Arnoldo Kraus y Gabriel Macotela
Arte, ciencia y corazones para Chiapas

El desasosiego y la vergüenza surgidos por la tristemente célebre masacre de Acteal produjo en múltiples miembros de las comunidades científicas, artísticas y de creadores, una respuesta inusitada, tanto por el número como por el interés. El desplegado publicado en este rotativo el 18 de enero conjuntó, aproximadamente, 2 mil firmas. El enlistado es admirable ya que conglomera personas tan distintas como iguales: pintores, músicos, filósofos, físicos, médicos, biólogos, matemáticos, antropólogos, periodistas, actores y un abigarrado dechado de individuos dedicados a las áreas del saber y la creación.

Es también estimulante repasar la pertenencia de los firmantes: miembros del Colegio Nacional, de El Colegio de México, del Instituto de Astronomía, del Observatorio Astronómico Nacional, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, de la UNAM, de diversos hospitales, y, por supuesto, quienes no están afiliados a ninguna institución. Muchos de los firmantes son miembros del Sistema Nacional de Creadores o del de Investigadores y hay quienes han recibido premios nacionales. Algunos científicos y creadores son reconocidos a nivel nacional e internacional.

Entre los artistas y periodistas que se adhirieron al exhorto hay quienes ``son indispensables'' para la cultura crítica y formación de opinión. Buena parte de los participantes laboran en centros académicos en donde realizan labores de investigación y docencia, actividades que implican el encuentro cotidiano con la juventud. En suma, el contexto de quienes construyeron el desplegado viaja desde el individuo comprometido hasta los científicos, creadores y artistas que a través de su obra dan vida al mundo de las ideas y la razón en México. Sin embargo, no hay que celebrar los nombres sino el espíritu de la firma: no más genocidios.

La breve historia del desplegado es enriquecedora, estimulante y conmovedora. Quizá la lección más importante pueda resumirse en la palabra hacer. Hacer algo. Lo que se requiera, lo que se pueda. Hacer como deber, hacer para curar el dolor. Somos parte de la sociedad civil y anhelamos cooperar desde el ámbito de nuestras profesiones y actividades a la reconstrucción de Chiapas, rezan los renglones finales del manifiesto. Quienes donaron su tiempo, convicción y entusiasmo para recabar firmas fueron afortunados; su labor enriqueció incluso los espíritus más escépticos por la comunión que devino casi mágicamente, por la entrega desinteresada y por el vivo afán de aportar lo aportable. La convocatoria ardió como pólvora y los ofrecimientos desinteresados llenaron y rebasaron las expectativas originales. La razón --``Me guía la razón./ No me dieron más guía'', escribió Fernando Pessoa-- es simple: la sensación de impotencia después de Acteal unificó conciencias y deseos heridos por la ingente necesidad de expresarse contra el horror.

Otra enseñanza provino de la red de sana complicidad que casi por generación espontánea se dio tras el envío de la primera información. No fue imperativo ``presionar'' --la herida Acteal requiere cura, no precisa estimular conciencias-- a la comunidad para colectar las firmas. La impotencia, la vergüenza y el dolor allanaron el camino; lo importante era manifestarse. Y después --ahora--, generar una red de investigadores, creadores y artistas que unan esfuerzos para comunicarse expeditamente, en el futuro.

Los signatarios nos preguntamos cuál es el paso siguiente. La sensación de la mayoría es que éste es tan sólo el primer escalón. El rellano aún es lejano. Se acordó realizar una reunión para seguir actuando. Se sugiere aportar dinero, la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM ofreció levantar encuestas y otros consideran que una comisión debería pedir audiencia en Gobernación. La semilla germinó pero hay que ser claros: aún no ha sucedido nada.

Se lee en el documento: a todos los firmantes de esta carta nos urge contribuir en la medida de nuestras capacidades a la paz digna en Chiapas. Por paz digna entendemos el combate sistemático a la miseria, la explotación salvaje, el racismo, la insalubridad, el atraso educativo, el caciquismo, el etnocidio y el ecocidio. Urgencia fue otro de los diagnósticos: la edificación del proyecto de nación es irreal mientras el sur siga desangrándose. El meollo, nuevamente, es hacer: hoy Chiapas, para muchos, está más cerca del corazón que el cincel de la piedra o los ojos del microscopio.

El número de cuenta es 1283633012, Banco Bilbao Vizcaya a nombre de René Drucker Colín. Favor guardar comprobante del depósito e informar fecha y monto a la secretaria de René (6232343, 5502920). Los donativos serán entregados a la Conai. No hay evidentemente consenso en cuanto a las aportaciones: varían del 10 por ciento del sueldo ``por meses'' hasta un mes completo. La decisión es individual.