La Jornada 14 de enero de 1998

El municipio, bajo virtual ocupación indígena; los cuarteles, vacíos

Hermann Bellinghausen, enviado, Ocosingo, Chis., 13 de enero La ciudad fue tomada por los indios. Ocupada por el Ejército Mexicano desde enero de 1994, esta ciudad de 40 mil habitantes lleva dos días, literalmente, en poder de las organizaciones civiles de campesinos que de por sí gobiernan, constitucionalmente, el municipio de Ocosingo.

Los cuarteles de la policía municipal se encuentran vacíos; las barricadas de momento abandonadas. Buena parte de la guarnición policiaca de esta plaza se encuentra hoy encarcelada. Mayor flagrancia que la suya, ni en las películas gringas. Tiroflojo de pronto suelta el dedo, total y qué, pinches indios nos están roqueando.

Así murió Guadalupe, hirieron a Isabel su hijita y a Lázaro, y aterrorizaron a cientos de personas ayer por la tarde. Una cosa que por acá se nota es que la policía y los soldados casi siempre traen el dedo en el gatillo. Hasta las brigadas que salen a la panadería y el abasto, ponen guardias engatillados, y no pocas veces apuntando. Es lo cotidiano en las ciudades y poblados de esta parte de Chiapas.

Pero Tiroflojo y sus compañeros se dieron gusto, se acomodaron y dispararon, con cara de tengan ai. Antes no les dieron a más. Lo mejor fue la huida: disparar huyendo, a bordo de su camión, uno grande. Tengan ai.

--Estábamos protestando, les decíamos que no los queremos aquí, cuando la policía disparó, relata Gilberto Santiz López, hoy viudo de Guadalupe y padre de dos hijas: Isabel y Candelaria.

--Somos campesinos que luchamos por la paz y la justicia. Fuimos a Ocosingo a protestar por los maltratos del Ejército en nuestros pueblos. No los queremos.

El no quiere ni hablar con la prensa, pero sus compañeros lo animan, le dicen que aproveche, que diga lo que pasó. Es un hombre visiblemente zarandeado. Mal que bien tiene 35 años y eso le da un cierto aplomo, y una fuerza indescifrable a su dolor.

Acteal en Ocosingo: 12 de enero

A las 12 del día, la plaza de Ocosingo está llena. Tres mil campesinos realizan un mitin. Desde temprano, los miembros de la Organización de Cafetaleros de Ocosingo (Orcao) y las Aric-Unión de Uniones e Independiente, ya medio reunificadas, así como los barrios organizados de Ocosingo, tomaron pacíficamente la ciudad, en protesta por la matanza de Acteal. Coincide con las movilizaciones en todo el mundo por el mismo motivo.

Los accesos de Ocosingo duran bloqueados unas cuantas horas. Al fin de la mañana todos se dirigen a la plaza, a donde también llega gente de la CNPI y de las organizaciones de municipios vecinos Tzomán (Altamirano), Tres Nidos (Oxchuc), Arriera Nocturna (Zona Norte).

Esta cabecera, base clave del Ejército federal, está rodeada de cuarteles, a las puertas de la selva Lacandona por un lado, y la zona norte por el otro. Sucede que desde hace dos años gobierna aquí un concejo municipal de la Coalición de Organizaciones Autónomas, en la que se reúnen varias organizaciones de Ocosingo, el PRD, organizaciones de barrios y de derechos humanos.

El acto contra la matanza de Acteal incluye otras demandas.

--Levanten la mano los que quieran que salga el Ejército de Chiapas.

Toda la plaza se llena de manos y puños en alto, unánimes. Sigue el orador:

--Queremos que se cumplan los acuerdos firmados en San Andrés.

La plaza se llena de aplausos. En su mayoría tzeltales, los ocupantes del parque de Ocosingo se muestran bromistas, encendidos.

Hablan las distintas organizaciones. La Aric-Unión de Uniones, en voz de Celestino López, cuestiona seriamente la actuación de su hasta hace poco asesor omnipresente René Gómez Orantes.

--Quiso ser patrón --acusa. Y también que los sometió al control del gobierno.

