La Jornada 21 de enero de 1998

Se transformó la Plaza de la Revolución en un ``gran templo''

David Aponte, enviado, La Habana, 20 de enero Ť Una intensa actividad reina en La Habana cuando faltan pocas horas para la llegada del papa Juan Pablo II a Cuba, único país latinoamericano cuyo suelo no ha pisado. La histórica Plaza de la Revolución, escenario de las mayores demostraciones de apoyo al gobierno de Fidel Castro, hoy semeja un gran templo religioso, con las notas del Ave María de fondo.

``Parece una iglesia para el Papa'', comentan los cubanos con la mirada puesta sobre la enorme imagen del Sagrado Corazón de Jesús instalada en la Biblioteca Nacional. ``Todo esto es un milagro de Dios'', dice a sus acompañantes la santera María Yolanda Durete, vestida de blanco de pies a cabeza.

Mientras, un coro de centenares de personas ensaya el Ave María, también bajo la mirada de decenas de curiosos, y algunos obreros acaban la construcción del altar en la que el jerarca de la Iglesia católica oficiará el domingo próximo una misa a la que el presidente Fidel Castro convocó a todos los cubanos.

La Plaza de la Revolución y sus alrededores lucen banderas de Cuba y del Vaticano, aunque la gigantesca imagen del Sagrado Corazón de Jesús con la leyenda ``Jesucristo, en ti confío'', domina el lugar. Colocada en la fachada de la Biblioteca Nacional, tiene a su izquierda la figura del Che Guevara y el Memorial José Martí a la derecha. Al frente, el altar en el que el Papa ofrecerá la misa y el rezo del Angelus el 25 de enero.

Cientos de cubanos acuden al lugar para observar las transformaciones que ha registrado esta gran plaza, impensables hasta hace pocos años. Ahora, en lugar de las marchas revolucionarios y el himno nacional resuenan los aleluyas en el centro político de esta isla caribeña.

``Parece una iglesia para el Papa'', insiste un hombre maduro, con los ojos puestos en la imagen religiosa. ``Vamos a ver qué pasa después de que se vaya de Cuba'', agrega con cautela, compartiendo opinión con los cubanos que no creen que haya grandes cambios en la isla por la visita, mientras que, por el contrario, muchos fieles auguran ``una nueva era''.

Algunos cubanos llegan en sus bicicletas al lugar, y, los menos, sacan una cámara para tomar la foto del recuerdo con el atrio y el Cristo al fondo. Agustín, un joven católico recién bautizado, comenta con sus amigos que la llegada del Papa polaco es un ``paso muy grande'' para el país, donde ``está resurgiendo un catolicismo que estuvo apagado por el tiempo, y ahora queremos recuperar la fe perdida por los años''. Mientras habla, decenas de trabajadores colocan una cruz en la parte más alta de la tarima. La primera cruz instalada en la Plaza de la Revolución.

``Estamos listos para recibir al Papa. Lo queremos recibir con mucha alegría y fe, y estamos esperando con ansia el día de mañana'', dice María Yolanda, una practicante de la santería ``hija'' de la deidad africana Obatalá. Los santeros cubanos ya ofrecieron anoche un toque de tambores en honor del Papa a pesar de su disgusto por haber sido excluidos de la reunión entre el máximo dirigente de los católicos y dirigentes de otras religiones establecidas en Cuba.

Los dirigentes de la santería, una de las prácticas afrocubanas junto al Palo de Monte y las sociedades masculinas Abacúas, destacaron además que su credo está muy relacionado con el catolicismo, e incluso sus dioses de identifican con los santos católicos.

Cuando un grupo de periodistas de la televisión japonesa pregunta a María Yolanda si los santeros también van a asistir a las ceremonias religiosas que celebrará Karol Wojtyla, la mulata responde sin titubear que sí, pues ``esperamos que el Papa traiga paz, tranquilidad y unión para todo el pueblo de Cuba''.

