La Jornada 25 de enero de 1998

La diócesis ha sido único foro de denuncia en la zona norte

Blanche Petrich/II y última Ť Nada más sagrado en el norte de Chiapas que el Santo Señor de Tila. Por eso se utilizó el rumor de que el párroco de esa cabecera municipal, Heriberto Cruz Vera, quería vender la venerada imagen a los gringos para azuzar a la comunidad en su contra. Era 1994, la noche del 24 de junio, después del levantamiento zapatista. La gente del municipio que venía llegando de la fiesta de Bachajón se encontraba con la ``novedad'', diseminada por el presidente municipal y gente cercana a él. Para la medianoche una multitud indignada rodeaba al sacerdote dentro de su templo.

El padre, que relata el incidente en entrevista con este diario, conjuró el peligro de un linchamiento interrogando a los feligreses, exigiendo que nombraran a los autores del rumor. Después organizó guardias entre la comunidad para que custodiaran la iglesia durante las noches. Así la ``crisis de la imagen'' se fue diluyendo y a muchos parroquianos les quedó claro el mecanismo de la difamación y sus instigadores.

Con el tiempo las agresiones fueron de otro tipo, menos sutiles: bombas molotov contra la casa parroquial, marchas de insultos y amenazas al obispo y al párroco, nuevos rumores que le atribuían a Cruz Vera un homicidio, señalamientos que llevaron a la expulsión de sacerdotes extranjeros.

Las calumnias siguen: que Cruz Vera no bautiza a los que no son zapatistas, que debajo de los templos hay sótanos y corredores llenos de armas, que los catequistas ya no predican la palabra de Dios sino pura política. Así se llegó a la quema de la ermita del Señor de Tila de Tzakil, o al candado en la puerta de la iglesia de El Limar que tanto enfureció al nuncio Justo Mullor. ``La guerra de baja intensidad usa como arma el rumor y la calumnia'', explica el párroco.

-¿Por qué en la zona norte se ha significado tanto el encono de los grupos de poder contra la diócesis y sus representantes?

-Porque ha sido la única instancia que denuncia, porque estorbamos sus planes de desalojo; porque hemos promovido la toma de conciencia y el deseo de nuevas formas de organización. Lo que pasa es que tenemos una cultura religiosa muy pobre y por eso cualquier evangelización que lleve a la persona a su toma de conciencia causa admiración.Y a quienes les conviene una religión de resignación, abierto rechazo.

-¿Cómo es el proceso de las comunidades a partir de que conocen la prédica de ustedes de opción de los pobres hasta la participación política que ahora tienen?

-Nosotros no somos iniciadores de estos procesos. Ya habían escuchado todo esto. Cuando yo llegué la gente ya no pagaba impuestos por la conciencia que tenían de que no obtenían ningún beneficio. La novedad tal vez es que me propuse en el primer año visitar las 128 comunidades de Tila, una por una. Y en este caminar vamos descubriendo las inquietudes que ya las comunidades tienen, que se manifiestan en su deseo de organizar cooperativas, de mejorar su salud, de organizar su trabajo colectivo.

-Usted llegó a Chiapas desde Torreón el mismo año en que llegó el ahora jefe de asesores de Gobernación Adolfo Orive y la corriente izquierdista Línea de Masas. ¿Llegaron juntos?

-Llegamos independientes. Fue casualidad que coincidiéramos en ese tiempo. No fuimos ni cuadros de ellos ni ellos de nosotros. Nos conocimos, nos tratamos, platicamos pero ellos no son parte de la Iglesia.

-¿Coincidió alguna vez la prédica de ustedes con esa corriente política que le llaman ``de los norteños'' o ``Grupo Torreón''?

-Nuestra prédica era llamar a todos a la participación como cristianos conscientes. Teníamos un método que se llamaba tij'uanec de llevar la palabra a todos los hermanos y después devolverla a la comunidad. Si eso coincidía con Línea Proletaria que supuestamente tiene que consultar a sus bases, es otro cantar. Antes de que ellos llegaran a la zona ya había habido un Congreso Indígena, un trabajo después del concilio. Cuando dicen que la Iglesia formó a los zapatistas, pues sí, puede haber gente muy creyente entre ellos, pero también el gobierno se llevó gente muy consciente y muy preparada a sus proyectos, los protestantes también, porque ellos ofrecen un sueldo. PRI y oposición han jalado gente para ellos. Yo conocía el trabajo de Línea Proletaria desde Torreón. Era de admirar. Ahora que los vemos ahí sentados, pues decimos que qué barbaridad. Lo que sí, es que Línea de Masas muchas veces ha querido utilizar a la iglesia. Por ejemplo SOCAMA. Cuando estaban en la cárcel -Manuel Hernández, Jacobo, el que fue procurador Jorge Enrique- me tocó irlos a consolar. Saliendo de la cárcel pasó lo que pasó.

-¿Qué pasó? Ahora están en el extremo opuesto, en Paz y Justicia.

-No los he vuelto a ver. Es doloroso que pasen cosas como lo de Jorge Enrique, a quien le tocó sufrir la represión contra los maiceros. Cuando le tocó a él impartir la justicia fue aún más duro. Y que sea SOCAMA ahora, con los maestros, los que más han estado contra el pueblo que quiere caminar libremente y convirtiéndose en dirigentes de los grupos paramilitares. Ese cambio de ellos, creo, es que salieron bajo consigna.Vendieron sus ideales.

-Ellos llegaron al poder y usted es uno de los sacerdotes más amenazados de Chiapas ¿Por qué?

-Por tener sensibilidad ante las agresiones al pueblo, porque creo que la Iglesia no sólo es anuncio de la buena nueva, sino denuncia de lo que va contra las violaciones a de los derechos humanos.

-Parece inevitable que la Iglesia sea protagonista en la polarización que se está dando en esas comunidades.

-Nada de protagonismos.No tratamos de serlo sino de evangelizar.

-Bueno, son un actor visible...

-Eso sí, pero en su terreno evangelizador, aclaro.