Fernando Benítez
Vilipendio
Sí, el mismo día en que se realizaban actos en el Distrito Federal, estados de la República y ciudades del mundo con la exigencia de poner fin al clima de violencia en Chiapas, indígenas desarmados vivieron nuevos hechos de esa misma violencia. Como relata nuestro diario, centenares de indígenas hacían un recorrido hacia San Cristóbal de las Casas coreando sus demandas para el reinicio del diálogo de paz, y por toda respuesta recibieron disparos. De manera que en ``plena jornada de solidaridad mundial con Chiapas'' --como bien se le ha llamado--, los promotores de la guerra volvieron a matar.
Estos hechos demuestran que la pacificación de Chiapas no estriba en un cambio inútil y a destiempo de gobernantes, si no se le acompaña del desmantelamiento de las fuerzas criminales y estructuras caciquiles de la región.
La sociedad civil --de México y el mundo-- ya ha expresado su rechazo a la represión en Chiapas, y hasta ahora el gobierno federal sólo ha respondido con cambios de funcionarios. Es hora de ensayar un nuevo proyecto político viable y legítimo. Es hora de desmantelar la sangrienta oligarquía chiapaneca. Y es hora de acatar los acuerdos de San Andrés Larráinzar.