La Jornada martes 20 de enero de 1998

Alberto Aziz Nassif
Fin de 24 Horas

Desde hace algunas semanas se conoció la noticia: Jacobo Zabludovsky y su programa 24 Horas llegan al final; este lunes 19 de enero fue su última emisión. Después de permanecer prácticamente 27 años al aire, en horario estelar y en el canal con mayor audiencia de la televisión mexicana, este programa, que hizo una época en el país, se acaba. El hecho tiene relevancia pública y está lleno de significados.

Hay un punto de partida incuestionado, el cambio en Televisa no se anticipó a los cambios políticos, económicos y sociales del país, sino que es una consecuencia de ellos. Esta empresa de televisión tampoco empujó los cambios, sino que en múltiples ocasiones los ocultó y se resistió a ellos.

Cuando argumentos que utilizan los académicos llegan a ser de uso común en la opinión pública, eso puede implicar cambios en la visión del país. Por ejemplo, cuando Jacobo, como se le conoce popularmente, afirma hoy en día que su noticiero se emitía en un país con un sistema de partido de Estado, hegemónico, que ha dejado de existir, no se puede dejar de lado que durante casi toda su existencia el programa 24 Horas fue una fiel expresión de ese sistema. El mismo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, cerró filas y declaró que su empresa era priísta.

No se puede dejar de reconocer que por las 24 Horas de Jacobo no circularon los movimientos y los personajes que protagonizaron cambios relevantes en las últimas dos décadas. No estuvo en el fraude electoral de Chihuahua en 1986, tampoco en el movimiento cardenista de 1988 y la caída del sistema ni en la marcha navista de 1991 o el levantamiento zapatista de 1994.

Pero no sólo fue el silencio, como el 6 de julio de 1988, sino las versiones tendenciosas como en el caso de la entrevista a los dos medios hermanos de Cuauhtémoc Cárdenas. En esas pantallas estuvo vetada la oposición y sus demandas durante años, y sólo había espacio para las versiones oficiales del país y para el entretenimiento; muchos de los problemas vitales de los ciudadanos no tenían permiso de entrar a la televisión; una buena parte del país real no era transmitido por el país de la televisión. El contrapeso lleva a ver que hubo también momentos destacados de información, por ejemplo, la amplia cobertura de los sismos de 1985 en la ciudad de México.

La apertura que han tenido los medios de comunicación ha sido lenta y desigual: primero fue la prensa escrita, que hoy tiene espacios muy amplios de libertad y de crítica e, inclusive, se ha convertido en un factor indispensable del desarrollo democrático del país; luego vino la radio, en diversos espacios noticiosos le ganó la carrera a la televisión y a pesar de ciertos esquemas de censura --como el que se practicó con algunos comentaristas políticos en la pasada campaña electoral de 1997-- es hoy un espacio abierto; finalmente, está la televisión que se mantuvo cerrada y ajena al mundo real hasta hace muy poco tiempo. Hoy existen cambios que han abierto espacios televisivos, se ha iniciado una nueva etapa de libertad de expresión en donde la industria de la televisión busca aumentar su auditorio, existe competencia y la credibilidad de la ciudadanía es indispensable para sobrevivir. Hay casos muy representativos de esta nueva televisión: el Canal 40 y su programa Realidades; Detrás de la Noticia de Ricardo Rocha en Televisa; Blanco y Negro de Javier Solórzano y Carmen Aristegui en Multivisión; todo ellos son una muestra de este cambio, de cómo el país real entró a las pantallas chicas.

El fin de 24 Horas es una expresión emblemática de una época que termina, en la cual resulta difícil separar a la persona de la acción, como en el caso de Jacobo. El Tigre ya murió y hay una nueva generación al frente de Televisa, la cual no quiere tener los compromisos partidistas de antes; la competencia de Televisión Azteca que ha ganado una parte considerable de la audiencia nacional en una intensa lucha por el rating; el desprestigio y la falta de credibilidad de la ciudadanía como valores importantes para una política noticiosa, son todos factores que llevan a la nueva estrategia noticiosa que hoy emprende Televisa.

A pesar de ello no hay garantía de que la calidad informativa vaya a incrementarse, el ejemplo más claro lo tenemos con el noticiero Hechos, el cual tiene un esquema más dinámico y agresivo pero no logra tener la calidad y la apertura noticiosa que se necesita en estos momentos. Lo importante hoy no sólo es que aparezca el país real en las pantallas chicas, sino que la selección de las notas sea objetiva, amplia y equitativa; que las modulaciones en los tonos y en los tiempos logren presentar el pluralismo que hoy se vive en México; que la televisión sea espacio de información, de crítica y de contrapeso a los otros poderes. Adiós a Jacobo y a sus 24 Horas.