A Jacobo Zabludovsky, con admiración y afecto
No se trata de aquello de que es de sabios cambiar de opinión. En primer lugar porque mi fuerte no es la sabiduría. Quizá sólo la maña. En segundo término porque ante las pruebas irrefutables no hay otro remedio que reconocer las cosas y rendir homenaje a quienes lo merecen.
Decía yo aquí mismo, la semana pasada, que en Tijuana dominaban los contratos colectivos de protección, y ponía de ejemplo el muy conocido caso de la empresa maquiladora Han Young de México, SA.
Sólo para recordar: una organización independiente, el Sindicato de la industria metálica, acero, hierro, conexos y similares del FAT, había ganado un recuento por amplísima mayoría, con lo que desplazaba a otro sindicato de la CROC. Pero el gobierno estatal despidió al presidente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje que ordenó el recuento, nombró a otro y éste declaró que no era válido como prueba para la titularidad. Escándalo total y críticas acerbas en contra de las autoridades.
Sin embargo, el martes pasado llegó a mis manos la copia de un acuerdo de la misma Junta recaído a una comparecencia de los dos sindicatos en conflicto, en el que la Unión de trabajadores de oficios varios ``José Ma. Larroque'', CROC, declara por voz de su representante Luis Antonio Parada Ruiz que el segundo recuento, celebrado con motivo de un previo acuerdo de ambos sindicatos del 16 de diciembre pasado, había resultado a favor de su oponente, por lo que lo reconoce como titular del contrato colectivo de trabajo. La Junta, con ese motivo, declaró como nuevo titular y administrador (esto de la administración es un error, porque ésta se reserva para los sindicatos en los contratos ley) al sindicato demandante el que, a la vista de los hechos, desistió de su demanda.
¿Cómo ha sido posible este cambio tan rotundo?
Cuentan las buenas lenguas que en el caso ha habido una especie de acuerdo entre las autoridades estatales, gracia al gobernador Héctor Terán y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, gracia de los dos javieres, Bonilla y Moctezuma Barragán, secretario y subsecretario A, respectivamente, que ante la evidencia de la barbaridad cometida, convencieron a los de la CROC que se hiciera un nuevo recuento y que se sometieran las partes a su resultado. Llevado a cabo en las instalaciones de la empresa el mismo 16 de diciembre, resultó ganador el sindicato demandante de la titularidad.
Por lo visto, mis amigos de Tijuana no estaban al tanto de los acontecimientos y de ahí mis violencias escritas el domingo pasado.
El asunto tiene una importancia fenomenal. Porque, simplemente, parecería el principio del fin de ese odioso corporativismo que padecemos, producto de vieja historia que empezó con el famoso Pacto de la Casa del Obrero Mundial en el mes de febrero de 1915 y siguió con paso firme y profundo apoyo legal (aunque evidentemente sin sustento constitucional) a lo largo de los años y hasta la fecha. En medio la negra historia de la CROM, de la CTM, del Congreso del Trabajo y tantos socios de mal vivir. Salvo, por supuesto, sus dirigentes.
La noticia, lo confieso, me pescó de sorpresa y apenas pude informar de ello en mi breve intervención radiofónica y telefónica de los martes en la tarde en Radio Red. Sólo 20 minutos antes recibí el informe de los hechos y la copia de la resolución de la Junta.
Me parece que esa intervención de la STPS no ha sido muy ortodoxa, dado que no se trata de un tema de competencia federal, pero reconozco que notablemente eficaz. Y vale para mandar un abrazo bien apretado a Javier Bonilla y a Javier Moctezuma Barragán y otro, con más respetillo, a Héctor Terán, el gobernador panista de Baja California que ha tenido el valor de reconocer un error y hacer lo necesario para repararlo.
No conozco a Luis Antonio Parada Ruiz, pero cualquiera que haya sido la razón de su conducta, por lo menos merece una felicitación.
También tenemos derecho a recibir noticias buenas. Y esta lo es de verdad.