En 60 años ningún Presidente de la República había sido juzgado tan duramente como Ernesto Zedillo, como inepto para conducir la política-política. Según analistas serios, políticos de experiencia, incluso algunos de sus colaboradores, el doctor Ernesto Zedillo podrá tener virtudes tecnocráticas para las finanzas públicas, pero no sabe cómo ``operar'' el gobierno. Zedillo es además el primer Presidente que ha sido criticado, caricaturizado públicamente y sin reservas mentales. Sin embargo, es muy difícil negar que ha tenido sus avances. (Los críticos los atribuyen a la presión de los acontecimientos, el azar y hasta a la mano invisible.) Zedillo no sólo logró sobrevivir hasta la primavera de 1995 (lo que se suponía difícil en los primeros días de su sexenio), sino que ya cumplió la mitad de su término. Ha logrado una reforma electoral inédita y en la primera semana de este año reorganizó su equipo ministerial, sin que (aparentemente) pudieran resistirse los grupos de interés reaccionarios ni sus rivales dentro de la elite gobernante...
A pesar de esta consolidación, el Presidente y su grupo no deben cantar victoria. Este año podría terminar muy mal para ellos y para nosotros, si se producen uno o varios de estos hechos amenazantes:
Foco rojo 1. El gobierno no logra asumir su responsabilidad para garantizar la paz y la seguridad, ni en las capitales, que continúan asoladas por una delincuencia profesional, ni en las zonas indígenas y deprimidas del país: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, el sur de Veracruz, las Huastecas. Hay inquietantes indicios de operaciones militares en el acceso a las sierras, en distintas carreteras del país, en regiones a centenares de kilómetros de las cañadas chiapanecas.
Fue un terrible error deja ``pudrir'' el problema de Chiapas. El efecto de demostración de la rebelión y de la represión ilegal ``paramilitar'' podría contaminar muchas otras zonas de un país que ha sufrido una decadencia económica continua durante tres lustros.
Foco rojo 2. El gobierno no logra completar la Reforma del Estado. El complicado proceso de cambio queda incompleto. Los grupos de interés, la nomenklatura, se refuerzan. Las elecciones locales pendientes y la federal del año 2000 corren riesgos. El fracaso de las negociaciones anima a los radicales de todas las corrientes y descalifican a los moderados.
Foco rojo 3. No hay verdadero crecimiento. A pesar de la rápida recuperación macroeconómica luego de la crisis 94-95, nuestros problemas económicos y por lo tanto los sociales y los políticos se agudizan. Se ha menospreciado la realidad económica de las regiones y de los sectores. La ortodoxia neoliberal no permite el fomento industrial ni la flexibilización de los controles ortodoxos.
No aumenta la inversión extranjera o nativa a largo plazo, ni el empleo de modo significativo. La iniciativa de impulso al desarrollo continúa disociada y paralizada. La deuda interna crece. Aumenta la vulnerabilidad frente al exterior. Estados Unidos, acosado por sus propios problemas económicos, endurece los controles sobre la emigración mexicana. Poco a poco se va cerrando la válvula de escape, y millones de braceros no pueden entrar a Estados Unidos y cientos de miles son repatriados por la fuerza.
Foco rojo 4. El ataque desde afuera. El sistema financiero mundial empieza a dar signos de ingobernabilidad. México sigue pagando ya el precio de la globalización, pero todavía no ve sus ventajas. La crisis asiática, por ejemplo, agudiza la volatilidad de los mercados de dinero en todo el mundo. Golpea a Estados Unidos y hace más difícil que podamos aprovechar el ``cobijo'' de esa poderosa economía.
Los tecnócratas del Banco de México y de la Secretaría de Hacienda no oyen a sus críticos. El despertar del gobierno a la necesidad de actuar más radicalmente frente a la especulación es tardío e incompleto. No se establecen a tiempo las medidas recomendadas por David Ibarra. Podría terminar el año de 1998 sin mecanismos impositivos o compensatorios que nos permitan manejar mejor los flujos de dinero especulativo. A pesar de nuestros esfuerzos aperturistas, nuestra credibilidad es muy baja. Se nos critica nuestra corrupción, el crecimiento de la violencia interna, la lentitud de nuestra reforma política, y los expertos señalan que el ``riesgo país'' está aumentando. Las tasas de crecimiento económico continúan por abajo de la capacidad instalada de México. La falta de oportunidades y de crecimiento económico real provoca tensión constante en las capas media y pobres del país.
Los cambios recientes en el gabinete parecieran apuntar en el sentido de que Zedillo y sus asesores perciben estos problemas y los quieren encarar mejor. ¡Ojalá! Porque si se prenden dos o más focos rojos, es decir, si hay varias fallas simultáneas, México podría entrar de lleno en una etapa de ``tiempos revueltos''.
Para que no se nos tache de catastrofistas, pensemos en cómo el Estado mexicano podría dar una mejor respuesta a las amenazas que afrontamos. El próximo domingo les presentaré un perfil más optimista de 1998.