Aboga el Papa por liberar a los presos de conciencia y políticos en Cuba
David Aponte, enviado, Santiago de Cuba, 24 de enero Ť Todos los cubanos tienen el derecho a ``participar en el debate público en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación, para el bien de la nación'', dijo hoy el papa Juan Pablo II ante decenas de miles de personas reunidas aquí, que poco antes pudieron escuchar una fuerte crítica a las autoridades de boca del arzobispo local, que habló sobre la confusión entre ``patria y partido''.
En su tercera misa en suelo cubano, el máximo líder católico llamó a reconocer ``los derechos humanos'' y sostuvo que el diálogo ``debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos a través de medios pacíficos y graduales''.
Ante unos 200 mil asistentes --entre los que se encontraba Raúl Castro, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros-- reunidos en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba, Juan Pablo II dijo que la ``libertad de expresión y de asociación'' deben ser parte fundamental del proceso de búsqueda del bien común de la isla, y que la Iglesia desea ser ``germen fecundo'' para esa tarea.
El arzobispo primado de Santiago, Pedro Meurice Estiú, fue el encargado de dar la bienvenida al Papa a la celebración religiosa, con un mensaje de crítica a la situación económica política, social y religiosa que vive el país, donde el pueblo ``tiene la riqueza de la alegría'' pero sufre de pobreza material casi hasta la inmediata subsistencia, y padece de la ``cultura del egoísmo'', derivada de bloqueo de Estados Unidos y la dura crisis económica y moral interna.
``Nuestro pueblo es respetuoso de la autoridad y le gusta el orden, pero necesita aprender a desmitificar los falsos mesianismos. Este es un pueblo que ha luchado largos siglos por la justicia social y ahora se encuentra, al final de una de esas etapas, buscando otra vez, cómo superar las desigualdades y la falta de participación'', continuó Meurice.
Luego habló al Papa sobre ``un número creciente de cubanos que han confundido la patria con un partido (político), la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Son cubanos que al rechazar todo de una vez, sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consi- deran ésta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo''.
El arzobispo de Santiago de Cuba hizo también referencia a la situación de la Iglesia católica, institución que encontró su máximo esplendor aquí en los años 50.
``Luego, fruto de la confrontación ideológica con el marxismo-leninismo, estatalmente inducido, volvió a ser empobrecida de medios y agentes de pastoral, pero no de mociones del espíritu, como fue el encuentro nacional eclesial cubano'', aseguró.
Finalmente, el arzobispo se adelantó al Papa al hablar sobre los cientos de miles de cubanos que se han ido del país por rechazo al sistema político o en búsqueda de una mejor situación económica, al asegurar que ``la nación vive aquí y vive en la diáspora''.
Meurice fue aplaudido por la concurrencia cuando hizo esta mención a la confusión entre patria y partido, en clara alusión al gobernante Partido Comunista de Cuba, el único legal de este país caribeño.
La reacción de Raúl Castro --quien también fue recibido con aplausos cuando se mencionó su presencia-- y de otros funcionarios que le acompañaban no se pudo observar, pues se encontraban de frente al altar y de espaldas a las cámaras del canal de televisión que transmitió toda la misa.
La misa en la plaza que lleva el nombre de Maceo, un héroe de de la independencia, fue escenario también de la coronación de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, pero tuvo sobre todo algunos tintes de carácter político.
En primer lugar, la crítica del arzobispo Meurice y la asistencia de Raúl Castro (en traje civil) y del ministro de Cultura, Abel Prieto, en primera fila.
No faltaron detalles cívicos: los miembros de la comisión gubernamental y del Vaticano colocaron el altar, con una cruz de 27 metros de altura, con cuatro columnas que representan las cuatro razas del país (blancos, negros, indígenas y los migrantes chinos), muy cerca de la estatua de Maceo, y los asistentes entonaron el himno nacional después de la coronación de la virgen.
Al comienzo de su homilía, Juan Pablo II dijo que la virgen de la Caridad del Cobre guía a todos los cubanos, sin distinción de razas, opciones políticas o ideologías, y los alienta a vivir con valores morales, y señaló que la labor evangelizadora debe ser cuidada y fomentada para que todo el pueblo de la nación caribeña conozca a Cristo.
La Iglesia ``llama a todos a encarnar la fe en la propia vida, como el mejor camino para el desarrollo integral del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, y para alcanzar la verdadera libertad, que incluye el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social''.
A este respecto, ``los laicos católicos, salvaguardando su propia identidad para poder ser `sal y fermento' en medio de la sociedad de la que forman parte, tienen el deber y el derecho de participar en el debate público en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación'', sostuvo en su tercera homilía en Cuba.
Asimismo, ``el bien de una nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos a través de medios pacíficos y graduales. De este modo, cada persona, gozando de libertad de expresión, capacidad de iniciativa y de propuesta en el seno de la sociedad civil y de la libertad de asociación, podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común''.
La multitud reunida en la Plaza Antonio Maceo --en la que caben unas 250 mil personas pero que registraba algunos vacíos, si bien la Iglesia católica estimó la asistencia en 500 mil personas-- aplaudió en seis ocasiones la homilía del Papa.
