La Jornada 24 de enero de 1998

Acteal, respuesta paramilitar a la visita de Mullor: párroco de Tila

Blanche Petrich/I Ť En la visita pastoral del nuncio Justo Mullor a la zona norte de Chiapas a fines de diciembre pasado, el representante del Vaticano ``se portó como un amigo, supo ver, escuchar, dar una palabra fuerte y aclaratoria a unos y otros'', afirma el párroco de Tila, Heriberto Cruz Vera, uno de los sacerdotes más amenazados y perseguidos de la diócesis de San Cristóbal de las Casas.

La experiencia de haber vivido en el centro de la escalada de violencia en los aislados municipios del norte chiapaneco, fronterizos con Tabasco, de haber vivido en carne propia la amenaza y persecución de los caciques locales, puso al sacerdote de origen coahuilense a la defensiva. ``Siempre, después de alguna visita o pronunciamiento de la jerarquía católica, viene una reacción de represalia de los grupos paramilitares activos de la región''.

Por eso, ``cuando supe lo de Acteal inmediatamente se me vino a la memoria nuestra historia reciente. Y me dije: esta es una respuesta de venganza por la visita del nuncio, por su llamado de paz''.

La masacre del 22 de diciembre en Chenalhó ya había ocurrido antes ``pero en cámara lenta'' en Tila, Sabanilla, Tumbalá, territorio chol compartido por zapatistas, perredistas, creyentes sin partido y también por los grupos paramilitares más representados ya por los nombres de Paz y Justicia y Chinchulines, de militancia priísta.

Y en esos hechos de violencia que Cruz Vera reclama ``nunca tuvieron tanta atención de la prensa como lo de Acteal'' siempre aparecen los párrocos, los catequistas e incluso los obispos de la diócesis como denunciantes y como víctimas.

Mullor, ``como un amigo''

Por eso le preguntamos a Heriberto Vera sobre el efecto que tuvo en la remota zona norte la gira del nuncio Mullor, menos de dos meses después de la emboscada que sufrieran en El Crucero, Tila, los obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera.

``La visita de don Justo -y esto no se entendió muy bien- fue pastoral y él pudo entender la situación de nuestra diócesis y la de la zona norte con Paz y Justicia, la presencia de los zapatistas, así como la del pueblo creyente celebrando su llegada. Yo creo que esto fue benéfico para todos. Así tenemos que trabajar ahora en la evangelización. Como Iglesia profética debemos dirigirnos a todo el mundo, tanto a la derecha, como al centro o la izquierda. Estamos obligados a brindar una palabra de vida, de cambio y de compromiso.

``Incluso -continuó- el tono puede ser de denuncia por los errores que se están cometiendo. A todos nos ayudó a tomar conciencia la visita de Mullor. Se portó como un amigo, supo ver, escuchar, dar una palabra fuerte y aclaratoria a unos, y una de aliento y esperanza a los desplazados.

``Siempre después de cada visita sabemos por experiencia que va a llegar una reacción de los grupos que se sienten afectados. Paz y Justicia abrió el templo pero sólo dejó entrar a los que quiso. Cuando la visita de los obispos el 13 de abril, la reacción fue cerrar más templos y perseguir más duro a los catequistas. Cada vez que hay una denuncia de la Iglesia para expresar su preocupación por Chiapas, los que no quieren que se solucionen los problemas presionan más.

``Cuando supe lo de Acteal inmediatamente se me vino a la memoria nuestra historia reciente. Y me dije: esta es una respuesta al llamado de paz del nuncio a la hermandad, a la comprensión, a dejar la violencia. Lo sé por lo que hemos experimentado: una reacción más violenta hacia los desplazados o aquellos que buscan otra opción política, llámese sociedad civil, llámense zapatistas.

``Sin embargo el golpe fue en Los Altos, en Chenalhó y no en el norte, donde se había tensado mucho más la situación.

``¿Qué más pueden hacer en el norte? No hay libre tránsito, sigue habiendo muertos, no se resuelve el retorno de los desplazados, los templos aún están bajo sitio. Nosotros siempre dijimos que el laboratorio de esta guerra de baja intensidad fue el Norte, fue Tila, y de ahí lo han trasladado a las comunidades hasta hacer que el pobre sea enemigo del pobre.

``Lo de Acteal fue brutal pero en la zona norte ha habido más muertos que en Chenalhó. Tenemos cerca de 200 desaparecidos. Ahí también ha habido una masacre pero en cámara lenta, paulatina, selectiva.

``El grito que ha salido de Tila, Sabanilla, Tumbalá, no se ha escuchado como debiera. Ha impactado poco porque no ha sido masivo como lo de Acteal pero el sufrimiento de la zona norte ha sido más cruel, de más tortura, de más tensión, de más amenaza. Estamos más lejos de San Cristóbal, aquí no vienen los periodistas, llegan poco los comités de derechos humanos, los políticos. Somos los más olvidados.

-¿Cómo marchan las negociaciones de la zona norte en relación con la mesa de diálogo entre gobierno federal y Ejército Zapatista de Liberación Nacional?

-Uno de los puntos para volver al diálogo es la desaparición de paramilitares y guardias blancas, cuya existencia se sigue negando y sin embargo, en la emboscada del 4 de noviembre a la caravana de los obispos, uno de los testigos oyó decir a personas de Paz y Justicia que no íbamos a regresar. Además, estuvieron repartiendo volantes contra el obispo y los catequistas, por si fuera poco, no han procedido nuestras denuncias.También en el norte dicen que no hay paramilitares, que son enfrentamientos entre indios originados en sentimientos de venganza. Eso es grotesco. Y bajo el pretexto de la campaña de desarme el Ejército Mexicano pone retenes donde circula el ciudadano común, no donde están los grupos paramilitares, todos sabemos dónde están.

-Justamente esta campaña para hacer cumplir la Ley Federal de Armas y Explosivos ha sido interpretada como una forma de perseguir a las comunidades zapatistas sin declarar oficialmente roto el diálogo....

-Es claro. Lo vemos nosotros con las pesquisas judiciales de la emboscada. Lo que están investigando son a los catequistas, a nosotros como agentes de pastoral, a las religiosas, a quienes han llamado hasta tres o cuatro veces a ratificar sus declaraciones a Jajalón, como si ellos hubieran sido los agresores, no las agredidas. Ahora están diciendo que fue una autoemboscada. En el norte de Chiapas no hay ni un paramilitar preso aunque están plenamente identificados. Tenemos el caso de la catequista chol Margarita que fue agredida, señaló a sus agresores y no ha habido justicia para ella. Lo mismo en Acteal, donde investigan a las comunidades de desplazados, no a donde se sabe que están los agresores.

-¿Ve usted peligro de que se imponga una vía bélica, en lugar de una solución política?

-Pues claro. Por eso estamos en la Basílica, para pedir que no haya esta salida, que no nos llegue la violencia al corazón y que no vayamos a responder, el pueblo creyente, a la provocación con la misma violencia. Nosotros pensamos que se está formando con una mala intención un clima de violencia, de falta de libertad de circular, de rumores, para que la gente se canse y responda violentamente.

-¿Qué está pasando con la EZLN en la zona norte? ¿Cómo están actuando y respondiendo?

-Su reacción ha sido de resistir y aguantar todas las muertes. Si hubiera habido una respuesta violenta habría habido un enfrentamiento muy grande en las comunidades. Sólo han resistido y lo digo porque no podemos negar que sigan siendo católicos. No pueden ser ni catequistas ni dirigentes de la Iglesia pero siguen siendo católicos y cristianos. Su respuesta ha sido resistir y lo han hecho heróicamente.