Andrés Aubry y Angélica Inda
¿Venganza o truco paramilitar?
Como se sabe, la Procuraduría General de la República sostiene la tesis controvertida de la venganza para ``esclarecer la verdad histórica'' de la matanza de Acteal. En desplegado de prensa fechado 16 de enero de 1998 (La Jornada del 19, p.13), se basa en los presuntos sentimientos de Antonio Vázquez Secum, padre de Agustín con los mismos apellidos, asesinado un mes antes en Quextic el 17 de diciembre.
Las circunstancias de este homicidio están documentadas por un escueto comunicado de prensa conjunto emitido el 18 de diciembre por la Conai y el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, y un día después por un extenso comunicado del Consejo Autónomo de Polhó, leído en conferencia de prensa en un hotel de San Cristóbal para explicar por qué la delegación zapatista no asistía a la última sesión (programada para el 19) del diálogo de Las Limas (iniciado el 5) entre las partes.
Los hechos fueron testimoniados, además de los ya mencionados, por dos miembros de la CNDH y otros dos de su simétrico estatal de la CEDH, por ser todos ellos integrantes de la Comisión de Verificación decidida en los mismos diálogos; aquel día, la representación del Ayuntamiento Constitucional de Chenalhó, sin presentar disculpas ni explicaciones, no se presentó en el terreno de los hechos.
La sesión del 11 había desembocado en un pacto de no agresión, y la del 16 en la formación de la Comisión de Verificación mencionada e integrada como ya está dicho, la cual debería entrar en función el día siguiente,el 17.
Antes de que la Comisión (mutilada de su representación municipal) llegara a Chimix por la mañana del 17 después de algo más de dos horas de viaje desde San Cristóbal, la ambulancia municipal y el Ministerio Público ya estaban presentes pero, en Quextic, la policía de Seguridad Pública, aparentemente drogada, le cortó el paso. Insistiendo después de presentarse, la Comisión (con la impresión incómoda de sentirse secuestrada y, luego, al pedir ser conducida hasta el destacamento militar, de caer en una emboscada), recibió una información incoherente: primero que no había pasado nada, luego que un carro había arrollado a un paisano, y finalmente que había habido una balacera. Los priístas, agresivos, atribuían al EZLN el homicidio y hasta querían canjear al muerto con un integrante zapatista de la Comisión. Pero nadie, ni siquiera el agente del MP pudo dar fe ocular del ilícito, el cadáver de la víctima fue tapado sin que se pudiera identificar a Agustín, la víctima, a quien lloraban su esposa y familiares. En cuanto la policía, de repente, reabrió el paso a los carros para que pasara la ambulancia (que, en vez de ir a un hospital, se inmovilizó en Yabteclum --en donde periodistas habían ubicado a francotiradores, armas y parque); los varios integrantes de la Comisión y la periodista extranjera que los acompañaba aprovecharon para escapar y regresaron a casa, todos muy alterados por el susto.
Resumiendo: la víctima era del PRI; se culpaba al EZLN de ser el victimario; todo un escenario había estado montado de antemano (MP, ambulancia, resguardo de fuerzas armadas); pero el trabajo de la Comisión y del mismo MP fue imposibilitado y hostilizado tanto por el PRI local como por policías y militares (quienes prohibieron fotos y hasta tomar apuntes), y la ambulancia fue desviada.
La explicación del Consejo Autónomo de Polhó es la siguiente: ``la muerte de este priísta le echan la culpa a las bases de apoyo del EZLN pero, en esa comunidad, no hay ninguna base de apoyo del EZLN, además está siempre rodeada de seguridad pública, paramilitares y soldados federales. El priísta que murió es una persona que tiene algo de dinero y no muy le gusta meterse en problemas. Meses antes, los priístas de Chimix habían despojado de tres armas al priísta que murió. El Ayuntamiento priísta de Chenalhó ha estado violando acuerdos desde que empezó el diálogo (aquél del 5 al 19), bloqueando los trabajos de la Comisión de Verificación, cometiendo más asesinatos, quemas de viviendas y obligando a que hayan más desplazados. Toda la sociedad civil de Quextic el día 18 de diciembre han tenido que ir a refugiarse a Acteal''.
Este texto data del 19; tres días más tarde, estos refugiados padecían la masacre del 22.
El 20, un mensajero del grupo no zapatista de Las Abejas victimado dos días después en Acteal, en uno de sus tantos viajes a San Cristóbal para guardar el contacto con los desplazados refugiados en esta ciudad, daba más precisiones. Según él, el difunto Agustín sí era del PRI, pero no estaba de acuerdo con el trabajo de los paramilitares, de tal forma que se negaba a las cooperaciones que exigían. Para evitar que su ejemplo indisciplinara al partido, otros priístas más radicales del paraje vecino de La Esperanza lo balearon el 17 por la mañana cuando tapiscaba su cafetal en Quextic.
Esta lamentable secuencia, lejos de documentar una supuesta venganza, es uno de varios botones de muestra que explican por qué existen tantas víctimas del propio partido de los victimarios, indebidamente atribuidas al EZLN por ser sus contrarios. En contexto paramilitar, no es admisible que un campesino, como don Agustín, tenga armas y no se una a las pandillas de matones, o que goce de ingresos y no coopere con la guerra, que tenga envidiable cafetal y no contribuya con su producto al botín exigido para reponer el parque. Su afiliación al PRI no es ninguna garantía, al contrario, en un contexto de guerra sucia, se convierte (post mortem o en vida después de la quema de su casa como escarmiento) en argumento susceptible de achacar responsabilidades al EZLN. Si sobreviven, esos priístas también engrosan las filas de los desplazados.