Considerado piedra angular en la defensa de los indígenas de la sierra Tarahumara, el antropólogo Luis González Rodríguez (ciudad de México, 8 de abril de 1924) falleció la semana pasada causando consternación en el medio académico especializado.
Lunes en la Ciencia publica esta breve semblanza en reconocimiento a la trayectoria de un destacado científico social, cuya vocación humanista se tradujo en la defensa de los derechos de los pueblos indios, particularmente los de la nación rarámuri.
Luis González Rodríguez obtuvo el grado de maestro en filosofía (1950) por la Universidad de Loyola, en Los Angeles, California; la licenciatura en teología (1956) en la Universidad de Lovaina, Bélgica, y el doctorado en etnología (1956) en La Sorbona de París.
Su especialidad era la etnohistoria del noroeste de México durante el periodo colonial, con particular énfasis en el análisis de las causas y extensión de las rebeliones indígenas y de la acción de los misioneros jesuitas en Chihuahua, Sinaloa, Sonora y Baja California. Su interés en esa área fue producto de la experiencia que le significó el haber estado asignado de 1949 a 1952 a la sierra Tarahumara como maestro de primaria, después de una larga estancia en el extranjero.
Don Luis solía decir: ``Mi contacto continuo con sus moradores, a lo largo de 30 años, ha constituido no sólo mi escuela primaria para aprender a balbucir su historia, su lengua y su cultura, sino que progresivamente me han llevado a través de la secundaria y la preparatoria hasta la universidad. Ellos, los tarahumaras, han sido mis genuinos maestros de la vida''.
El doctor González fue director de la Escuela de Antropología Social y de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, ambas de la Universidad Iberoamericana; miembro de la Misión Arqueológica y Etnológica Francesa en México; colaborador del Centro Nacional de las Misiones Indígenas; investigador de los institutos de Investigaciones Históricas y Antropológicas de la UNAM.
Entre sus obras destacan el Diccionario tarahumara-castellano; Síntesis de gramática rarámuri; Etnología y misión en la Pimería Alta: 1715-1740; Tarahumara, la sierra y el hombre; Historia de las rebeliones en la sierra Tarahumara: 1626-1724 (prólogo de José Newmann), y El noroeste novohispano en la época colonial.
Recibió entre otras distinciones la condecoración del gobierno francés como Chevalier dans L'Ordre des Palmes Académiques (1980), una beca de investigación del gobierno de Checoslovaquia y del de Estados Unidos la beca Fulbright. En México obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (1992), y desde 1985 pertenecía al Sistema Nacional de Investigadores con el nivel más alto, el tercero.