Durante la última asamblea general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) fue aprobado el denominado Examen Indicativo Previo a la Licenciatura, que busca, como todos los programas de evaluación que se han emprendido desde hace ya unos diez años, elevar la calidad de las instituciones de educación superior y sus egresados. Como cada programa de evaluación vigente, las medidas se realizan sin aplicar acciones específicas para mejorar el quehacer académico, elevar montos de los recursos que se requieren, apoyar la superación de las posibles deficiencias institucionales o contribuir a salvar vacíos y limitaciones en la formación de los egresados. Esa integralidad de las políticas y los programas ha desaparecido para ser sustentada por mecanismos aislados entre sí.
Es el caso que comentamos ahora. Este examen, como fue aprobado por la ANUIES, se integrará por un conjunto de pruebas que serán aplicadas a quienes estén a punto de egresar en ciertas carreras, por el momento, con el fin de medir y evaluar sus conocimientos desde una instancia externa: el Centro Nacional para la Evaluación (Ceneval). Esa prueba será un componente de referencia útil al estudiante para realizar su examen de titulación.
Esos exámenes fueron presentados y discutidos desde 1994, pero no aprobados por diversas causas, entre ellas porque no se había integrado coherentemente la propuesta pues el Ceneval se encontraba metido en el problemático Examen Metropolitano de Ingreso, y también por la fuerte oposición a éste entre diferentes rectores y sectores de las universidades. El nuevo examen debe ser, sin embargo, rediscutido -entre otras- por las siguientes razones:
1. La calidad del proceso educativo debe estar plenamente garantizada por la institución. Los exámenes que se realizan, deben por ello, emitir las pruebas suficientes para constatar la calidad de las habilidades, conocimientos, información y capacidades del alumno para su egreso. Si eso no ocurre, la propia institución cuenta con los componentes formales y académicos para que el estudiante pueda corregir y avanzar sobre sus deficiencias.
Un examen previo a la titulación pone en duda la probidad de la institución en referencia, y supone a priori que no podrá tener correctivos de superación. El mecanismo, pues, denigra a la institución y la coloca en condición de desprestigio ex ante. Es como la lógica de una mala justicia que puede atentar contra cualquier ciudadano, considerándolo delincuente hasta que se demuestre lo contrario.
2. La aplicación generalizada del examen puede conllevar implicaciones negativas para el estudiante que está a punto de concluir su titulación y acreditación, siempre y cuando llegara a convertirse en un elemento de referencia. Ello porque los exámenes se formularán y aplicarán de forma estandarizada, con lo cual no se tomará en cuenta de forma central los aspectos formativos particulares de cada institución, sus características y modalidades.
3. No queda claro, por tanto, de qué manera un examen externo y estándar podrá concentrarse en evaluar las distintas dimensiones de la formación académica y las diferencias del perfil de egreso construido por cada institución.
4. Ello puede presentar enormes dificultades para definir lo que se atenderá prioritariamente en el examen, desde el plano de los conocimientos, las habilidades, las destrezas, las conductas, el capital cultural. Por ejemplo, para los casos en que prevalece un enfoque pedagógico que privilegia las habilidades y las capacidades, por encima de los conocimientos repetidos y aprendidos de forma memorística.
5. En materia de costos, por la orientación que prevalece en el Ceneval, el examen tendrá un precio que será pagado por los estudiantes, pero hasta la fecha no se ha justificado por qué una empresa privada, como lo quiere ser el Ceneval, tenga que intervenir comercialmente en las universidades públicas.
7. Los resultados del examen pueden generar una idea equivocada de la eficacia y pertinencia de cada institución, porque en el caso de que se generen porcentajes altos de estudiantes reprobados se interpretará que ello se debe a las deformaciones de la propia vida institucional.
Ningún examen de ese tipo y por sí mismo podrá hacer superar las deficiencias de calidad. Eso sólo se podrá lograr de forma integral con medidas que atiendan la diversidad de las problemáticas y las ataquen de forma articulada. Ello debe ser tarea fundamental y exclusiva de las propias instituciones y no de un organismo externo. Este puede ser complementario y optativo, pero no coactivo ni normativo.