Ahora nos quieren matar con medicinas que ya no sirven
Hermann Bellinghausen, enviado, Polhó, Chis., 21 de enero Ť Todo el cargamento de medicinas de un tráiler de la Cruz Roja Mexicana fue rechazado por el concejo municipal autónomo debido a que el medicamento se encontraba inservible, a punto de caducidad o en condiciones inadecuadas para su conservación. En gran parte, la ``donación'' consistía en desechos y sobrantes.
--Nos nos pudieron matar a la bala, ahora nos quieren matar con medicina que no sirve --dice un promotor de salud que, de pasamontañas, muestra a la prensa una caja de medicina inservible, que acaba de tomar del fondo del tráiler.
El señor Armando López, encargado del envío, trata de explicar que la medicina viene tal cual la recibe la Cruz Roja; que quién sabe qué clase de donaciones sean; que las trasladaron por tierra 2 mil kilómetros para aquí clasificarla y separar la que sirve de la que no, y que las medicinas ``sirven todavía'' después de su caducidad.
¿Sobrantes de Paulina?
Así, la Cruz Roja Mexicana intenta lavarse las manos de que aparecieran paquetes completos, tal como salieron del laboratorio, de antibióticos vencidos que ya estuvieran, según se lee a plumón, en depósitos de Acapulco. ¿Sobrantes del Paulina?
Luciano, cubierto con un paliacate, habla enérgicamente al pie del tráiler. Se dirige a los periodistas, a los enviados de la Cruz Roja, a decenas de indígenas y a defensores de los derechos humanos llegados del DF, entre quienes se cuenta Mariclaire Acosta, quien no da crédito a lo que ve y oye:
--No vamos a aceptar esas chingaderas. Que lo sepan bien el gobierno y la Cruz Roja Mexicana.
Los campesinos de Polhó están, por así decirlo, ofendidos. Los presionan para que acepten ayuda, los acusan de ``entorpecer'' la acción de auxilio y los acaban tratando de ``limosneros''.
El tráiler, finalmente, vuelve a cerrar sus puertas y regresa por donde vino, ora sí que con cajas destempladas.
Varias decenas de cajas quedan en Polhó. Muchas contienen soluciones para inyección intravenosa, que caducará en marzo de 1998. Ninguna farmacia aceptaría venderlas. Otras decenas de ellas contienen un antibiótico en suspensión, de fabricación estadunidense, que venció hace tres meses, y no se corresponde por el nombre con ningún medicamento conocido en México.
--Las han de haber mandado para el temblor de 1985 --comenta una observadora.
Los enviados de la Cruz Roja intentan que los refugiados en Polhó acepten. El promotor de pasamontañas, descendiendo, del vehículo, dice: ``Tampoco podemos aceptar el agua. No tenemos confianza''.