La Jornada 19 de enero de 1998

REIVINDICAN TZELTALES Y TOJOLABALES LAS RUINAS DE TONINA

Hermann Bellinghausen, enviado, Ocosingo, Chis., 18 de enero Ť En contra de la opinión de la gran mayoría de los habitantes de la vasta región indígena de Chiapas, la decisión de militarizar de manera permanente dicha zona parece tomada.

Contra lo que es un clamor creciente en la selva Lacandona y los Altos, justamente de las comunidades que piden derechos plenos, la presencia del Ejército federal impone el elemento coercitivo y amenazante, a las decisiones y negociaciones políticas.

Frente al cuartel de la 39 Región Militar una mujer tzeltal dice:

--Las comunidades estamos contra la irrupción violenta del Ejército en nuestra vida cotidiana.

Si alguien duda de las proyecciones de permanencia del Ejército federal, tendría que ver estas instalaciones nuevas y en progreso, sobre una vasta extensión de rancho en el camino a Toniná. Son las edificaciones más grandes y modernas de todo el valle de Ocosingo: unidades habitacionales de varios pisos, bloques de oficinas, altos edificios que son atalayas, dormitorios, servicios y diversos campos de entrenamiento. Una población estable de varios cientos de efectivos de la Sedena, y los mandos de la región.

Se unen varias organizaciones

Un millar de indígenas de distintas organizaciones (todas las independientes, incluida la ARIC ex oficial) realizan esta tarde un acto de protesta frente al nuevo campo militar. Llaman la atención los reiterados ¡vivas! al subcomandante Marcos y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), siendo que se trata de un acto de otras organizaciones indígenas de la región.

Vinieron muy serios, a pie, con la bandera nacional al frente, después de ocupar simbólicamente el sitio de Toniná, esta mañana. Antes de dirigirse al Ejército federal, entonan el Himno Nacional.

Un joven líder tzeltal comenta, en corto:

--¿No se dan cuenta que la militarización une nuestras organizaciones?

La vida del cuartel se paraliza de momento, concentrada en la manifestación de los indígenas, quienes leen una proclama y la entregan después a un capitán que, acompañado por dos mujeres oficiales, recibe el documento.

Allí se detallan las incursiones de tropas federales en más de 30 pueblos, desde Agua Azul, Patihuitz, Ibarra, Altamirano y Betania, las Cañadas. Con fecha, hora y datos precisos, se relatan las incursiones a Calvario, San Caralampio, Cruce Monte Líbano, La Garrucha, Patihuitz, Prado Pacayal, La Sultana, Suchilá, Soledad, San Quintín, Emiliano Zapata, Ibarra, Candelaria, Jordán, Chapultepec. En Jerusalén se instalaron, de fijo, 500 soldados enfrente. Entraron tropas a Morelia, Primero de Enero, Lucio Cabañas, Nueva Esperanza, 10 de Mayo, San Miguel. Esto, sólo en los primeros días de este enero.

Además está la inconformidad por los retenes, omnipresentes y severos, que abundan por todos los caminos, en todos los municipios indígenas de Chiapas. (Constitucionales, autónomos, rebeldes: todos).

--Entran a las casas. Revisan las casas. No respetan nuestras razones ni modo de vida.

El mensaje de las organizaciones, exigiendo la salida del Ejército federal de las comunidades chiapanecas, toca fibras sensibles: los soldados, dicen, ``no aman ni cuidan nuestro territorio, como nosotros lo cuidamos''.

--Contaminan los ríos y lo demás donde trabajamos --dicen los manifestantes tzeltales a las tropas de la flamante ciudadela, la cual, en su parte posterior, tiene un tiradero de basura ocupado esta tarde por una bandada de zopilotes satisfechos.

¿Edificaciones definitivas?

El signo de permanencia de los cuarteles del Ejército federal se cifra en su extensión y en la progresiva urbanización del entorno. Lugares tan improbables como San Quintín, al pie de los Montes Azules, la última reserva de la biosfera, de pronto se convierten en suburbias de cemento, asfalto, concreto y metal.

Es significativo que dos importantes comandos de la VII Zona Militar se hayan trasladado recientemente a dos comunidades indígenas. La 36 Región, con sede en Tapachula, instaló su comandancia en Amparo Aguatinta, un pueblo que es cabecera del municipio autónomo Tierra y Libertad. Y la 39 hizo lo propio en el pueblo tzeltal de Bachajón, en Chilón.

Las quejas por el alcoholismo, las drogas y la prostitución que trae a las orillas de las comunidades esta abundante colonización castrense, son unánimes en el norte, las Cañadas, Selva y los Altos.

De eso trata, justamente, la marcha que hombres y mujeres campesinos efectúan hoy desde el terrible sitio de Toniná hasta el cuartel de la 39 Región.

Con el señor del inframundo

A pocos pasos, en picada, del Tzotz-Choj de piedra, en el ámbito del señor del inframundo, en uno de los sitios turísticos de la Ruta Maya, de consumo global, se reunieron esta mañana miembros de la ARIC Independiente y la Unión de Uniones, Orcao, Tzomán, Tres Nudos, CNPI, Barrios de Ocosingo, Coao.

Así terminaron una semana de ocupación pacífica e intermitente de la ciudad de Ocosingo (a 12 kilómetros de Toniná). Ocupando el centro ceremonial (que la mayoría de los indígenas hoy pisa por primera vez), los campesinos e indígenas se pronuncian, reiteradamente, por el retiro del Ejército federal, el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, el desmantelamiento de los grupos paramilitares y el establecimiento de una verdadera negociación de paz.

Los mismos clamores encuentra uno en los Altos (San Andrés, Chenalhó, Mitontic), en la zona norte (Tila, Sabanilla, Tumbalá, Chilón), en otras partes de la selva. Mañana marcharán los indígenas de la CIOAC de Simojovel, El Bosque y Bochil hacia la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, contra la militarización, y prácticamente las mismas demandas de los de Toniná.

Las organizaciones independientes de las Cañadas efectuarán, en los próximos días, un plebiscito sobre la militarización. La inconformidad parece generalizada.

Dice Mariano, un tzeltal de por aquí:

--Nos dicen y dicen palabras, pero lo que vemos, y sentimos, es los campamentos y los cuarteles, más y más.