Cerca de una unidad móvil de televisión, otros cubanos comentan las disposiciones y ``orientaciones'' del gobierno para que la población acuda a las misas. Con el diario Granma en las manos, leen que las autoridades han aprobado medidas para que los trabajadores puedan participar en la bienvenida de este miércoles sin perder su salario.

En primera plana, el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba informa que Juan Pablo II llegará este 21 de enero a las 16:00 horas locales. ``El pueblo de la capital, en representación de la población del país, brindará un respetuoso, cálido y masivo recibimiento al distinguido visitante a lo largo de su desplazamiento, desde la terminal aérea hasta la sede de la nunciatura apostólica'', se indica.

El representante del Vaticano recorrerá unos 25 kilómetros por las principales avenidas de La Habana. Las calles por donde pasará el papamóvil están repletas de carteles con leyendas como ``Bienvenido su santidad Juan Pablo II''; ``El Papa Juan Pablo II, mensajero de la verdad y la esperanza'', y ``Todos a recibir al Papa''. Estos carteles se mezclan con consignas revolucionarias como ``Socialismo o Muerte'' y ``Amamos la paz y la justicia. Cuba sí. Cuba vale'' de los Comités de Defensa de la Revolución.

Los dos canales de televisión cubanos y todas las emisoras radiales de la isla transmitirán en vivo la llegada de Juan Pablo II, al igual que el recorrido por las calles de La Habana, que se han visto inundadas por miles de periodistas extranjeros y por personalidades como el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, y el legislador demócrata estadunidense Charles Rangel.

Además, los medios transmitirán las visitas que el Papa efectuará a las ciudades de Santa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba.

Con su habitual humor, los cubanos comentan que incluso hay más periodistas que feligreses en las iglesias, y los principales templos y calles están repletos de cámaras en busca de nuevas imágenes. Según el Centro Internacional de Prensa, Cuba nunca había recibido tal cantidad de enviados de prensa, a pesar de haber sido escenario de una cumbre de Países No Alineados y unos Juegos Panamericanos.

Entre los templos más visitados esta jornada figuró uno del centro de La Habana, en donde el ex obispo auxiliar, Eduardo Boza Masvidal, quien en 1961 fue expulsado del país junto con otros 131 sacerdotes, celebró una misa en la que llamó a la ``reconciliación''.

Funcionarios, fieles, gentes de la calle, disidentes como Elizardo Sánchez --quien estimó, al igual que el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, que la visita tendrá gran impacto, pero no producirá ningún milagro--, religiosos y analistas son blanco de los periodistas a la caza de declaraciones.

Los artesanos instalados en la céntrica Plaza de la Catedral, en tanto, exhiben artesanías en las que aparece la deidades de la santería junto a grabados del Che y, ahora, la figura del Papa.

Y el ministro de Turismo, Osmany Cienfuegos, dijo hoy a la prensa que el gobierno está dispuesto a promocionar nuevas formas de turismo, como el religioso, aún cuando el principal ``producto'' cubano son las playas. Mientras, la ciudad --carcomida por el salitre, y con aires de los años cincuenta-- que alberga a poco más de 2 millones de cubanos, recibe los últimos toques y arreglos.

Así, en medio de una actividad febril y del entusiasmo característico de los cubanos, la isla caribeña que inspiró a tantos movimientos revolucionarios se prepara a recibir al papa Juan Pablo II en medio de gestos que han sorprendido a muchos, como los enormes carteles de Jesucristo y los reiterados llamados de las autoridades para acudir en forma masiva a los actos religiosos que celebrará el jerarca católico, que llegó a ser llamado el ``Angel exterminador del comunismo''.

Auxiliados por gigantescas grúas, las cuadrillas de trabajadores dan los últimos toques al atrio de la Plaza de la Revolución. Los ojos del Sagrado Corazón de Jesús están frente a la fachada del Teatro Nacional, donde el gobierno colocó además un cartel con la frase: ``La Paz es Obra de Justicia''.

Y algunos de los cubanos reunidos en la gran plaza que fue escenario de las mayores concentraciones de apoyo al gobierno comentan: ``Esto parece un milagro''.