Curiosamente, hoy mismo, mientras aquí se despide con cajas destempladas al último asesor que le quedaba en el terreno al maoísmo-salinismo, en el DF su jefe histórico y operador de Solidaridad, Adolfo Orive, quedaba al frente de los asesores de la Secretaría de Gobernación. Quienes serán los encargados, previsiblemente, de argumentar la nueva estrategia del gobierno federal hacia Chiapas. La Iglesia en manos de Lutero.

Acaba de salir una caravana de estas organizaciones hacia la región de los Altos, hasta Acteal. Todos los oradores hacen referencia a los grupos paramilitares, condenan su existencia, y se habla del MIRA, Los Chinchulines y los cara lavada de Paz y Justicia.

Guardar un minuto de silencio que dura más de un minuto. ``Dura un rato'', como dice un viejo tzeltal apoyado en el portal del ayuntamiento.

Los Cantares de Juan José, un dueto de músicos de Ocosingo, toma los micrófonos y con sus guitarras entonan, de su inspiración, el Corrido de Chenalhó. Con los músicos de nombre tan medieval concluye el acto:

``Señores quiero contarles/ lo que pasó el 22/ diciembre del 97/ en el pueblo de Chenalhó.// Un grupo de encapuchados/ ante el paraje de Acteal/ con balas interrumpió/ la plegaria y la oración/ de los que ahora muertos son.''

Son dos hombres morenos, de edad mediana, muy conocidos en las fiestas y manifestaciones de por acá.

``45 campesinos/ entre ancianos, mujeres y niños/ los que quedaron sin vida/ en esa triste mañana.''

Y luego de un solo de requinto, sigue:

``Mi mente queda confusa/ pensando cuál fue el delito/ para que los masacraran/ sin que tuvieran defensa.// De qué sirve ahora la cárcel/ si de luto quedaron las chozas/ desconsoladas llorando allá en la cañada.''

Como corresponde al corrido clásico, el canto termina con el envío:

``Vuela vuela torcacita/ allá donde está el Creador./ Pregúntale quiénes se esconden/ y quizás están satisfechos/ con esta salvaje matanza.''

La concentración se dispersa poco antes de las 13 horas. Los campesinos salen en grupos hacia los tres rumbos de Ocosingo. Unos quinientos de ellos, en la salida hacia San Cristóbal, frente a la gasolinera, increpan y lanzan piedras a un campamento de policía estatal. Una barricada que controla el acceso a la ciudad.

La balacera y lo que siguió, ya lo contó ayer, aquí, Juan Balboa.

Ocosingo-Altamirano: 13 de enero

Como consecuencia de la balacera, el plantón no se disolvió, y la ciudad siguió tomada, pacíficamente, por los indígenas. Aunque Guadalupe Méndez López murió casi instantáneamente, ayer fue conducida al hospital del IMSS en Altamirano. Hoy dictan una conferencia de prensa el presidente del concejo municipal de Ocosingo, Juan Vázquez, y el presidente municipal de Altamirano, Rogelio Santiz Méndez. Ambos se pronunciaron por el castigo a los policías y la desmilitarización de la región y el estado.

En el parque central de Ocosingo, los mismos de ayer pero más desvelados, no contaban con quedarse, participan en un nuevo plantón. Hablan las organizaciones que también hablaron ayer. Uno dice:

--Hoy de repente nos sucedió. Murió la compañera Guadalupe. Pero mejor morir luchando que morir de hambre.

Más dramático y directo será, más tarde, el síndico de Altamirano, Gabriel Montoya, al hablar frente al ataúd abierto de Guadalupe, en el Auditorio Municipal:

--Antes de decirle adiós a la compañera Guadalupe, originaria de Ocosingo pero que vivió aquí en Altamirano, quiero decir estas palabras a la multitud que está dando cobijo a un hombre solo con sus hijos.

Montoya, que pretendía ser sobrio y formal, humedece los ojos:

--Quiero pedirle al gobierno federal y del estado que controle a sus asesinos armados. Ya es hora de que los controle, antes de que el pueblo se salga de control.

Dice que hasta el 29 de diciembre había tranquilidad (relativa, se entiende) en Altamirano. Pero ``por orden de quién sabe quién'', se echó a perder el ambiente.

Los indígenas que rodean el ataúd levantan la mano abierta. Y Montoya dice:

--Compañera Guadalupe: por la libertad.

En seguida sale el cortejo de cientos de indígenas que acompañará la caja a La Garrucha, en el municipio rebelde Francisco Gómez, de donde era originaria la hoy occisa.

