La Jornada sábado 10 de enero de 1998

Enrique Calderón Alzati
¿Y qué podemos hacer?

Desde el 22 de diciembre México está de luto. Un conjunto de féretros en el Angel de Independencia forman parte de un rito funerario que se extiende por todo el país: 45 indígenas, niños, mujeres y hombres, con nombre y apellidos cada uno, con padres y madres, con hermanos, con hijos que hoy lloran la tragedia, fueron asesinados por la espalda, con saña, con odio irracional, incubado y alimentado por la irresponsabilidad e ineptitud de quienes supuestamente gobiernan a Chiapas y a México. Los muertos son también nuestros muertos, nuestro motivo de rabia y de vergüenza. Por ellos ya nada podemos hacer.

Su muerte era predecible; el escenario de injusticia, de terror y de muerte había sido preparado paso a paso allí mismo, en las narices del Ejército, que supuestamente está allí para evitar que estas cosas pasen. Sus jefes, y en especial su comandante supremo, nos deben una explicación de por qué su presencia, que tanto cuesta a la nación, no ha servido para nada, en el mejor de los casos. Hoy estos niños y estas mujeres y estos hombres están muertos, como otros lo fueron antes; sus ojos ya nunca verán la luz, nada podemos hacer ya por ellos.

Pero hay otros miles más de niños, de mujeres, de campesinos, de indígenas todos, que están en peligro de muerte, que están sitiados sin ropas, sin alimentos, que están muriendo de frío, de enfermedad, y que están amenazados por los mismos asesinos, solapados por el mismo Ejército y por el mismo gobierno. Y luego está la nación misma, en riesgo de colapso y de guerra civil. Tal vez por todo esto sí podamos hacer algo.

Para este próximo lunes, diversas organizaciones civiles, sindicatos, grupos políticos y el Partido de la Revolución Democrática, han convocado a una marcha que recordará a los caídos, pero que será también una respuesta clara de la sociedad diciendo a su gobernante y a su Congreso: ¡ya basta de esto!

Sí, sí podemos hacer algo; nuestra presencia en esa marcha será conocida en todo el mundo, será un mensaje de repudio al genocidio, a la violencia, a la guerra sucia y tramposa que ha aplicado el gobierno, será una expresión simbólica pero firme de respaldo a la Conai, a los indígenas y a los zapatistas; será un llamado de respaldo y también de exigencia a la Comisión de Concordia y Pacificación para que cumpla su propósito y razón de ser, será un grito de exigencia al Presidente para que cumpla, ya, con los compromisos establecidos en Larráinzar, y con la responsabilidad suprema de velar por el bien de la nación.

Hay más cosas que hacer: exigir el respeto y la protección de la Cruz Roja a los indígenas desplazados; investigar la responsabilidad penal que corresponde al ex gobernador Ruiz Ferro, y al ex secretario Chuayffet, así como a sus colaboradores cercanos; sacar al Ejército de Chiapas una vez probada ya su inutilidad, crear en fin las condiciones que aseguren el establecimiento de la paz.

Porque todo esto es necesario y posible, los mexicanos todos debemos unir nuestras voces de indignación en una sola que anuncie al mundo nuestro repudio y condena a la masacre, nuestra exigencia de que se deje a un lado la simulación y se cumpla con la ley de pacificación.

En la ciudad de México la cita es el lunes 12, en el Angel, a las 4 de la tarde. En otras ciudades el compromiso es similar: organizar y participar en marchas y eventos ese mismo día. Que no le quede duda al gobierno de que en esta guerra inútil que ha querido emprender, la sociedad mexicana está con los indígenas y le exige dar fin a la agresión.