Enrique Calderón Alzati
¿Al borde de la guerra?
Cuando Miguel de la Madrid planteó, en su discurso inaugural, la necesidad de impedir que el país ``se le deshiciera entre las manos'', me pareció que estaba exagerando. El país no puede deshacerse entre las manos del Presidente; esto -me decía- simplemente no es posible. Los hechos de los últimos días me han hecho ver que estaba realmente equivocado: México, como otros países, sí se puede deshacer entre las manos de su Presidente, como resultado directo de omisiones, indecisiones o decisiones equivocadas, y peor aún cuando varias de éstas coinciden.
Dos declaraciones distintas hechas por dos personajes diferentes resultan, en este sentido, particularmente preocupantes. La primera fue expresada por el secretario de la Defensa durante una entrevista que le hicieron varios periodistas de diferentes medios. En ella, el secretario indicó la decisión del Ejército de aplicar la ley de desarme a todos los grupos armados sin excepción, lo cual implica sin más la aceptación de un estado de guerra con el ejército zapatista, cuya respuesta difícilmente será la entrega incondicional de sus armas.
Al hacer estas declaraciones, el secretario de la Defensa manifiesta también el muy poco respeto que tiene por el Congreso de la Unión y las leyes que en éste se establezcan, lo cual equivale a decir que el Ejército ha dejado de estar sujeto a las leyes, al menos en la opinión del secretario. Igualmente grave y preocupante resulta el hecho de que los mexicanos no sepamos bien a bien si la declaración corresponde o no a la posición del Presidente de la República, como comandante supremo del Ejército. Por sus últimas declaraciones pareciera que el Presidente no está de acuerdo en una solución militar, cuyas consecuencias resultan difíciles siquiera de imaginar, pero de ser este el caso las diferencias entre el Presidente y su subalterno directo constituyen por sí mismas una crisis nacional que el mismo Ernesto Zedillo debe enfrentar.
Las declaraciones del presidente del Centro Patronal de Nuevo León, coincidentes en esencia con las del secretario, añaden otros aspectos igualmente graves. La posición de este empresario es la de desarmar a los indígenas zapatistas, aunque esto haga necesaria la muerte de muchos miles, para que el país deje de perder los ``mundos de dinero'' de inversionistas que prefieren enviarlos a Venezuela y Brasil. Aunque la posición de este señor coincide con la del secretario, revela también de manera clara la supremacía del dinero sobre la vida humana. No perder esos mundos de dinero justifica la muerte de muchos miles de indígenas.
Afortunadamente el hombre no cuenta con una fuerza militar bajo su mando, pero el hecho es grave porque pareciera estar respaldado por un núcleo importante de empresarios, preocupados supuestamente por el desprestigio que los indígenas están causando al país, sin pensar qué tanto desprestigian a México las declaraciones belicistas y racistas como las suyas.
La existencia de declaraciones de este tipo, está indicando de manera muy clara el crecimiento de los niveles de tensión y de exacerbamiento a los que estamos llegando como país, y que se refleja igualmente en la descalificación de la Cocopa, de la Conai, de los Acuerdos de San Andrés y de todos los mecanismos (no muchos, por cierto) disponibles para la consecución de la paz.
Si a esto agregamos la situación angustiante y compleja en que siguen viviendo los indígenas a un mes de la tragedia y crimen de Acteal, que puede dar lugar a nuevos hechos de violencia, la metáfora de un país deshaciéndose entre las manos del Presidente adquiere significado. En este sentido, el llamado conjunto de las Comisiones tanto de Concordia y Pacificación como de Intermediación, constituye una propuesta esencial, que el gobierno está obligado a considerar en la nueva estrategia para la paz, que dará a conocer en los próximos días.