Masiosare, domingo 11 de enero de 1998



HUASTECA POTOSINA


CAMINOS QUE NUNCA SE HICIERON


Alberto Nájar/Fotos: José Antonio López


Cada vez más lejos la que sería ``gran epopeya del pueblo mexicano'', los encargados de la política social deben reconocer que ``el presupuesto palidece'' ante las necesidades de las regiones más pobres del país. Como queda claro en la Huasteca potosina, a un año de la visita en la que el presidente Ernesto Zedillo fijara el tono de la ``nueva relación'' del Estado con los pueblos indígenas.




Brinca sin control la camioneta de redilas. El chofer, un joven obeso que nació en la Huasteca y aprendió a manejar desde los 12 años, pone cara de espanto.

El camino de terracería que comunica Petatillo con Xilitla está cada vez peor. Tanto, que el experimentado conductor apenas puede evitar la volcadura.

Frena. Desciende del vehículo y procede a revisar la suspensión, los muelles traseros, las llantas. De los pasajeros ni se preocupa, al fin que ya están acostumbrados al zangoloteo.

``Es que el pozo no estaba, quién sabe cuándo se hizo'', justifica con una sonrisa. Reinicia la marcha, pero más despacio.

Mientras la camioneta sigue su paso por entre hoyos, zanjas, piedras y lodo, el monte a un lado y las cañadas donde se escurre la niebla por el otro, no se puede dejar de pensar que el susto no era necesario.

Porque el camino ya debía estar reparado. Al menos eso se anunció hace un año, durante la visita del presidente Ernesto Zedillo a la Huasteca potosina.

Fue el 23 de enero de 1997, la primera vez en 63 años que un mandatario visitaba estas tierras. Al final de un acto donde abundaron porras y aplausos, Zedillo anunció que estaban garantizados los recursos para concluir la red caminera, y que de hecho se habían cubierto 370 de los 540 kilómetros del programa.

``Ese será sólo un paso más, de los muchos pasos más que debemos dar para realmente lograr la justicia por la que ustedes han luchado durante tanto tiempo'', dijo a los indígenas, comuneros, cafetaleros, naranjeros y políticos reunidos en Xilitla.

Casi un año después, la camioneta de redilas que intenta llegar a Petatillo vuelve a atorarse. Esta vez el obstáculo fue un enorme charco lodoso.

* * *

La camioneta de redilas tarda dos horas en recorrer 13 kilómetros. Lo común en la Huasteca potosina, a pesar de las promesas presidenciales.

A principios del año pasado, en los alrededores de Xilitla se abrieron cinco brechas hacia comunidades indígenas, seis en Tamazunchale, dos en Coscatlán y una en Huehuetlán.

De poco sirven, dicen los pobladores, porque son medio transitables únicamente durante la época de secas. La lluvia las anega, aisla a las comunidades como siempre ha ocurrido. Y este invierno en que El Niño se divierte, las brechas no sirven.

Gaspar Betanzos, asesor de la Coordinadora de Organizaciones Campesinas e Indígenas de la Huasteca Potosina (COCIHP), asistió al mitin del presidente, escuchó su discurso, anotó los compromisos.

Evalúa: en el aspecto económico y proyectos productivos, no hay nada. En materia de salud las promesas se cumplen a cuentagotas. Y en el ámbito educativo las cosas marchan ``lento, muy lento''. Sólo tienen los caminos, pero ``esos no sirven''.

Rogel del Rosal, electo dirigente del PRD en San Luis Potosí estando en la cárcel, habló frente al presidente de la República aquel 23 de enero. Algo dijo de la necesidad de aplicar proyectos productivos integrales, en especial el Programa de Desarrollo Integral de las Zonas Cafetaleras. También se refirió a la falta de escuelas, caminos y centros de salud.

``No lo pelaron'', reconoce Betanzos. ``Seguimos igual, las cosas no cambiaron''.

El planteamiento de los productores independientes no es nuevo, e incluso las condiciones de subsistencia no son desconocidas para las autoridades. Un Cuaderno de trabajo de la región Huasteca, elaborado por la Sedeso en 1996, ilustra el tamaño de los retos:

``Del total de población (un millón 402 mil 692 habitantes), poco más de la mitad son indígenas.

``En materia alimentaria existe una parte de la población cuyos ingresos y alternativas de autoproducción no son suficientes para satisfacer sus necesidades básicas, y es por ello que requiere de atención prioritaria.

``La presencia de unidades médicas especializadas es nula y muy poco significativa la de hospitales generales.

``En la Huasteca sólo se cuenta con el 4.8 por ciento de las camas censables que se tienen en las tres entidades... Proporcionalmente donde hay menos camas es en San Luis Potosí.

``Específicamente en la región Huasteca sólo hay 569 médicos.

``El 72.3 por ciento de los habitantes no tienen agua entubada en sus casas.

``El rezago en la región Huasteca es casi del doble del rezago estatal''.

Son 689 mil 615 personas las que requieren inmediatamente la dotación de agua entubada. Sin embargo, ``en cada caso, atendiendo a la población señalada, apenas se cubrirían las necesidades para alcanzar el rezago promedio nacional''.

El 96 por ciento de los 56 municipios de la región Huasteca se encuentra en un nivel de muy alta marginación.

Y así. ¿Para qué añadir algo a los datos oficiales?

Algo que no aparece en los documentos gubernamentales, y que sólo es posible ver en un recorrido por los vericuetos de la Huasteca potosina, es que en cada pueblo, chico o grande, el negocio más lucrativo es la venta de cerveza.

En algunos casos existen hasta tres o cuatro depósitos por calle. De las marcas nacionales, la Corona es la que cuenta con mayor presencia.

