La Jornada 21 de enero de 1998

La democracia, pretexto; la gente se niega a cambiar: Gutiérrez Vivó

César Güemes Ť Empieza a trabajar de lunes a viernes a las 3 de la mañana y está al frente de Infored, empresa que tiene 419 colaboradores. Su noticiario, Monitor, es uno de los punteros en la radio nacional. Se trata de José Gutiérrez Vivó, autor del libro El otro yo del mexicano. Con él es la charla:

--Hace ya medio siglo los integrantes de Hyperión se preguntaron qué era el mexicano. Ahora lo hacen usted y sus colaboradores. De modo que a lo largo de 50 años al parecer no hubo interés en determinar la identidad nacional de manera específica. ¿A qué lo atribuye?

--Creo que eso sucedió por dos factores. El primero, porque en el subconsciente nacional sí sabemos quiénes somos. Pero, aquí viene el punto número dos, cuando las cosas no van tan mal, es un momento propicio para ocultar y guardar la pregunta y la respuesta. En cuanto empezaron a venir las crisis que todos conocemos, hasta que llegamos si no al fondo sí muy cerca, es cuando viene la pregunta de nuevo: ¿quién soy y por qué me está pasando esto?

--¿Diría usted que desde Monitor y en el lapso que se ha mantenido al aire, ha visto cambiar la concepción de lo mexicano más rápido que en épocas anteriores?

--De entrada, no pienso que hayamos cambiado. Pienso que hemos crecido en número, por tanto la intensidad de los fenómenos se nota más. Quizá un pequeño grupo, no necesariamente de intelectuales, ni de personas estudiadas o preparadas, junto con otros que no tienen esas facilidades, han cambiado un poco. Pero en esencia creo que seguimos siendo lo mismo. Nada más que ahora estamos en un entorno más contemporáneo en algunas áreas y en otras más atrasados de lo que estábamos.

La malcrianza, problema nacional

--Como mexicanos, ¿es posible diferenciarnos, pues, de otros grupos sociales?

--Sí y no. Tenemos claras relaciones con pueblos de antecedentes similares, como los países de América Latina, más algunos del Caribe y con cierta población que reside en Estados Unidos y Canadá. Pero fuera de eso creo que hay grandes diferencias. Esto se divide en dos grandes bloques: uno, las características inherentes a la raza humana, y dos, las características propias de los mexicanos. Y dentro de eso podríamos hablar de un tercer capítulo, la del mexicano dentro de su territorio y bajo su propia circunstancia. Han pasado décadas y vemos que muchas cosas han cambiado. Pero si nos fijamos en los problemas que ocupan a su periódico, a nuestro noticiario o a todos los medios que hay, son los mismos problemas ancestrales multiplicados a la Ť potencia porque ya somos demasiados. Si fuéramos pocos, a lo mejor soportábamos esos malestares, pero como somos tantos, el estado de cosas se vuelve intolerable. Y lo peor del caso es que a pesar de que se nos dice, a pesar de que lo reconocemos, a pesar de que sabemos en el subconsciente nacional que algo hay, andamos en la búsqueda de una palanca que nos haga tomar la acción para romper. Siento que estamos, poniendo un ejemplo muy simple, en la misma situación de aquel que cada uno de enero dice que ahora sí va a hacer ejercicio, pero llega la fecha y el ejercicio no se hace y no se desea ni recordar el tema. ¿Qué ocurre en ese hombre o en esa mujer que no encuentra el botón que lo haga actuar? ¿Qué estamos esperando?

--Pareciera que las características de quienes nacimos y vivimos aquí son, entre otras, la facilidad para la derrota, el machismo, una carencia que se hace pasar por virtud y que se denomina ``el ingenio del mexicano''. ¿Eso somos, un país francamente negativo o, peor, negado?

