Los precios del petróleo han bajado. En parte, la baja se debe a factores del momento como el anunciado aumento de las exportaciones de Irak, después de años de bloqueo. En parte, también, esto se explica por el temor de que la demanda mundial crezca más lentamente que el año pasado, después de los problemas financieros iniciados en algunos países de Asia y el Pacífico.
En ocasiones se amplifica el posible efecto y duración de esta baja. A veces se parte de la suposición, no siempre muy consciente, de que lo que baja seguirá bajando linealmente. En realidad, en el comportamiento de los precios del petróleo operan ciclos. En este caso, se trata de un ciclo cuyas fluctuaciones no son tan grandes como cuando el precio subió al triple en unos meses, o cayó a menos de la mitad en un lapso similar, entre 1973 y 1986. Entre los meses con un precio promedio más bajo y los que lo tienen más alto, normalmente la diferencia no pasa del 20 o 25 por ciento. Y si observamos tendencias de más largo plazo, éstas apuntan a un alza de precios, sobre todo desde mayo de 1994, ya plenamente superados los vestigios de la recesión que tuvo su punto más alto en 1992 en Estados Unidos y otros países.
Cuando el precio está más alto en el ciclo, en las condiciones actuales no se alcanzan a iniciar --como en los años 1974 a 1985-- grandes proyectos de inversión de largo plazo, pero sí se busca, con inversiones modestas, lograr aumentos en la producción para obtener un mayor beneficio de la venta de un producto que está caro. Además, la demanda crece más despacio que cuando el petróleo está más barato. Estos dos elementos contribuyen a una moderada saturación del mercado. Esto causa una baja en los precios y, a medida que éstos llegan a la parte más baja del ciclo, se van acumulando presiones al alza por un desaliento en la inversión productiva y un crecimiento más rápido en la demanda. Esto, a su vez, prepara las condiciones para un nuevo aumento de los precios petroleros, completándose el ciclo.
En este contexto, el planteamiento hecho hace algunas semanas por el secretario de Energía, en el sentido de que debería haber mecanismos de coordinación entre los países exportadores de petróleo que no están en la OPEP, cobra una gran actualidad. No es la primera vez que se hace algo así. Sobre todo en 1988 y 1989 hubo reuniones, en la ciudad de Londres, no sólo entre países exportadores de petróleo de fuera de la OPEP, sino entre éstos y la OPEP misma. Llegaron a asistir incluso representantes de estados petroleros de Estados Unidos y de la provincia petrolera canadiense de Alberta. Los resultados fueron periodos de cierta recuperación de los precios, hasta que el conflicto del Pérsico cambió las condiciones generales e hizo imposible, por un tiempo, que este proceso continuara.
Hoy, sin embargo, esas condiciones se vuelven a dar. La necesidad, y al mismo tiempo, la posibilidad, de que los países exportadores contribuyan, poniéndose de acuerdo, a que la materia prima que venden sea mejor pagada, se vuelve a plantear. Procede que se vayan dando pasos en el sentido al que apunta la mencionada declaración del secretario de Energía. Procede que la diplomacia mexicana, cuya nueva titular acaba de tomar posesión, vuelva a incluir este importante aspecto.