ASTILLERO Ť Julio Hernández López
El siguiente punto de conflicto en la agenda del Instituto Federal Electoral (IFE) es el factor Alcocer. Tanto por su conocimiento puntual de los temas electorales, como por su condición de subsecretario de Gobernación encargado de la relación con los partidos políticos y el IFE, Jorge Alcocer Villanueva pretende influir en el futuro de este instituto, tanto en la designación del nuevo secretario ejecutivo (para el que ya propuso a su allegado Alberto Begné Guerra) como de las otras carteras vacantes.
En realidad, la oposición al factor Alcocer proveniente de la mayoría de los consejeros electorales es la continuación de la tenaz resistencia mantenida no contra determinados personajes en sí (el caso de Emilio Chuayffet Chemor y Felipe Solís Acero), sino contra la tendencia sostenida de que desde Gobernación se controlen en la práctica los procesos electorales aun cuando en la cúpula se muestre una faz de honestidad y credibilidad sustentada en consejeros electorales que discuten y deciden en las sesiones de trabajo lo que, finalmente, será operado por instancias pragmáticas sometidas a facciosas consideraciones gubernamentales.
Atajar cualquier sospecha
Permitir que desde Gobernación se nombre de nuevo al secretario ejecutivo del IFE significaría para la mayoría de los consejeros electorales un retroceso absolutamente inaceptable. Begné, el propuesto la noche del jueves por José Woldenberg (igual que el 31 de octubre de 1996 presentó a Solís Acero como iniciativa propia) sería la mano directa del subsecretario Alcocer Villanueva en el manejo real del IFE.
Ciertamente, Begné ocupa en la actualidad en el propio instituto el cargo de director de Capacitación Electoral, lo cual le confiere una plataforma natural para ser promovido, pero para nadie es un secreto la relación estrecha de este funcionario con Alcocer. Baste recordar que Begné fue nombrado en enero de 1996 subdirector de la revista Voz y voto que dirige el ahora subsecretario de Gobernación, y además forma parte de su consejo editorial.
Paréntesis biográfico
(Alberto Begné Guerra nació el 30 de julio de 1963 en México, Distrito Federal. Es abogado egresado de la UNAM y tiene una maestría en relaciones internacionales por el Instituto Universitario Ortega y Gasset. Ha participado en política estudiantil y en el desempeño profesional ha sido entre otras cosas asesor de Miguel González Avelar en la SEP. Es coautor de un libro sobre asuntos electorales con Pedro Aguirre y José Woldenberg, y de un capítulo de otro texto coordinado por Jorge Alcocer y Jorge Carpizo.)
Hora de cosechar
Explicable en sí el rechazo a cualquier pretensión de reinstaurar el control de Gobernación por la vía del secretario ejecutivo, la oposición al factor Alcocer tiene además agregados importantes que se derivan de circunstancias políticas que le han creado al ahora subsecretario una atmósfera difícil.
Por principio de cuentas, el nombre de Alcocer fue uno de los propuestos en su momento para ocupar la presidencia del IFE, aunque finalmente la decisión recayó en Woldenberg, entre otras causas por el veto perredista contra quien años atrás militó en los partidos antecesores del PRD y en este mismo.
Un paréntesis blanquiazul
(La distancia y el encono entre la corriente hegemónica en el PRD y Alcocer han ido creciendo a tal grado que el nombramiento de éste como subsecretario encargado de dialogar con los partidos fue tomado en la cúpula del sol azteca como una intencional muestra de beligerancia.
(Al encono perredista ha ayudado la percepción de que Alcocer --quien 48 horas antes de su nombramiento se dedicaba a organizar un nuevo partido político-- tiene una cercanía con el panismo que es motor de sus críticas al partido del sol azteca y a Cuauhtémoc Cárdenas. A esa percepción ayudan hechos como el que en el número más reciente de Voz y voto haya una notable presencia publicitaria del grupo senatorial panista, que ordenó la inserción de sendas páginas enteras en la segunda de forros y en la página tres, espacios dominantes a la hora de comenzar la lectura de esa revista, pues tanto el índice, como el directorio y el editorial están frente a frente con la propaganda panista. Otro dato relevante es la presencia de Carlos Castillo Peraza en el consejo editorial y la ausencia de personajes perredistas, a no ser por Demetrio Sodi, de reciente afiliación al PRD).
Preludio del rechazo
La reunión nocturna del jueves pasado mostró de entrada a cinco consejeros electorales manifestando su reserva respecto a la propuesta que Woldenberg hizo en favor de Begné. Dos consejeros dijeron estar de acuerdo (una y uno, éste con apellido que empieza con eme) y otro estuvo ausente de la reunión. Un escenario muy previsible sería el de cuatro a favor (ella, el de la eme, el ausente y el proponente) y cinco en contra.
En ese esquema, el grupo mayoritario de los seis tendría una pérdida pero aún así seguiría teniendo la mayoría interna para echar abajo la propuesta y buscar alternativas. En la misma reunión citada se señalaron los inconvenientes de la cercanía con Alcocer, una cierta mala relación con los consejeros y el señalamiento de que fue él quien organizó la salida masiva de los directores de la junta ejecutiva que se sintieron agraviados por la discusión que en detrimento de sus intereses se realizaba en la sesión del Consejo General.
En espera de reciprocidad
En las oficinas de Woldenberg, mientras tanto, se espera que el episodio en curso no dañe la necesaria consolidación del instituto, su credibilidad y respetabilidad y, en ese tenor, que los consejeros electorales que encabezaron la evaluación de Solís Acero manifiesten una reciprocidad política al gesto de aceptar la renuncia del secretario ejecutivo impugnado.
Tal reciprocidad política debería llevar a la aprobación de la propuesta de Woldenberg y al establecimiento de líneas de certeza institucional y de consolidación del marco de credibilidad de ese órgano electoral.
Bola de cristal
A como se ven las cosas, esta columna prevé que la propuesta de Begné no conseguirá mayoría en su favor, que saldrán al escenario nuevos nombres como el de Rodrigo Morales (articulista de La Jornada, miembro también del consejo editorial de Voz y voto), que se pasará luego a la Z del directorio y se encontrará el apellido Zertuche (ex funcionario del IMSS) y que, sea como sea, habrá jaloneo y discusión de aquí al próximo viernes 30 cuando, además, se podrían presentar propuestas consensuadas para suplir a Clara Jusidman, quien dejó la dirección del Registro Federal de Electores para pasar a un importante cargo en el gobierno cardenista, y de Leonardo Valdés, quien renunció a la dirección de organización y regresó a la UAM.
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