Ocosingo en Acteal: 12 de enero

En la misma hondonada que todos saben, en Acteal, se reúnen varios centenares de tzotziles y tzeltales. Los primeros son los refugiados de Acteal, los sobrevivientes del 22 de diciembre, que ahora levantaron un campamento menos provisional que el que tenían antes (lámina de cartón en vez de ramas y bolsas de plástico).

Los visita una caravana, parte del mitin que se efectuó esta mañana en Ocosingo. Vienen a saludarlos, a traerles varios camiones de ayuda. Son de Ocosingo, Altamirano, Chilón, Oxchuc. Pertenecen a las organizaciones Coao, Aric, Tzomán, Tres Nudos.

Todavía no saben que, después de salir ellos de Ocosingo, la policía disparó sobre sus compañeros. Lo que hay, una vez más, son rumores de ``un enfrentamiento''.

Antes de llegar aquí, se han encontrado con el concejo municipal autónomo de Polhó. Hay que decir que las organizaciones del norte y la selva que visitan Acteal son el gobierno constitucional del (todavía) municipio más grande de Chiapas (y segundo del país). Lo cual no ha servido este mediodía para que la seguridad pública del estado se abstuviera de disparar contra su gente.

Se dicen mensajes en sus lenguas, tan parecidas como, digamos toscamente, el portugués y el castellano. Hay emoción, y una alegría subterránea. Unos escalones de cerro más abajo están las tumbas de los 45 asesinados. Ya todo un santuario: una gran cruz tzotzil de madera, una imagen Guadalupana y un bosque de veladoras encendidas.

Roberto, el mismo polifacético Roberto que habló al gobernador Albores Guillén hace tres días en X'oyep, le mete al teclado electrónico mientras canta, cumbiero, con la tonada de La del moño colorado: ``Vamos todos a luchar/ a la sociedad civil/ para un México mejor./ Viva el pueblo con justicia.''

La batería, el bajo eléctrico y la guitarra la tocan otros de los refugiados que están en X'oyep. Las mujeres desplazadas acompañan desde las casas a los visitantes tzeltales (y algunos tojolobales), les convidan tortillas y les agradecen la solidaridad.

Anochece cuando los tzeltaleros toman rumbo de Ocosingo. Mientras bajan de los Altos se enteran de lo que le pasó a sus compañeros. Juan Vázquez, presidente del concejo municipal de Ocosingo, y Porfirio Encino, dirigente de la Aric-Independiente, acaban de ver en televisión, en un paraje chamula a orillas de la carretera, la película de la noticia. Y con él un centenar de campesinos se enteran de que se dirigen a un velorio. Multitudinario.

Un sentimiento de triste indignación los hace silenciosos. Una gran Luna llena sale de los montes de San Andrés y Chenalhó. Ilumina las caras de todos, trepados en las redilas de sus camioncitos. Se les miran pálidas, por lo plateado del resplandor. Porfirio y sus otros compañeros suben a los camioncitos y siguen a Ocosingo, lo más rápido que pueden.

Ocosingo: 13 de enero

Hay animación en la plaza central. Y tensión en los barrios. Al atardecer retornan a la plaza los centenares de indígenas que acuden a la cabecera municipal de Altamirano para recoger el cuerpo de Guadalupe. Sigue el mitin. Sigue civilmente tomada la ciudad.

Por la carretera rumbo a San Cristóbal circulan varios vehículos blindados de un servicio privado de seguridad. Algunos comerciantes y propietarios de Ocosingo, por lo visto, prefieren poner a salvo su dinero, aunque nada indica que, al menos los miles de indígenas que ocupan la plaza, pretendan amenazar sus propiedades.

Es un acto reflejo. En Ocosingo los rumores y los miedos se dan por puños, sobre todo entre quienes tienen billetes y riquezas. Durante el resto del día los indígenas bloquearon --una hora sí, otra no-- los accesos a la ciudad de Ocosingo.

Hacia las 22 horas se anuncia que mañana, 14 de enero, a la primera hora de la tarde, será en La Garrucha el sepelio de Guadalupe. Se anuncia como un acto multitudinario, donde convergerán todas las organizaciones independientes de la región, así como las autoridades municipales constitucionales.

--Será un acto muy, muy grande-- informa el concejo municipal de Ocosingo.