La Jornada 26 de enero de 1998

DURO GOLPE AL BLOQUEO CONTRA CUBA

La presencia en Cuba del líder mundial del catolicismo, que implicó también el encuentro entre dos de los más importantes y hábiles dirigentes políticos de este siglo, como son Karol Wojtyla y Fidel Castro, fue un importante paso hacia la distensión internacional y un duro golpe al bloqueo económico estadunidense que, desde hace varias décadas, dificulta gravemente la vida de los ciudadanos cubanos y la economía de la isla. Al mismo tiempo, la visita del pontífice facilitó la actuación de la jerarquía católica local y propició las tendencias favorables al pluralismo y la transición política que se manifiestan en la acosada nación insular.

El gobierno cubano permitió que el Papa circulara libremente, le brindó toda clase de apoyo y puso a su disposición los medios de comunicación oficiales para divulgar su actividad religiosa y promovió que el jefe de la Iglesia católica se expresara sin traba alguna ante cientos de miles de cubanos, no todos, necesariamente, católicos. Con ello, las autoridades de La Habana mostraron a los ojos de todo el mundo espíritu de apertura. Durante la visita del Papa, de un modo discreto, funcionarios cubanos discutieron incluso con cuatro legisladores del Partido Demócrata de Estados Unidos contrarios al bloqueo y con los representantes de quienes promueven esta medida violatoria de la autodeterminación de los pueblos y de la legalidad internacional.

El pontífice, por su parte, atacó el embargo comercial, defendió el derecho de Cuba a integrarse plenamente en la comunidad de naciones y, a la vez, abogó a favor de una ampliación de la pluralidad ideológica y de la democracia en la isla. Con ello, contribuyó a fortalecer, tanto entre los emigrados cubanos como entre los opositores del interior, la vía de la conciliación nacional y de la negociación con el gobierno.

EL presidente cubano, en su despedida al Papa, no sólo reafirmó que la persecución y las calumnias contra los cristianos primitivos, los judíos, las revoluciones independentistas y los comunistas fueron y son un atentado contra la democracia y la civilización, sino que declaró que su gobierno defiende la libertad y el derecho a las diferencias. Ello probablemente anuncie la perspectiva de futuros --y necesarios-- cambios políticos en Cuba.

El principal perdedor de la visita papal fue, sin duda, la intolerancia y, particularmente, la del sector político estadunidense que se empeña en mantener el bloqueo y la agresión para minar la autodeterminación cubana. El principal ganador fue, en cambio, el espíritu de negociación de las diferencias y de los pasos en la transición que se está llevando en Cuba. Fidel Castro, por su parte, dio muestras de voluntad de apertura y negociación, ante la opinión pública mundial y estadunidense en particular, y obtuvo de un enemigo histórico del comunismo un espaldarazo político, una legitimación y un apoyo en la lucha contra el bloqueo y contra el ``pensamiento único'' y la política mundial del capital financiero, apoyo que jamás había logrado en el pasado y que puede traducirse en nuevas perspectivas de una transición política ordenada, gradual y pacífica y en oportunidades económicas para la agobiada economía cubana.