Antonio Gershenson
El recorte presupuestal

Sobre la base de bajar el supuesto oficial de precio del petróleo mexicano de exportación para el año que se inicia, la Secretaría de Hacienda anunció un recorte presupuestal de 15 mil millones de pesos, que afecta la inversión productiva, las transferencias a estados y municipios y otros renglones. Ese supuesto baja de 15.5 dólares por barril a 13.5, a dos meses de presentada al Congreso la cifra original.

Hace apenas una semana comentábamos en estas páginas los factores que explican los ciclos, los altibajos en los precios del petróleo. Ahora, la visión de corto plazo lleva a asumir que la actual baja del precio del petróleo, en enero, afectará al precio de todo el año. Es explicable que el operador que compra futuros de petróleo para venderlos la semana siguiente tenga esta óptica. Pero para todo un país y para el precio promedio de todo un año, deben considerarse ante todo las causas que tienen efectos de más largo plazo. Veamos los factores que han sido más comentados.

El aumento de las exportaciones de Irak, además de ser limitado y gradual, tiene un efecto que durará hasta que, por ejemplo, la OPEP se reúna para ajustar las cuotas de producción a la nueva situación. Lo único que podría alejar ese ajuste lo suficiente, sería una nueva guerra de precios como las de 1986 y 1988. Hasta el momento no hay indicios de esta guerra, y mientras no aparezcan no podremos tener bases reales para asumir una baja prolongada por tal razón.

Las altas existencias de crudo en los depósitos provocan, siempre, efectos de corta duración. Basta comparar los cambios en los volúmenes almacenados con los montos producidos y consumidos.

El llamado efecto dragón tiene también un impacto en la baja petrolera, más en la mente de compradores y vendedores que en la oferta y demanda reales. Primero, se magnifica el fenómeno si se dice que afecta a Asia, cuando que los países más grandes de ese continente tienen un crecimiento sostenido del 10 por ciento anual en el caso de China, y 5 por ciento anual en el de India. Ninguno de estos dos países ha devaluado su moneda. Segundo, la influencia de los problemas bursátiles y cambiarios de Tailandia, Filipinas, Indonesia y otros países de la región ha sido mundial sólo en el plano de las bolsas de valores.

Como estos países importan muy poco, la baja en sus medios de compra no afecta de manera importante a países de otras regiones. En cambio, los capitales que han salido de esos países o que dejan de dirigirse a ellos, no se evaporan sino que tienen otros destinos. Una parte de ellos se invierte en otros países, desde China hasta México. Otra parte importante ha ido y va hacia Estados Unidos, sobre todo en la compra de Bonos del Tesoro de ese país. Eso ha motivado una presión a la baja de las tasas de interés, lo cual es un elemento de reactivación económica y que prolonga el periodo de crecimiento sostenido en ese país. Estados Unidos consume la cuarta parte del petróleo del mundo, y un pequeño aumento en su consumo puede pesar más que las bajas en la demanda de los países de Asia-Pacífico. El petróleo no lo consumen las Bolsas de Valores sino la industria y otras actividades económicas. De ahí que tampoco el efecto dragón tenga repercusión de largo plazo sobre los precios del petróleo.

Eso nos lleva a que el anunciado recorte sea, en el mejor de los casos, prematuro. Puede ser un freno innecesario a nuestra economía. Y, además, no corresponde al argumento de que el ingreso fiscal mexicano depende en exceso del petróleo. Esto último es cierto, pero la conclusión no es mutilar el presupuesto, sino cambiar el régimen fiscal. Por ejemplo, la inversión productiva paga 34 por ciento de impuesto sobre la renta, otros impuestos y al final, el 15 por ciento de IVA. La compra de acciones en la Bolsa y su posterior venta no pagan un centavo de impuesto. Por lo menos el IVA se les debería de cobrar, y con ello ayudar a sanear las finanzas públicas. Como cuando se compran unos calcetines.