El patrón de prescripción de medicamentos tiene fundamentos científicos, pero quizá la minoría. El de ventas es aún más complejo, pues no requiere la prescripción. Uno de los principales determinantes es la estrategia publicitaria de las farmacéuticas. La mercadotecnia aumenta las prescripciones y las ventas de medicamentos, independientemente de su utilidad, seguridad y costo.
Los laboratorios hacen un esfuerzo, de diversa magnitud, para ajustar su publicidad a la verdad, y tienen un filtro y la aprobación por la Secretaría de Salud (Ssa). A pesar de ello, la información que ofrecen a los médicos suele ser vaga y en ocasiones inexacta o desorientadora. Un ejemplo de patrón de prescripción y de ventas inexplicable por la evidencia científica es el del ketotifeno, nombre farmacológico del Zaditen y el K-asmal.
El ketotifeno es un antihistamínico que se promueve intensamente como antiasmático en muchos países. Las mejores investigaciones publicadas lo hallan sin efecto antiasmático relevante o con uno igualado o superado por otros medicamentos. Por ello, ninguno de los principales lineamientos internacionales para el tratamiento del asma, provenientes de naciones desarrolladas o diseñados para países en desarrollo, recomienda su uso.
A pesar de ello, durante 1996 la venta de ketotifeno en México representó un increíble 17 por ciento del total de los medicamentos antiasmáticos, que sumaron cerca de 41 millones de dólares. De 2 millones de prescripciones para asma bronquial, 11 por ciento fue para ketotifeno y 18.3 para los antinflamatorios inhalados, considerados primordiales para el control del asma crónico. El 70 por ciento de ventas restante fue de medicamentos broncodilatadores, en general sintomáticos recomendables sólo para crisis asmáticas y para el control de molestias infrecuentes.
La popularidad del ketotifeno no es por su costo bajo. Atrae su administración oral, más simple que la inhalada y que reduce el tiempo de explicación y aprendizaje. Sin embargo, es más factible que se deba a las campañas publicitarias, las cuales originaron un sesgo médico en la prescripción que se ha mantenido. La fe que se le tiene al ketotifeno es amplia, a pesar de la mejor evidencia científica publicada que cuestiona su utilidad antiasmática.
La mayor parte de los beneficios que los pacientes con asma refieren pueden deberse a que su efecto antihistamínico mejora las reacciones alérgicas en nariz o piel, al efecto sedante o al efecto placebo. Las ventas del ketotifeno muestran que el control de la publicidad que ejerce la Ssa es imperfecto, y prueban que los médicos somos más susceptibles a la publicidad farmacéutica de lo que nos gusta aceptar. Ello ha sido reconocido por varias sociedades médicas, como la estadunidense y la británica, que han impuesto códigos de ética muy estrictos para reforzar que la prescripción médica sea independiente de la influencia de los laboratorios.
Por lo pronto, preocupa el gasto anual de casi 7 millones de dólares en ketotifeno, 60 por ciento del cual se utiliza para el asma bronquial, ya que para esa enfermedad hay mejores alternativas. Preocupa más que esas ventas excesivas estén respaldadas por prescripciones médicas y que las compañías productoras del ketotifeno organicen importantes y caras conferencias para el tratamiento asmático, que pueden mantener o extender el sesgo en los médicos.
Para contrarrestar la influencia de los laboratorios, es urgente contar con una información sucinta y oportuna de la utilidad de los medicamentos, y que se distribuya de manera nacional. Las ventas deben tener un patrón racional sustentado por la frecuencia de los padecimientos y la efectividad, seguridad y el costo de los medicamentos. Cada vez que el patrón esté deformado, como en el caso del ketotifeno, se necesitan un análisis detallado y, con base en éste, correctivos.
La Ssa puede revalorar la información que el laboratorio provee a médicos y pacientes, y fomentar la realización de conferencias médicas plurales. Por lo pronto, se vende más ketotifeno para el asma por propaganda, exagerada y con un sustento científico cuestionable, que por su utilidad.
* Jefe del Departamento de Fisiología, Instituto Nacional de * Enfermedades Respiratorias.