A diferencia de otras regiones del país, aquí la Coca Cola no pinta.


Rosita se va

En el restaurante Los Callos, de Xilitla, una escena que a decir de los parroquianos es común. Sentados a una larga mesa, un grupo de amigos despide a Rosita, que se va a buscar fortuna a Ciudad Valles. El ambiente festivo cubre a los que se van, porque aquí son escasas las posibilidades de progreso.

``Sé que es para bien, que voy a mejorar, pero la verdad ahorita me siento.... ¡Uf!'', confiesa la festejada, a punto de llorar.

Rosita no fue la única que durante 1997 se marchó de Xilitla. Sólo durante noviembre, según cálculos de la mesera, que parece conocer a todo mundo, cien personas, entre hombres y mujeres, tomaron la decisión de emigrar.

La mayoría se fue a la frontera norte, para tratar de colarse a Estados Unidos, pero otros se quedaron en Monterrey y unos pocos en Ciudad Valles. Los principales focos de atracción de migrantes provenientes de la Huasteca.

En esta zona la emigración es un fenómeno natural. Quedarse significa enfrentar un futuro donde lo único cierto es que habrá mucho trabajo y pocas, muy pocas ganancias.

El régimen minifundista que domina en la región provoca que 98 por ciento de los 14 mil productores de café reciban, en promedio, ingresos de 7 mil pesos al año por cabeza.

Peor están quienes cultivan naranja. Debido a la oferta excesiva y la escasa demanda, las utilidades promedio, el año pasado, fueron de 3 mil 200 pesos al finalizar la cosecha. Por familia.

Esta situación obliga a buscar actividades alternas para allegarse unos pesos. Así, en todas las casas hay pequeñas hortalizas y huertos, y algunos metros de frijol y maíz destinados al autoconsumo. Crían gallinas, cerdos y, unas pocas familias, vacas.

Pero de todos modos no alcanza, y mucho menos cuando la naturaleza juega en contra. En 1997, debido a las variaciones climáticas, hubo una helada en la Huasteca potosina, que afectó las plantaciones de café.

Mucho grano se echó a perder. Un campesino nahua de Tazaquil, por ejemplo, le pidió a su vecino, don Nacho, que le hiciera favor de llevar cinco kilos de café a las oficinas de la COCIHP, lo único que pudo rescatar.

Al precio del mercado, el trabajo de un año le redituará 90 pesos.


Vacuna contra el EPR

Don Chabelo señala al oriente, hacia un cerro en el estado de Hidalgo. ``Allí es Sabino, allí andan los entorchistas'', dice.

-¿Y la guerrilla?

-No, por aquí no hay. Vinieron y les dijimos que si se trataba de organizarse que nosotros ya estábamos trabajando, que ya teníamos organización. Luego se fueron y no han regresado.

La mirada permanece fija en la terracería que enlaza a las dos comunidades. Tan cerca en distancia, unidas por las mismas carencias, abismalmente separadas en cuanto al clima político. A los habitantes de Petatillo un cerro los separa de la violencia.

Es la Huasteca. Tres estados distintos y un solo síntoma verdadero. Miseria.

En términos estrictos, el padecimiento de males comunes supondría la aplicación de iguales remedios. Pero al contrario de Hidalgo y Veracruz, donde la vía armada se explora como solución, en San Luis Potosí las comunidades parecen inmunes a la violencia.

Y las razones varían.

Gaspar Betanzos reconoce que en la región ``todavía no se ha llegado al nivel de reclamar todos los derechos'', y lo atribuye al fuerte corporativismo que prevalece en la zona, aderezado con una incipiente presencia de grupos independientes.

``Llegamos tarde'', reconoce, y por lo mismo no han logrado ganarse la confianza de los productores. ``La gente no tan fácil se arriesga a organizarse de manera autónoma, tiene miedo de que les vayan a reprimir o que les vayan a bloquear los apoyos que da el gobierno''.

Rogel del Rosal advierte que la razón de fondo es la canalización de demandas a través de las 74 organizaciones campesinas que existen en la zona.

``Se viven condiciones iguales, por no decir que en algunos lugares son peores, pero igual de jodidos. Hay las mismas condiciones económicas para que se puedan desarrollar los grupos armados, pero la diferencia es que en la Huasteca veracruzana y la hidalguense el nivel de cerrazón del gobierno y el corporativismo asfixiante, han hecho que esos grupos sean aceptados''.

Otros, como Isabel Morales Sánchez, don Chabelo, quien también preside la COCIHP, piensan que la respuesta es más sencilla: en la Huasteca potosina ``a la gente no le gusta meterse en problemas''. Como quiera que sea, en esta zona la organización productiva resultó ser una eficaz vacuna contra el EPR, y sirvió también para alejar a los soldados del Ejército Mexicano, cuya presencia es significativamente menor a la que mantiene a unos cuantos kilómetros hacia el oriente, en Hidalgo y Veracruz.

Los retenes se establecen en forma temporal y en distintos puntos. Son pocas las comunidades que reportan la visita de convoyes militares, y cuando llegan se dedican ``a peluquear, a lavar los dientes y a todas las labores que el gobierno del estado no hace'', comenta Del Rosal.

¿Está descartada la guerrila en la Huasteca potosina? Dependerá del gobierno, dice Rogel. Si como parece pretenden cerrar aún más las vías de comunicación y se olvidan de las necesidades básicas, el caldo de cultivo ahora amargo para los grupos armados se convertirá en delicioso terreno para su activismo.

Contrario a lo que piensa el gobierno, hasta ahora la presencia de organizaciones independientes es la mejor garantía de que habrá paz. Es una lección a aprender. ``Si nada más estuvieran aquí la CNC y la CCI, hace mucho que esto hubiera tronado''.