces recibe las cargas fecales de las letrinas que están hasta el tope. En los últimos días no ha llovido y la tierra se convierte en polvo que se mete por todos lados.
Mientras en la comunidad construida a la ladera de la carretera que va de Chenalhó a Pantelhó se trabaja para sobrevivir diariamente, a unos 100 metros los soldados siguen apostados en un retén que hoy se endureció. Apoyados por judiciales federales, las militares revisan minuciosamente los autos y buscan en las bolsas y en las ropas de quienes cruzan por esta carretera. Nadie se escapa y a los extranjeros los anotan en listas especiales.
``La gente no se regresa a sus casas porque no hay garantías, los grupos paramilitares siguen sueltos'', explica Domingo López Paciencia al recordar que los primeros desplazados en llegar a Polhó fueron las familias de Los Chorros.
Ahora reitera que se construyen dos nuevos campamentos para que los desplazados tengan un refugio más seguro. Pero advierte que no tienen el suficiente apoyo para comprar el material que se requiere. En tanto, los niños siguen enfermándose y reciben poca atención médica especializada.