La Jornada 12 de enero de 1998

Desplazados de Polhó aceptarían ayuda oficial por vía indirecta

José Gil Olmos, enviado, Polhó, Chis., 11 de enero Ť Sin llegar a un acuerdo definitivo, hoy se abrió la posibilidad para que los casi 8 mil indígenas desplazados por la presencia de paramilitares en Polhó puedan recibir ayuda humanitaria del gobierno federal, aunque no de manera directa, sino por medio de un mecanismo por definir en los próximos días, en el que podrían participar agrupaciones sociales nacionales e internacionales, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Los indígenas de 14 comunidades que salieron de sus casas desde mayo pasado, la mayoría simpatizantes zapatistas, insistieron en no recibir directamente la ayuda del gobierno -a quien responsabilizan directamente de ``intentar exterminarlos'', y de las condiciones de marginación, insalubridad y olvido en que se encuentran en los refugios construidos en las montañas de Los Altos de Chiapas-, sino a través de la sociedad civil, a la que pidieron su ayuda ``para recibir y revisar los envíos''.

``Pero que sepa bien el gobierno que si recibimos su miserable ayuda no nos vamos a conformar, ni con eso nos vamos a callar y menos vamos a dejar de luchar por nuestros derechos, la libertad y la justicia. Seguiremos sin descansar hasta lograr nuestro objetivo: la sangre de nuestros caídos no la olvidaremos ni traicionaremos'', dijo Domingo Pérez Paciencia, presidente del Concejo Municipal Autónomo de Polhó, quien cubierto con un pasamontañas leyó un comunicado que ya se tenía pensado entregar a la delegación gubernamental.

Antes de recibir cualquier apoyo oficial, los representantes de las comunidades de desplazados exigieron, sin embargo, tres puntos esenciales: sacar a las tropas del Ejército Mexicano, que han instalado retenes y patrullan la zona de conflicto, desarmar a los paramilitares y cumplir con los acuerdos de San Andrés.

``Nosotros los hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos indígenas tenemos la dignidad que el gobierno no tiene, por eso rechazamos, repudiamos y despreciamos a los gobiernos priístas, porque son hipócritas, mentirosos, manipuladores y asesinos de los pueblos pobres. Por eso decimos al gobierno que si quiere dar su ayuda a los desplazados, que sea a través de los organismos de la sociedad civil nacional e internacional, para que ellos lo revicen y vean si está bien.

``Pero no recibiremos nada directamente de las manos del gobierno, de sus funcionarios o de sus soldados federales, porque sus manos están manchadas de sangre indígena'', señaló el representante del municipio autónomo.

Rodeados por cientos de simpatizantes del EZLN cubiertos con pasamontañas y paliacates, que gritaban vivas al subcomandante Marcos, a la comandancia general zapatista y a sus propias autoridades autónomas, el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, y el gobernador Roberto Albores Guillén, insistieron en hacerles llegar ayuda humanitaria mediante la CNDH.

Sin poder entrar a la comunidad, a orilla de carretera, acompañado por miembros de la Cocopa en calidad de ``testigos'', el secretario de Salud aseguró que tenían ``los mejores propósitos y la mayor convicción'' para ofrecerles los servicios básicos que se requieren y atender las necesidades más urgentes.

Ahí, solo, a la entrada de Polhó, Juan Ramón de la Fuente quiso dejar en claro que este ofrecimiento es ``sin ningún tipo de condiciones''.

Mientras los demás delegados se mostraban nerviosos entre el tumulto de niños y hombres que no dejaban de toser, De la Fuente señaló que en la medida en que avance el diálogo para la paz y las condiciones generales de seguridad, los desplazados de Chenalhó podrían regresar a sus lugares de origen.

Ofreció alimentos, ropa y materiales para la reconstrucción de viviendas mientras dure el proceso de retorno y, en una visión a largo plazo, señaló que al proveer de servicios básicos a estas comunidades se podrían encontrar ``nuevos cauces que a su vez permitan que el diálogo político avance con mayor ritmo, y en un nuevo esquema de confianza y credibilidad''.

Mientras, el gobernador Roberto Albores Guillén les dijo. ``No queremos engañarlos, es un apoyo de emergencia, habrá otros programas muy contundentes, aprobados por ustedes''.

Aprovechando la primera oportunidad de hablar directamente con las comunidades de base del EZLN, Albores Guillén lanzó la propuesta de regresar, pero solo, a dialogar con ellos.

``Yo quiero servir, ayudar; no voy a molestar, estoy en contra de la violencia, me van a conocer con hechos concretos, para que ustedes crean en mi actitud y a las pruebas nos vamos a remitir'', dijo a los indígenas que incluso le aplaudieron.

Otro de los representantes de las autoridades autónomas advirtió a Albores Guillén que lo van a esperar ``para saber si trae la verdad como nuevo gobernador''.

Reclamó las muertes de Acteal e insistió en que el gobierno los quiere acabar porque son simpatizantes del EZLN. ``Pero no somos ejército, no somos tropa, no tenemos armas, nada'', aclaró tras demandar al secretario de Salud y al gobernador estatal que retiren al Ejército y a la seguridad pública, ``porque son ellos los que dan las armas a las guardias blancas''.