--Tenemos virtudes como país, por supuesto. Seríamos severamente criticados si decimos que la nación está llena de maleficios y carente de virtudes. Tenemos virtudes y también situaciones muy tristes. Nosotros nos ocupamos en este libro de los puntos negativos porque estos pesan tanto para llegar a los positivos que si no nos preguntamos cuál es el camino, no sé cuál va a ser el tope o el fin de esto. Lo que ocurre es que de alguna forma yo empiezo a descreer lo que se nos ha explicado durante mucho tiempo en el sentido de que todo esto es producto del descubrimiento, de la conquista y todo eso que no voy a repetir. Creo que hay algo más: un problema de malcrianza. Cuando usted le dice a alguien las suficientes veces que algo está mal, y reconoce que esa persona captó y entendió, pero a los dos minutos cae de nuevo en el mismo error, entonces me pregunto: ¿eso es producto de la conquista, de la Colonia, de todo lo que nos dice la historia?, ¿o es producto de que somos unos infantes totalmente rebeldes o de alguna manera estamos buscando un pleito con nosotros mismos? O sea, el hecho de que sigamos insistiendo en ciertas conductas que agravan el entorno general es estar buscando bronca. Y tal pareciera que, en efecto, la buscamos. Entonces, no importa que nos hagan diez estudios y otros tantos análisis para saber lo que nos pasa porque parece que nos vale. Y lo digo no de personas que a lo mejor usted y yo podemos mencionar aludiendo a su falta de preparación escolar. No. Hablo desde arriba hasta abajo en la escala social. ¿Será malcriadez? Yo creo que va un poco por ahí.

--O será que finalmente el cambio sí tiene que pasar por el tamiz concreto y verificable de la democracia, don José.

--¿Sabe qué? Yo creo que hemos exagerado con eso de la democracia. Ya lo decíamos hace cinco o seis años en nuestro programa: la democracia no es la solución a los problemas de los países, no lo es. Es un instrumento más que nos han vendido, a falta de ella, por supuesto, como la gran solución. Estamos empezando a practicarla, con todos sus defectos. Y el resultado veámoslo. Salimos a la calle y observamos las mismas cosas, las mismas actitudes, en el sector público y en el privado. Ese era otro gran pretexto: ya viene la democracia y eso va a resolver los problemas. Pero el hecho es que el común de las personas no quiere cambiar y no le importa hacerlo. Lo peor, entonces, es que estamos cayendo en un cinismo que la gran pregunta ahora es: ¿quién nos va a sacar del cinismo?, ¿qué va a tener que pasar en esta República mexicana, de 96 millones de habitantes, para que despertemos?

Cuatro años de vueltas con Marcos

--Ahora que es posible conversar con usted, diga para el lector cuál es la sensación de conducir Monitor, un espacio noticioso con un poder que puede ser medido.

--Los parámetros que le pueden dar a usted la respuesta de si un programa funciona o no, son tres: el monto de audiencia, con todo lo discutible que sean los estudios que se hacen; la cantidad de anunciantes; y qué tanto las personas comentan lo que se dijo. La sensación que me genera es la de responsabilidad. Lo primero que trato de que sientan los que hacemos este trabajo aquí es que todos los días sepamos que hicimos lo mejor posible en la búsqueda de la información y de la explicación. No estoy pensando en el rating, porque de él me acuerdo una vez al mes. No es lo que me mueve. En cuanto al poder, quienes me conocen saben que como decían las abuelitas: de la casa al trabajo, del trabajo a la comida y de ahí a la casa. Aunque estoy consciente de que un error o un mal juicio puede dañar a muchas personas. Hay que tener la sangre fría de saber que tiene uno en la mano una .45 y no disparar así como así.

--Ya que algunas instancias gubernamentales han manifestado su interés por entrevistarse con el subcomandante Marcos, ¿como periodista lo entrevistaría? Al parecer es una asignatura pendiente de Monitor.

--Yo lo hubiera entrevistado desde hace cuatro años. Quiero decirle honestamente que lo he intentado. Le he enviado mensajes. Se le han entregado en mano. Quiero decirle que he recibido su respuesta, pero siempre ha sido así como aquellas de las que uno se queja cuando provienen de ciertos funcionarios: mañana, pasado, deme un ratito. Creo que ya Marcos se contaminó. Tiene cuatro años diciéndome que al rato. Deduzco que esto se debe no tanto a mi persona, sino a que si usted y yo trabajáramos en un importantísimo noticiario de televisión, en cadena nacional, daría la entrevista, a usted y a mí. Pero si trabajamos en un medio que a juicio de Marcos no tiene el impacto suficiente para lo que él va a invertir de tiempo, le da vueltas. Así que llevamos cuatro años de vueltas.

(Hoy, Ikram Antaki y Enrique Krauze presentan a las 19 horas, en el Centro Cultural San Angel, El otro yo del mexicano, libro de José Gutiérrez Vivó publicado por Océano dentro de la colección Con una cierta mirada.)