En Brasco (Donnie Brasco), el realizador inglés Mike Newell (Sueños de abril, Cuatro bodas y un funeral) elabora la crónica de una banda de gangsters neoyorkina a finales de los 70, y los retratos de uno de sus miembros, el mafioso venido a menos, Lefty (el Zurdo) Ruggiero (Al Pacino), y el de Joseph D. Pistone, (Johnny Depp), el agente del FBI que logra infiltrarse en ese medio, asumiendo la profesión de joyero y el nombre de Donnie Brasco.
El guión de Paul Attanasio, basado en el libro de memorias del propio Pistone, Donnie Brasco: my undercover life in the mafia (1989), recrea el sistema de códigos verbales y comportamientos de los mafiosos de Little Italy, mientras que el propio Mike Newell declara haber realizado en Nueva York una investigación previa, infiltrándose en el medio, estudiando un lenguaje lleno de ambigüedades y sobrentendidos, un lenguaje hermético y parco, en definitiva no muy distinto al de la burguesía inglesa que presenta Cuatro bodas y un funeral. La fotografía de Peter Sova contribuye al tono semidocumental de la cinta, incorporando fotos fijas, imágenes congeladas y el trabajo de seguimiento de los propios agentes del FBI.
Newell toma distancias con su referencia fílmica más cercana, Buenos muchachos (Goodfellas, 1990), de Martin Scorsese, la cual relata su historia de mafiosos desde el interior del barrio y del grupo descrito, y no desde afuera, como sucede aquí con las miradas del infiltrado Brasco y el propio realizador británico. También se aleja de precedentes en el thriller (Charlie Varrick, el hombre que burló a la mafia, de Don Siegel, 1973, con Walter Matthau) y en la comedia (The freshman, Un novato en la mafia, de Andrew Bergman, 1990, con Marlon Brando y Matthew Broderick), para describir el proceso de degradación moral del agente Pistone, su fascinación con el medio en el que ha conseguido infiltrarse y con el propio Lefty Ruggiero (un Pacino de actuación inesperadamente controlada). En una de las escenas más fuertes de la película, Brasco-Pistone se ve obligado a asumir una conducta brutalmente racista en un restaurante japonés para evitar ser descubierto. Más tarde, al escuchar la cinta en la que ha grabado el incidente, el joven parece cobrar conciencia de la espiral de violencia y desprecio en la que se encuentra atrapado.
Otro aspecto que Newell señala muy bien es la dinámica de una desintegración conyugal, evidenciada en la perplejidad de Maggie Pistone (Anne Heche) frente a la nueva conducta desdeñosa e irascible de su marido. El director señala igualmente correspondencias entre diversas actitudes de los agentes del FBI y los capos de la mafia, códigos similares de conducta y apariencia física (ambos piden a Brasco que se corte el bigote, y ambos prometen hacer de él un ``hombre realizado'' al cabo de un largo proceso de formación). Pero el aspecto más interesante es la oposición entre el individuo y la organización social (institucional o delictiva). Pistone y Lefty Ruggiero comparten una frustración que los hace identificarse paulatinamente: la de ser ambos, como lo expresa el propio gángster en vías de jubilación, únicamente ``un pinche rayo en una rueda''.
En Brasco, Johnny Depp ofrece una de sus mejores actuaciones, sacando el mejor partido de un rostro a menudo inexpresivo que en segundos puede atravesar por registros expresivos de gran intensidad dramática. Este no es el caso de Pacino, pero tampoco solicita su personaje otra cosa que ese ánimo de mafioso malogrado, un tanto mitómano, moralmente vencido, que sí consigue transmitir muy bien, particularmente cuando intuye una traición que le costará la vida.
Como en una novela de formación, en la cinta de Newell cobran mayor relevancia la búsqueda interior y las crisis de los personajes que los incidentes en los que participan, mismos que el director no siempre presenta de manera muy afortunada (como el caso de la emboscada a una banda rival que culmina en una matanza y en el destazamiento de los cuerpos con detalles gore involuntariamente cómicos).
Los mejores aciertos de la cinta se ubican en la capacidad de observación social y sicológica de Mike Newell, en el doble movimiento que registra simultáneamente el ascenso de Brasco y la caída de Ruggiero, y en una corrupción moral que se transmite generacionalmente y que en ocasiones desvanece las fronteras entre el mundo civilizado y la barbarie que lo amenaza.