Masiosare, domingo 18 de enero de 1998



LAS METAMORFOSIS


DE JORGE ALCOCER


Jaime Avilés


Si Jorge Alcocer Villanueva, el flamante subsecretario de Desarrollo Político, recopilara todos los epítetos que ha escrito en Proceso y en Reforma contra el PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el subcomandante Marcos (a quien llama invariablemente Guillén) y la rebelión de los indígenas del sureste, podría tapizar de abajo a arriba la puerta de su nuevo despacho en la Secretaría de Gobernación.




Compañero de Silvia Hernández -la dinámica ex secretaria de Turismo que el 5 de diciembre cedió su puesto a Oscar Espinosa Villarreal, para que el último regente designado recibiera el pago y la protección del sistema en el gabinete del doctor Zedillo-, Alcocer, escribió el columnista Carlos Ramírez en El Universal del miércoles 14, entra a ocupar un espacio de ``discusión teórica'' donde se prepara la toma de decisiones políticas para la reforma del Estado, pero en el cual ``será un dique para el PRD, al que no ha hecho sino atacar desde que se salinizó''.

Una semana antes de ser llamado al equipo de Francisco Labastida Ochoa, Alcocer -anotó por su parte el comentarista Raúl Trejo Delabre en La Crónica del martes 13- estaba a punto de anunciar la creación de un partido de centroizquierda, todavía sin nombre, que organizaba en compañía del ex perredista Gilberto Rincón Gallardo.

Nacido en el Distrito Federal en 1955, cursó la carrera de Economía en la UNAM, donde coincidió con Adolfo Orive, Rolando Cordera y Carlos Salinas de Gortari. Pero después de obtener la maestría en esa disciplina, Alcocer Villanueva tomó otros derroteros, lejos del PRI y de la ultraizquierda.

En 1978 se afilió al Partido Comunista Mexicano (PCM), donde integró con el también economista Eduardo González, su amigo más entrañable, el dueto de ``Los Búfalos'', que solía jactarse de su solvencia académica, rara avis en un medio dominado por activistas obreros de escasa formación escolar.

Convertidos en intelectuales orgánicos del aparato, en 1980 ``Los Búfalos'' vivieron sin pena ni gloria la conversión del PCM en Partido Socialista Unificado de México (PSUM) pero en diciembre de 1981 se incorporaron como asesores y escritores de discursos a la campaña electoral de Arnoldo Martínez Verdugo, que empezó con una gira proselitista por el estado de Guerrero y coincidió en Acatempan con el candidato priísta Miguel de la Madrid.

Miembro de la comisión política del Comité Central desde entonces, Alcocer Villanueva experimentó un acercamiento paulatino a las posiciones ideológicas del grupo de Rolando Cordera, el Movimiento de Acción Popular (MAP), con el cual, años más tarde, acabaría convergiendo en las filas del salinismo. En 1985, el actual subsecretario de Gobernación fue elegido diputado federal plurinominal del PSUM, que en 1987 se transformó en Partido Mexicano Socialista (PMS).

Dos años más tarde, luego de las históricas elecciones del 6 de julio de 1988, el PMS recibió en su seno al grueso de la corriente disidente del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y se convirtió en Partido de la Revolución Democrática (PRD). Alcocer sobrevivió como dirigente del primer círculo a este nuevo cambio de siglas y fue comisionado para supervisar la transferencia de los bienes del PMS -que representaban el legado material acumulado durante más de 70 años por los comunistas- al naciente instituto político.

En ese proceso, recuerdan sus ex camaradas -que prefieren mantenerse en el anonimato porque ``no tenemos pruebas''-, sus manejos, dicen, ``no fueron muy transparentes''. Eran, en todo caso, momentos difíciles. Los priístas llegaron al destartalado edificio de las calles de Monterrey, se apropiaron de las mejores oficinas y uno de ellos, por ejemplo, dijo: ``A ver quién puede echar esto a la basura''. Esto era, nada menos, la memoria gráfica de siete décadas de propaganda comunista en México: una joya histórica.


Hacia las nubes

En el segundo semestre de 1989, Alcocer tuvo sus primeras discrepancias con Cárdenas, que se expresaron en una polémica interna con Adolfo Gilly sobre la política electoral del partido. El 24 y 25 de febrero de 1990, durante el sexto pleno del Consejo Nacional del PRD, fue acusado de mantener negociaciones sospechosas con funcionarios del gobierno de Salinas, en su carácter de representante del PRD ante la Comisión Federal Electoral. El 8 de abril fue revocado de su cargo. Y el 26 de diciembre renunció al partido, cuando ya se habían ido, a las cercanías del PRI, todos los miembros del ex MAP.

A partir de ese momento, Alcocer abre el Centro de Estudios para un Proyecto Nacional Alternativo, AC, que -dicen sus ex camaradas- se dedica a conseguir ``asesorías para el gobierno de Salinas y luego para el actual: esos negocitos que te pagan mil pesos por cuartilla''. Entre sus clientes figuraban el entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, y el actual gobernador de Morelos, Jorge Carrillo Olea.

Después de divulgar su renuncia al PRD -una carta de seis páginas que publicó íntegra Proceso-, inició una nueva etapa como articulista de prensa, marcada por una profunda animadversión al PRD. En 1993 funda la revista Voz y Voto y se vuelve escritor del periódico Reforma, en cuyas páginas destaca como antizquierdista furibundo. La aparición del EZLN, al año siguiente, amplía el horizonte de sus dardos.

Asesor de Jorge Carpizo, cuando éste fue secretario de Gobernación, en agosto de 1994 publicó un airado artículo contra la Convención Nacional Democrática del EZLN, denunciando que Marcos había contribuido a desforestar la selva Lacandona al talar tantos árboles para construir el Aguascalientes de Guadalupe Tepeyac.

El primero de diciembre de 1994 despertó como compañero de la nueva secretaria de Turismo. De 1995 a 1997 mantuvo sus negocios privados como asesor de las figuras del régimen y sus críticas públicas contra la oposición perredista y zapatista. En agosto de 1996 estuvo a punto de ser elevado a la presidencia del IFE, pero perdió ante José Woldemberg, que fue preferido por el presidente Zedillo. Finalmente, el lunes de la semana que hoy termina llegó a la subsecretaría de Gobernación, en medio de una de las peores crisis políticas del sexenio.