La Jornada lunes 12 de enero de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Las peripecias de la comisión sanitaria enviada a Chiapas muestran con claridad el extravío que afecta las decisiones y las acciones palaciegas, y la desesperación también oficial que ha llevado al montaje de evidentes maniobras propagandísticas, con la esperanza de que ayuden a mejorar la imagen de un gobierno crecientemente presionado a nivel internacional e incesantemente impugnado en el plano interior.

Mientras los segmentos duros de ese gobierno continúan avanzando en su proyecto de provocación (el intento más reciente fue el risible intento de un general de involucrar al obispo Samuel Ruiz en las acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por haber encontrado en un presunto campamento rebelde literatura religiosa editada por la diócesis de San Cristóbal. A propósito, encontrada que fuese en ese contexto una botella de Coca Cola, ¿ello sería prueba indudable de la complicidad de la trasnacional en la rebelión del sureste?), se desarrolla el doble juego que incluye la cara amable: declaraciones suavizantes del secretario de Gobernación, propuestas y estrategias políticas consensadas con partidos y dirigentes, y, desde luego, la caravana de la salud encabezada por el titular del ramo, el doctor Juan Ramón de la Fuente.

Sin embargo, la narración de Hermann Bellinghausen publicada ayer en primera plana -narrando los pormenores de la visita del secretario De la Fuente a uno de los puntos de obligada reunión de los desplazados chiapanecos- muestra con claridad los riesgos ya antes apuntados aquí de que la simulación y la ignorancia políticas pudiesen enturbiar el humanitario propósito de ayudar a los damnificados del sureste.

Linda fotografía, sin lugar a dudas, la que también en primera plana, acompañando el envío periodístico de Bellinghausen, muestra al citado secretario De la Fuente atendiendo con sus propias manos a una pequeña que, como muchos otros niños, sufre de enfermedades y carencias.

La tierna escena fue presenciada por los lectores, que así atestiguaron el cumplimiento de las órdenes presidenciales de atender a los desplazados, y antes también, en vivo, por el resto de la comitiva oficial que pudo sentir tranquilizada una porción de su conciencia al saber que uno (peor sería que ninguno) de los niños chiapanecos desplazados recibía el consuelo de la atención sanitaria gubernamental.

Sin embargo, para los indígenas de Chiapas están muy claras las cosas: no se pide caridad, sino justicia; no se trata de aparentar que se atiende un problema después de que se le tuvo irresponsablemente abandonado desde siempre; no pueden tener legitimidad las acciones que se toman para remediar una ínfima porción del daño generado por la indolencia y la complicidad del mismo aparato que dañó a la región entera.

Sirven, desde luego, los envíos: es necesaria, sin duda alguna, la atención a nuestros hermanos urgidos de médicos y medicinas, pero de ninguna manera se puede olvidar que las muertes, la miseria y la injusticia están allí a causa de la demagogia, el cinismo y la corrupción de otras partes integrantes de ese gran aparato que ahora envía su cara amable para atender, entre cámaras y reflectores, entre gobernador y diputados, ante los medios que difundirán esos nobles hechos, a una niña de mirada triste a cuya auscultación se inclinó el doctor De la Fuente para mostrar así la honda preocupación que asiste al gobierno federal por la situación de los desplazados.

Salta a la vista, sin embargo, aparte de la improvisación con que se decidió la integración y el inicio de la caravana propagandística encabezada por el secretario de Salud, la terrible falta de tacto político y el increíble desconocimiento de la realidad chiapaneca: así, el gobernador de la buena vibra, Roberto Vibralbores Guillén (quien se definió como un hombre ``de buena vibra'' cuando un conductor de televisión apenas le comenzaba a preguntar sobre los graves problemas de la entidad), deambula ante audiencias indígenas, convocadas a modo, esforzándose por que le crean que es sincero; así De la Fuente y su comitiva comenzaron su periplo visitando comunidades dominadas por los agresores de los desplazados y los muertos; así se recurre al expediente fácil de la sensiblería al atender en un escenario prefabricado a una niña enferma...

De lo que se trata -como bien lo han demandado muchos antes, y hoy lo harán de manera masiva otros más en la capital del país, durante una marcha que a partir de las 4 de la tarde irá del Angel al Zócalo, y en marchas y actos similares que se realizarán en otras partes del país y en algunas ciudades de otras naciones- es de que haya justicia verdadera y paz digna; que se castigue a todos los culpables de la masacre de Acteal; que se impida el funcionamiento de las bandas paramilitares; que cese la guerra de baja intensidad y el adoctrinamiento de soldados mexicanos contrainsurgentes, en el extranjero; que se impulse sin corruptelas el desarrollo social; que se conviertan en ley los acuerdos de San Andrés, y que cesen la discriminación, la explotación y el acoso contra nuestros hermanos indígenas.

Astillas: En el mismo marco de la disputa entre caridad y justicia se desarrolla con fiereza el conflicto del Nacional Monte de Piedad. De un lado están los señores que se han apropiado del control del dinero destinable a la asistencia privada. Ellos desarrollan el sentido de la caridad, no el de la justicia y, peor todavía, consideran que una estimable porción de la caridad debe servir no sólo para paliar las desgracias de muchos, sino también las necesidades de unos pocos, entre ellos los propios familiares y amigos. Ya antes, de manera abundante y detallada, se ha mostrado en esta columna cómo la Junta de Asistencia Privada y la camarilla encabezada por Víctor García Lizama han usado con un sentido nepótico, despilfarrador y oscuro, los dineros presuntamente destinados a ayudar a la gente pobre. Del otro lado, frente a ese persignado embolsamiento y desvío de fondos, está un peculiar sindicato, cuya cúpula ha sido acusada de proteger y propiciar corrupciones varias, y de defender un contrato colectivo de trabajo extremadamente proteccionista para los trabajadores. Cualquiera que sea la explicación que se prefiera para entender el conflicto del Nacional Monte de Piedad, lo cierto es que las autoridades laborales han considerado válido el movimiento de huelga y que el cacicazgo asistencial de García Lizama ha entrado en declive... Muy desesperados deben andar en el PRI para considerar que el ex gobernador oaxaqueño Heladio Ramírez podrá encauzar a ese partido en Chihuahua por un sendero de victoria electoral. Ramírez es el vivo ejemplo de ese priísmo de discurso avanzado, de apariencia progresista, que sin embargo se vuelve dinosaurismo puro a la hora del ejercicio del poder. En Oaxaca se tiene un claro registro de lo que significó el paso de Heladio Ramírez por el gobierno estatal. A ver cómo les va a los priístas norteños con su nuevo delegado del CEN...

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