A continuación, aseguró que la Iglesia ``inmersa en la sociedad, no busca ninguna forma de poder político'' para desarrollar su misión, sino que quiere ser ``germen fecundo de bien común con su presencia en las estructuras sociales. Con la defensa de su propia libertad, la institución eclesiástica defiende a las personas, familias y a las organizaciones sociales, que tienen derecho a la autonomía y soberanía''.
Saludo ``a todos los cubanos''
Antes de pronunciar una oración para Virgen de la Caridad del Cobre, envió, en una nueva referencia a los cubanos que viven fuera de la isla, un saludo ``a todos los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran'' a la patrona católica.
Luego, dos religiosos le acercaron la imagen de madera de 60 centímetros, cubierta con una urna de cristal, para que el líder de la Iglesia católica le colocara su corona.
Los cubanos entonces entonaron el himno nacional, mientras dos personas llevaban la bandera y el escudo cubanos. ``Juan Pablo, hermano, ya tú eres un cubano... Juan Pablo, hermano, ya tu eres un cubano'', coreó la multitud.
``¡Madre de la reconciliación!, reúne a tu pueblo disperso por el mundo. Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanos para que este pueblo abra de par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo'', dijo el Papa.
Poco antes de finalizar la ceremonia religiosa, Karol Wojtyla anunció la creación de una nueva diócesis católica en Cuba, la de Guantánamo-Baracoa, y nombró como su titular al obispo Carlos Jesús Patricio Baladrón, a lo que los asistentes respondieron con un largo aplauso.
Ahora, el país cuenta con dos arquidiócesis y nueve diócesis.
``Quiero agradecer por el calor, el calor de sus corazones'', dijo el Papa antes de su regreso vía aérea a La Habana, movido quizá no sólo por la tradicional efusividad santiaguera, sino también por los 35 grados celsius y el abrasador Sol bajo el que ofició la misa aquí, en el extremo oriental de la isla y en la ciudad que lleva el título de héroe por sus papel en la lucha independentista y revolucionaria.
David Aponte, enviado, La Habana, 24 de enero Ť El Papa pidió hoy en público, durante su visita al santuario de San Lázaro, la liberación de los cubanos presos de conciencia y los detenidos políticos, para que puedan reincorporarse a la sociedad y tengan la posibilidad de proponer y expresar ``sus opiniones con respeto y tolerancia''.
``Esto es un gesto de alta humanidad y es una semilla de reconciliación, que honra a las autoridad que la promueven y fortalece también la convivencia pacífica del país'', sostuvo el líder de la Iglesia católica en el denominado ``encuentro con el mundo del dolor'' celebrado en este santuario de las afueras de La Habana.
El sufrimiento ``no es sólo de carácter físico, como puede ser la enfermedad. Existe también el sufrimiento del alma, como el que padecen los perseguidos, los encarcelados por diversos delitos o por razones de conciencia, por ideas pacíficas aunque discordantes con un sistema político''.
Continuó: ``Estos últimos sufren un aislamiento y una pena por la que su conciencia no los condena, mientras desean incorporarse a la vida activa en espacios donde puedan expresar y proponer sus opiniones con respeto y tolerancia. Aliento a promover esfuerzos en vista de la reinserción social de la población penitenciaria''.
Luego, envió un saludo a todos los detenidos y las familias que sufren la separación y anhelan el reencuentro, y los animó a no dejarse vencer por el desaliento.
De acuerdo con cifras de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, presidida por Elizardo Sánchez, son más de 500 los presos políticos, y en total hay 110 mil presos por delitos comunes en las 300 cárceles y centros penitenciarios de esta nación, cifra que representa uno por ciento de la población total.
En la pequeña capilla de San Lázaro, construida en 1917, Juan Pablo II dijo que la indiferencia ante el sufrimiento humano, la pasividad frente a las causas que provocan las penas de este mundo, representan una grave falta de omisión.
``El hombre tiene la obligación de escuchar el grito de los que sufren'', indicó.
``Por eso cuando una persona sufre de su alma, o cuando sufre el alma de la nación, ese dolor debe convocar a la solidaridad, a la justicia, a la construcción de la civilización de la verdad y del amor'', dijo.
``Un signo elocuente de esa voluntad de amor ante el dolor y la muerte, ante la cárcel o la soledad, ante las divisiones familiares forzadas o la emigración que separa a las familias, debe ser que cada organismo social, cada institución pública, así como todas las personas que tienen responsabilidades en este campo de la salud, dé atención a los necesitados y reeducación a los presos, respete y haga respetar los derechos de los enfermos, los marginados, los detenidos y sus familiares, en definitiva, los derechos de todo hombre que sufre''.
El jueves, el Vaticano había pedido la liberación de los presos políticos en una audiencia privada con una delegación del gobierno cubano, al mismo tiempo que el Papa y Fidel Castro sostenían un encuentro privado en el Palacio de la Revolución.
En su visita al santuario esta tarde, Juan Pablo II fue recibido por un coro de niñas, y comenzó luego un recorrido por el lugar, mientras los enfermos se inclinaban a su paso para recibir la bendición.
En su mensaje, el Papa dijo conocer los esfuerzos que el gobierno de Cuba hace en materia de salud, a pesar de las limitaciones económicas que sufre la isla.
Frente al santuario se alojan 190 leprosos asistidos por religiosos, y en las inmediaciones también se encuentra una residencia para enfermos de sida, atendidos en forma totalmente gratuita, donde hay dormitorios en hileras y viviendas para parejas rodeados de jardines y parcelas para horticultura.