La Jornada 19 de enero de 1998

De un millón de mexicanos que cruzan al año, 200 mil optan por permanecer en Estados Unidos

Martha García Ť De casi un millón de mexicanos que cruzan cada año hacia Estados Unidos, 800 mil retornan a México y 200 mil deciden permanecer en ese país debido a que las leyes antinmigrantes han hecho más difícil su reingreso, afirmaron especialistas en temas binacionales. Esto ocurre a pesar de que los migrantes se establecen en condiciones cada vez más desventajosas.

Este fenómeno, que el investigador Jorge Santibáñez llama ``efecto bumerang'', consiste en que las medidas estadunidenses para contener la entrada de extranjeros propicia que los migrantes prolonguen su estancia, principalmente aquellos que van en busca de empleo.

El impacto de la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante (Acta 1996) refleja que el flujo migratorio ha disminuido, pero no ha detenido la ola de trabajadores mexicanos que pretenden emplearse en Estados Unidos, explicó en entrevista.

Con base en estudios de El Colegio de la Frontera Norte, aclaró que de casi un millón de mexicanos que cruzan anualmente hacia el vecino país, 800 mil retornan a México y 20 por ciento decide permanecer en Estados Unidos, y estos 200 mil son los que refuerzan la presencia de mexicanos en tierra estadunidense. Sin embargo, permanecen en condiciones desventajosas porque se trata de trabajadores temporales.

El sector agrícola, puerta de entrada

Por su parte, Agustín Escobar Latapí, integrante del grupo central a cargo del estudio binacional México-Estados Unidos sobre migración, aclaró que este grupo de migrantes espera la renovación de las contrataciones en los ciclos agrícolas.

Señaló que los trabajadores agrícolas constituyen reservas laborales excesivas que se utilizan por temporadas cada vez más cortas, a lo que se suma una mayor oferta de trabajadores mexicanos en esa rama productiva.

El especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Occidente (CIESAS), dijo que aunque gran parte de los empleos en Estados Unidos han dejado de ser agrícolas, ese sector es la puerta de entrada más importante del flujo migratorio.

Además, las jornadas se han reducido para los trabajadores agrícolas de 200 días anuales en los 80 a 160 días en los años 90, con las consecuencias directas en su nivel de ingresos y el costo del viaje en su circuito México-Estados Unidos.

Desde 1994, cuando se intensificó el control en la frontera norte, estos trabajadores abandonaron la migración circular tradicional y ahora pasan más días en el desempleo, aunque algunos se colocan en trabajos urbanos que tampoco se pueden conseguir fácilmente, sostuvo.

Escobar Latapí destacó que estos procesos marcan nuevas tendencias y lo que era un sistema funcional entre ambos países dejó de ser útil. En los resultados globales, agregó, los beneficios en México han disminuido, y lo mismo ocurre con los excedentes o ahorros en dólares que los migrantes enviaban a México, ya que ahora los retienen para poder subsistir temporadas más largas en Estados Unidos. Las remesas, de por sí magras, se han cancelado.

Investigaciones realizadas en Oaxaca señalan que las remesas que envían los trabajadores migrantes que están en Estados Unidos son de 100 dólares al mes, en tanto que las de Canadá --de empleados por contrato-- ascienden a mil dólares.

El estudio binacional indica que los migrantes nacidos en México tienen ``bajos niveles de capacitación'' (entre 91 y 92 por ciento tiene escolaridad menor de 12 años), lo que se ``refleja en los bajos ingresos y altas tasas de pobreza de los residentes permanentes en Estados Unidos''.

Esta situación, sostiene el documento, ``se exacerba por el estatus no autorizado de muchos de estos migrantes''. El investigador de El Colegio de la Frontera Norte, Jorge Santibáñez, apuntó que 80 por ciento carece de documentos.

Al abundar sobre la política antinmigratoria del gobierno de Estados Unidos, el especialista destacó el carácter selectivo y de administración de los flujos migratorios, como lo ejemplifica la triple barda de 30 kilómetros en la frontera sur, entre Tijuana y San Diego.

Resaltó que por lo general los migrantes buscan cruzar en el kilómetro 31, donde es más difícil porque ahí están las montañas y el desierto, y esto obliga a mujeres y niños a desistir del intento, lo que no ocurre con los hombres jóvenes y solteros, mano de obra que sí interesa a los estadunidenses.

En conclusión, Santibáñez expuso que las recientes leyes propician la estancia permanente de los migrantes, y eso no significa que el flujo migratorio disminuya. De hecho, comentó, ``no haría predicciones sobre deportaciones masivas'', debido a que ``este tipo de leyes se generan para tenerlas en el cajón y utilizarlas cuando la economía entra en recesión; es algo así como apuntar, cortar cartucho y disparar cuando se quiera''.