Patricia Vega Ť Durante 1997, en el país se produjeron 12 mil 750 millones de litros de leche, cifra que -no obstante ser deficitaria, de acuerdo con las necesidades poblacionales- es impresionante si se considera que 41 por ciento de dicha producción nacional se vende libremente casa por casa o en expendios clandestinos, en forma de quesos frescos y leche bronca, sin ningún proceso de conservación ni de verificación sanitaria.
La cifra fue proporcionada por la Comisión Nacional de Sanidad Agropecuaria (Conasag), cuyo director en jefe, Francisco Gurría Treviño, admite en entrevista: ``Si no se llevan a cabo acciones concretas y rápidas, el consumo de leche cruda o caliente (recién ordeñada) de vacas y cabras podría convertirse en un problema de salud pública de magnitud considerable.
``La leche bronca, es decir, la no pasteurizada -explica el especialista en medicina veterinaria-, es un campo de cultivo óptimo para diversas bacterias; además, debido a que se expende prácticamente caliente, su vida en el anaquel es breve, y si la gente no la consume con rapidez y tiene la precaución de hervirla, hay un gran potencial de contraer diversas enfermedades, particularmente la brucelosis.''
El consumo como cultura
-¿Es una enfermedad propia de comunidades rurales?
-No necesariamente. Si usted va, en el Distrito Federal, a las delegaciones de Tláhuac o Xochimilco, encontrará que hay familias que tienen 12, 18 o 22 vacas que viven en cemento; en esos barrios, a las siete de la mañana la leche ya se vendió y en su mayoría para esas horas ya se consumió.
-¿Existe alguna idea de cuántas lecherías clandestinas existen en el DF?
-Calculamos que todavía deben haber entre 6 mil y 8 mil vacas lecheras. Si alguien me dijera que la cifra llega a 12 mil, no tengo la manera de rebatirlo porque no hay una metodología para contarlas; uno tendría que entrar en las casas y los solares para darse cuenta de su existencia, ya que muchas veces lo único que uno ve son grandes bardas.
``Es un sistema que está perfectamente organizado: cada dos días pasan por el estiércol los que cultivan flores y plantas, así que ni siquiera se crea un problema grave de moscas u olores desagradables que lleguen a molestar a los vecinos.''
-¿No cree usted que con la liberación del precio de la leche pasteurizada, la gente prefiera consumir leche bronca?
-Curiosamente, la leche bronca es más cara. Un sector importante de la población sigue pensando que si la leche no hace nata no es leche; consumir leche cruda es una cuestión cultural, un hábito que conlleva un riesgo.
``Nosotros, como Secretaría de Agricultura, junto con la Secretaría de Salud, estamos fomentando campañas por diversos medios para promover el que la gente ponga a hervir la leche cruda. Por otro lado, estamos tratando de vacunar -la brucelosis es un problema que se resuelve con una sola vacuna para toda la vida de una vaca cuando aún es una pequeña becerra- al mayor número posible de animales.
``Ahora, no por darle un sorbo a un litro de leche cruda necesariamente te vas a enfermar, pero evidentemente hay un riesgo de contraer diversas infecciones. Aunque hemos vacunado al mayor número de animales en la historia del país, como sector público tenemos que poner una mayor atención en ese problema.''
Tratamiento actualizado
-Desde un punto de vista científico, ¿cuál sería el avance en ese campo?
-Afortunadamente tenemos el último grito contra la brucelosis en el país. A través del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias (Inifap) se ha desarrollado una vacuna que, a la hora del diagnóstico, puede uno diferenciar si es un animal inoculado o una infección de campo. Eso ayuda mucho, porque anteriormente teníamos vacunas que daban una serología positiva igualita a una infección natural y no sabíamos si eran animales inmunizados o infectados.
``En la actualidad tenemos una espléndida comunicación e interacción con la Secretaría de Salud -hace tiempo que no se daba una así-, encaminada a que todos los laboratorios de salud estandaricen la prueba -la metodología- de diagnóstico; es un gran esfuerzo técnico que ya ha dado resultados: hace ocho años, la región de La Laguna tenía una de las tasas más altas de brucelosis en el mundo, problema que hemos logrado reducir considerablemente. Sin embargo, insisto, tenemos que acelerar el ritmo de atención y de vacunación.
``La enfermedad de la brucelosis no es tan espectacular como el sida o el cólera, pero de todas maneras ahí está. No es un problema prioritario, pero lo tenemos que atender, precisamente para que no se convierta en un problema de salud que afecte a varias decenas de familias a la vez. La brucelosis enferma, provocando la pérdida de muchas horas-hombre, y si no se atiende adecuadamente puede causar la muerte.''
-¿Y qué hacen cuando encuentran una lechería clandestina? ¿La clausuran?
-Es una decisión delicada. Para empezar, habría que definir cuál sería la autoridad responsable de hacerlo; hasta la fecha son varias las instituciones que tienen autoridad parcial por estar involucradas en diversos aspectos: la Secretaría de Agricultura, la de Salud, la de Comercio y Fomento Industrial, la del Medio Ambiente...
``Por el momento, la estrategia es identificar dónde están los animales y llevar al sitio asistencia y orientación sobre los riesgos para la salud, con el fin de evitar que sean una fuente de contaminación para la gente.
``Antes del garrotazo y la amenaza de `te voy a cerrar tu negocio' -en algunos sitios se crearía un problema de desabasto, porque es la única alternativa que se tiene para satisfacer la necesidad de leche-, procuramos acercarnos a través de médicos veterinarios acreditados para revisar y vacunar a los animales.
``No podemos ser tan ortodoxos, primero hay que eliminar el riesgo de salud y luego nos ponemos a ordenar el mercado...''