Enrique Calderón A.
Chiapas: las respuestas y las razones

Aunque entendemos que el nuevo secretario de Gobernación tiene pocos elementos para enfrentar la delicada situación del régimen, sabemos que ello no justifica sus desafortunadas declaraciones. Sus palabras sobre la rapidez de respuesta ante el asesinato de una mujer indígena en Ocosingo a manos de la policía local, como un indicador de la voluntad del gobierno para resolver el conflicto, ofende al pueblo de México. ¿Cuál fue la rapidez de respuesta del gobierno para evitar la masacre de Acteal? ¿Cuánto tiempo tardó el Presidente para cesar en sus funciones al señor Ruiz Ferro, ante su reconocida ineptitud y complicidad en la gestación de los actuales problemas de Chiapas? ¿Cuál ha sido la velocidad para dar cumplimiento a los compromisos contraídos en San Andrés Larráinzar?

El desprestigio en que ha caído el gobierno mexicano ante su propio pueblo y ante el mundo es un hecho irremediable y de graves consecuencias; la masacre de Acteal ha quedado registrada en la historia, con todas las agravantes con que se dio, como un acto cobarde e inútil que marcará de aquí en adelante a Ernesto Zedillo, de la misma manera que Tlatelolco marcó a Díaz Ordaz. La mancha no es para el hombre, no es personal, es para el Presidente de la República, lo seguirá en sus viajes internacionales y estará presente en sus discursos y declaraciones públicas, restán- dole credibilidad y autoridad, y esto será también malo para México.

El desprestigio es y será compartido por el PRI como una de las causas graves del conflicto; el hecho de que los asesinos materiales se declararan priístas, de que el PRI haya estado asociado con los grupos de poder local, con el tráfico de armas, con la conformación de las fuerzas paramilitares que durante meses han sembrado el terror en el estado, es hoy historia conocida, y el elemento final de su destrucción y descrédito.

La sociedad mexicana, el gobierno y el Congreso incluídos, está consciente y reconoce las causas legítimas del levantamiento indígena: la opresión, injusticia, marginación y atraso en que se le ha forzado a vivir.

De las causas, en cambio, que han llevado al gobierno y al Presidente a actuar como lo han hecho, con sus amenazas, volteretas, simulaciones y dilaciones, poco o nada sabemos. ¿Cuáles son los motivos que han llevado al Presidente, al gobierno, al Ejército y al mismo PRI a actuar como lo han hecho, a llegar al nivel de descrédito que hoy enfrentan? ¿Qué razones más existen para continuar su discurso hostil hacia la comandancia zapatista, y de difamación y hostigamiento al obispo Samuel Ruiz?

La razón esgrimida por el gobierno, de quienes garantizan la soberanía, la unidad e integridad del país supuestamente amenazadas por las demandas indígenas de autonomía, simplemente no son creíbles, a la luz de las políticas y principios exhibidos por el equipo de gobierno caracterizados, por un lado, en la entrega indiscriminada de la soberanía y el patrimonio nacional a empresas extranjeras, en aras de una supuesta modernización, y por otro en las estrategias utilizadas para dividir y conflictuar entre sí a los mismos indígenas.

Otra razón que se esgrime en los corredores de las oficinas gubernamentales es que ceder ante los indígenas constituiría una derrota política de gran dimensión, que daría una presencia y autoridad a los zapatistas que equivaldría a entregarles el poder. Todo esto es posible, sólo que entre más se aferren a su posición actual, eso es precisamente lo que están logrando: a nadie razonable le queda duda de que los indígenas son las víctimas y los mártires sacrificados estúpidamente por el sistema; al mismo tiempo que Marcos y los comandantes zapatistas son considerados como los nuevos héroes nacionales.

Una variante del razonamiento anterior es la de quienes consideran que ceder en Chiapas es ceder con los demás grupos indígenas del país, lo cual constituye una pretensión irrealizable en virtud de la dimensión del problema, por lo que se debe continuar la guerra de desgaste a cualquier precio. Este razonamiento es injustificable por el racismo que encierra; se trata de continuar la explotación e injusticia contra los indígenas.

Pero una razón más de la que poco se habla, y desde luego los círculos del poder no aceptan, es que la actuación y las razones del gobierno son las de un gobierno de ocupación, que responde sólo a intereses externos al país, y por lo tanto sus razones son incomprensibles y desconocidas para los ciudadanos del país gobernado.