La Jornada 16 de enero de 1998

Admite represor argentino el asesinato de miles de opositores; ``no había otro remedio'', dijo

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 15 de enero Ť El ex capitán de la marina Alfredo Astiz rompió el silencio y reconoció que los prisioneros políticos de la última dictadura fueron asesinados dentro de un plan de exterminio, confesó que fue preparado para matar, torturar, destruir por la armada, habló de los plagios y la represión ilegal, pero dijo que no se arrepiente.

La entrevista publicada hoy en la revista Tres Puntos fue como una bomba expansiva ya que afirmó que son muchos los jóvenes oficiales que le sugieren que encabece un golpe de Estado y que se sienten ``acorralados'', y también dejó flotando la amenaza de que las fuerzas armadas tienen 500 mil hombres capacitados para matar.

``Yo soy el hombre mejor preparado técnicamente en este país para matar a un político o a un periodista, pero no quiero. Apuesto a este sistema'', dijo Astiz en otra parte de su testimonio que impactó aquí.

El ex marino fue acusado en Francia y Suecia por el asesinato de dos monjas francesas, Alice Domond y Leonie Duquet, y la joven sueca Dagmar Hagerlin.

En 1977 se infiltró entre las madres que pedían por sus hijos desaparecidos, y bajo el nombre de Gustavo Nino y haciéndose pasar por el familiar de desaparecido fue ganando la confianza del grupo de madres y religiosas que exigían la verdad.

Fue responsable del secuestro de 12 personas, entre ellas la fundadora de la agrupación Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor de Vicentini; también en este grupo estaban las monjas francesas.

A Dagmar Hagelin, una adolescente sueca, la mató por la espalda cuando esperaba ``cazar'' a María Antonia Berger, dirigente de Montoneros, sin embargo afirmó no haber asesinado a Hagelin, aunque sabe el nombre del asesino; el padre de la sueca dijo a una radio local que Astiz ``es un cobarde, un mentiroso''.

En la narración, en la primera entrevista que concede, asegura que le entregaban listas de las personas que serían secuestradas y trasladadas a la Escuela de Mecánica de la Armada: ``No se podía creer la información que tenían (los militares). Todos los detalles los tenían desde cinco años antes''.

Sin embargo, dijo que se opuso al secuestro de niños y que devolvió algunos a sus familias, relato que horrorizó a miles de familiares de los desaparecidos y desmintió a los jefes militares y a quienes sostienen que ``los desaparecidos están viviendo afuera'', ya que, dijo, ``los matamos a todos, los limpiaron a todos, no había otro remedio''.

Astiz no recuerda todos los nombres ni tampoco cuántos secuestros realizó: ``No discutía, primero porque soy militar de alma y lo primero que me enseñaron es que hay que obedecer. Pero además porque estaba de acuerdo. Eran el enemigo''.

Sostiene que estuvo ``en cuatro guerras: contra la subversión, estuve infiltrado en las líneas enemigas con los chilenos, cuando decían que no había guerra, estuve en las Malvinas y de observador en Argelia''.

En las Malvinas Astiz se entregó a los británicos, sin oponer resistencia, con toda su compañía y calificó de ``cretino'' al general Martín Balza, jefe del ejército, y de ``traidor'' a Adolfo Scilingo.

``¿Cómo va a decir que hay órdenes que no hay que obedecer?'', sostuvo en referencia a Balza, quien hizo una autocrítica pública de la institución y mantiene de que sólo se debe obedecer ordenes que correspondan a las leyes y a la Constitución.

Fustigó la posición de Scilingo por denunciar a sus ex camaradas y arrepentirse, quien comenzó a hablar en marzo de 1995 de los llamados ``vuelos de la muerte'' al periodista y escritor Horacio Verbitsky y ahora se encuentra en España, donde dio datos que permitieron al juez Baltasar Garzón disponer la prisión de altos jefes militares argentinos, aunque Buenos Aires no está dispuesto a extraditarlos.

``Igual te digo que no nos sigan acorralando porque no se cómo vamos a responder (los militares). Están jugando con fuego. Es como si Cassius Clay entra a tu casa. Te pega un día, dos tres, al final te cansas y aunque seas más chico le partís una silla en la cabeza. Igual no somos más chicos. Las fuerzas armadas tienen 500 mil hombres técnicamente preparados para matar'', dijo Astiz a su entrevistadora Gabriela Cerrutti.

``Yo soy el mejor de todos. Siempre me vienen a ver (sus compañeros). Yo les doy siempre el mismo mensaje: tranquilícense, pasó en todos los países. Hay que esperar, pero no se hasta cuando''.

Para Astiz, el presidente Carlos Menem es ``el peor de todos, mucho hermano, hermanito, y después te mata'', y amenazó al periodismo: ``para los periodistas ahora resulta que no existió la subversión. Tienen que cuidarse. Van a terminar mal''.

Sugirió que están ``exagerando'' con el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas: ``Ese fue el segundo'' dijo, y a la pregunta de ``cuál fue el primero'', respondió ``ése que tiraron al Riachuelo encadenado al auto''.

Se refería a Mario Bonino, periodista de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, crimen que la justicia local quiso encubrir como ``suicidio'', hasta que las gestiones del sindicato lograron una nueva autopsia donde se comprobó que lo habían tirado muerto al río.

La entrevista sucede días después de que Menem decretara erigir un monumento de conciliación nacional en el lugar que ocupa la Escuela de Mecánica de la Armada, lo que originó un masivo rechazo.

El gobierno pidió la detención del que era hasta ahora el ``muchacho'' preferido de la armada y quien estaba realizando nuevamente tareas de inteligencia; el jefe de la armada, almirante Carlos Marrón, le impuso 60 días de detención.

La ola de protesta por las declaraciones de Astiz abarcó todos los organismos de derechos humanos, políticos, personalidades, partidos, e incluso el propio bloque del gobernante Partido Justicialista tomó cartas en el asunto; la legislatura de Buenos Aires lo declaró ``persona non grata''.

Sin embargo, es muy claro que Astiz dejó flotando la amenaza de que existen 500 mil hombres que podrían volver a golpear y demostró que no está dispuesto a ser el ``pato de la boda'' de la armada.

Aunque ahora está detenido en una sede de la marina, lo dicho por Astiz es sumamente grave y expone como nunca la grave situación de impunidad.

Diputados del Frepaso entregaron un proyecto para abolir las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, dictadas bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, y luego hay una cada vez más generalizada oposición al indulto de Menem en 1990, que permitió a los jefes de la dictadura salir de prisión.

Lo sucedido demuestra que no se puede enterrar en el olvido un tiempo de muerte y terror, con 35 mil personas desaparecidas, niños robados a sus padres, sin que nadie haya sido condenado hasta ahora.