Con un costo de 63 millones de dólares y a 25 años del histórico aterrizaje en la Luna, la NASA lanzó una sonda espacial, el Prospector Lunar, cuya principal función, a lo largo de un año, será recabar datos que permitan realizar buenos mapas gravimétricos y de composición de la superficie del satélite. La sonda está equipada con un sensor capaz de detectar hidrógeno en la superficie lunar, hecho que revelaría la presencia de rastros de agua, como lo sugirieron algunos datos obtenidos en 1994 y que todavía son motivo de controversia.