La Jornada 15 de enero de 1998

En La Garrucha, el cortejo fúnebre tomó el cuartel

Hermann Bellinghausen, enviado, La Garrucha, Chis., 14 de enero Ť Unas setecientas bases de apoyo del EZLN tomaron hoy unos minutos el campamento del Ejército Mexicano ubicado a orillas de esta comunidad, en terrenos que iban a ser milpa cuando los ocuparon los federales para atrincherarse.

``¡Fuera, fuera, fuera!'', gritan las voces graves de cientos de hombres con el rostro cubierto por un paliacate, alzando el puño contra la sorprendida guarnición militar que reacciona con expectación, nerviosismo, posicionamiento de hombres armados y filmación compulsiva.

El cuartel está en el camino al cementerio de la comunidad, a donde esta tarde condujeron el cuerpo de Guadalupe Méndez para darle sepultura.

El acto se vuelve una protesta de las bases de apoyo zapatistas contra la militarización que las ahoga, al grado de incluso interponerse entre ellos y sus muertos.

La voz del subcomandante Marcos llega por la emisora del EZLN, en la banda de 107.1 megahertz de frecuencia modulada, que agarra cualquier radio, después del entierro y la toma pacífica del cuartel militar de La Garrucha.

Sobrellevando la estática, el mensaje fue escuchado por los centenares de tzeltales de la cañada que se congregaron en el Aguascalientes para escuchar el ``mensaje de la Comandancia General'', con fecha 13 de enero. Debut en FM del EZLN.

Texto del Comunicado

``Comunicado interno. A todos los compañeros y compañeras bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Hermanos y hermanas: El Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del EZLN, comunica a todos los compañeros y compañeras, que la compañera Guadalupe Méndez López comenzó a vivir el día 12 de enero de 1998, cuando fue asesinada por poli- cías del gobierno en una manifestación pacífica en Ocosingo, Chiapas.

``La compañera Guadalupe Méndez López fue base de apoyo del EZLN y es originaria de La Garrucha, municipio rebelde Francisco Gómez, Chiapas, México, y suma su nombre al de los caídos en la lucha por la democracia, la libertad y la justicia.

``Desde las montañas del sureste mexicano, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Subcomandante insurgente Marcos. México, enero de 1998.''

Enseguida, la radio rebelde y temporalera del EZLN transmite el ``mensaje interno'' en lengua tzeltal.

Así termina, a las 4 de la tarde, lo que había empezado dos horas antes. Con ramos de flores blancas y oraciones en su lengua.

La ocupación pacífica del cuartel

Se reunieron desde temprano. Casi todos son zapatistas. Además asiste una comisión del concejo municipal de Ocosingo encabezada por el concejal Mario Hernández Pérez. Vinieron representantes de COAO, ARIC-Independiente y ORCAO, y traen un mensaje de los ocupantes hoy de esa ciudad. Informan que ellos están solicitando, de manera ``inmediata'', la presencia del secretario de Gobernación en la cabecera municipal. Es su estilo.

Pero aquí están enterrando los zapatistas a Guadalupe. Le dan un adiós religioso con el Evangelio, y el adiós civil con breves discursos. Los encapuchados tzeltaleros cargan el ataúd de la compañera caída. Van sus padres y hermanos, su esposo Gilberto que no es de aquí, van abuelos y parientes.

Una procesión se desplaza por el camino que va a Ocosingo, hasta un punto donde todos cruzan la cerca de púas que separa un predio. Incluso la caja la pasan por encima del alambrado. Y enarbolando el peso de Guadalupe como defensa, desafían a los soldados que empiezan a correr por las laderas. Brincan de sus barricadas, se orillan expectantes y ven pasar el cortejo fúnebre entre los comedores, las barricadas y las letrinas del campamento del Ejército Mexicano. Escuchan el coro largo, inacabable, del repudio.

-¡Fuera Ejército de Chiapas!

-¡Chiapas no es cuartel, fuera Ejército de él!

-¡No queremos retén, no somos rateros!

Después enfila la procesión en ascenso hacia el robledal del cementerio comunitario. La larga serpiente de cientos de metros de campesinos en fila india suben y suben y dejan atrás los soldados.

El entierro es un entierro: fosa cavada, tablas, baja el ataúd, tierra encima hasta cubrirla. Una mujer, una sola, llora en voz alta por todos, en un dolor que va cobrando cadencia, melodía. Sin cesar, agudo, desgarrado, acompaña la serie de paletadas, el ruido seco de la tierra, los murmullos de los hombres.

Jorge, de La Garrucha, en el camino de ida venía recordando a la ``compañera'', quien abandonó el pueblo hace nueve años al casarse con Gilberto, que la llevó a su pueblo. Así son las vidas de las mujeres casadas por aquí. Se transplantan, a veces para siempre.

Pero esos nueve años, ellos y ella fueron zapatistas, y lo son hasta el día de hoy. Ella, en otra parte. Sus familiares rodean a los jóvenes que se turnan con una roca plana, apisonando la tierra.

Al retornar, el cortejo se vuelve una manifestación que ingresa, audazmente, como no lo han hecho en todo este tiempo los civiles zapatistas de La Garrucha.

Una protesta por la ominosa presencia del cuartel. Una reivindicación simbólica de tierras que les pertenecen.

Cruzan por el centro de la guarnición militar, cientos de encapuchados, con ``fueras'', más estentóreos:

-¡Ni con tanques/ ni metralla:/ el pueblo no se calla!

Los soldados acechan, serios.

Son las 16:20. Vivas a Zapata, al EZLN, al subcomandante Marcos, ante los oficiales atrincherados, pero ya más serenos. Evidentemente, los indios nomás van atravesando. Les disparan puras fotos.

La muchedumbre sale por el pórtico del cuartel, hecho con esmero por los soldados, y símbolo de por dónde entra, y por dónde podría salir la ocupación.

Sobre la carretera, en la curva donde suelen poner su retén los soldados, los encapuchados de varios pueblos del municipio rebelde se detienen otro rato a gritar consignas en las que predomina, una y otra vez, la palabra ``fuera''.

Al fin, el cortejo se dirige al Aguascalientes a escuchar el mensaje radial de su comandancia. Gilberto, a la zaga del cortejo, dice con serenidad:

-Aunque me hayan matado mi esposa, voy a seguir luchando. No cambia nada.

Mañana darán de alta a su hija Isabel en Altamirano. Y se irá a resistir a su pueblo, en otra cañada, donde también está su hija Candelaria.