La Jornada 26 de enero de 1998

El Papa, por la libertad y contra el neoliberalismo

David Aponte, enviado, La Habana, 25 de enero Ť Rodeado por el monumento al héroe nacional cubano José Martí e imágenes del guerrillero Ernesto Che Guevara y del Sagrado Corazón de Jesús, el papa Juan Pablo II atacó al neoliberalismo capitalista que condiciona el desarrollo a las ``fuerzas ciegas del mercado'', así como a los sistemas ideológicos y económicos que pretenden reducir la religión a la ``esfera individual''.

Frente a más de 400 mil personas --un millón, según la Iglesia católica-- reunidas en la Plaza de la Revolución, Juan Pablo II celebró la última de sus cuatro misas en suelo cubano, la que convocó al mayor número de personas y en la que fue aplaudido como nunca. Sentado en primera fila, el presidente Fidel Castro, por primera vez en casi cuatro décadas luciendo traje y corbata en esta plaza donde hasta hoy había sido el protagonista. Lo acompañaban funcionarios como el vicepresidente del Consejo de Estado, Carlos Lage; el primer secretario del Partido Comunista de Cuba en La Habana, Esteban Lazo, y el escritor colombiano y premio Nobel Gabriel García Márquez.

Los cubanos comenzaron la movilización desde la noche del sábado: muchos se instalaron en los alrededores de la plaza para dormir unas horas y conseguir luego el mejor lugar cerca del altar, una enorme estructura en forma de paloma. Las autoridades habaneras instalaron kioscos con bebidas y bocadillos en las calles cercanas, mientras la seguridad del Estado vigilaba los accesos principales a la plaza.

A las cuatro de la mañana, muchos fieles entonando cánticos religiosos ya se encontraban en la Plaza de la Revolución. ``Uno, dos y tres, qué Papa tan chévere, que Papa tan chévere'', coreaban hombres, mujeres y niños al entrar al lugar antes del amanecer, mientras agitaban banderas de El Vaticano y Cuba. No faltó quien lanzaron condones inflados. Cerca de las ocho de la mañana, el centro de la plaza estaba lleno y se distinguían una cuantas banderas de México. Un sacerdote encargado de la animación invitó a los presentes a rezar el Padre Nuestro, pero muchos no cono-cían la oración, aunque sí pudieron acompañar luego los cantos litúrgicos, pues en días previos, la Iglesia repartió unos 500 mil textos en todos los barrios habaneros.

En las tribunas, los periodistas, en especial los estaunidenses, se sacaban la foto del recuerdo. También lo hizo el joven presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, y sus colaboradores. La empresa mexicana brindó asesoría a las autoridades cubanas para las transmisiones de la visita del Papa.

A las 8:44, el papamóvil llegó al lugar y se detuvo detrás del atrio. Luego del Padre Nuestro, los presentes entonaron el himno nacional. Una hora antes de que comenzara la misa, Castro se asomó desde el monumento a José Martí para echar un vistazo a la plaza, y se retiró al ser descubierto por decenas de fotógrafos. Después entraría a la tribuna en compañía de García Márquez, para participar en la misa que dio inició minutos antes de las 9:30 de la mañana y a la que había convocado a todos los cubanos, con la advertencia de que no debería haber consignas políticas.

Aunque los presentes no recibieron con demasiado entusiasmo a Karol Wojtyla, quien llegó ataviado con una casulla verde, le prodigaron frases como ``Juan Pablo Amigo, Cuba está contigo'', a lo que el Papa respondió: ``Cuba, amigo, el Papa está contigo''.

A esa hora, y bajo un cielo gris, la gente llegaba hasta la cercana avenida Paseo, y las agencias de noticias y organizaciones de la Iglesia comenzaban con el juego de las cifras.

Las primeras hablaron de medio millón de personas; los sacerdotes encargados de la animación doblaron la cifra. El resto de la ciudad parecía abandonado.

Una de cal y otra de arena

Al iniciar su homilía, el Papa aseguró que el planteamiento de la Iglesia ``no se trata en absoluto de una ideología ni de un sistema económico o político nuevo, sino de un camino de paz, justicia y libertad verdaderas''.

Luego atacó por igual al neoliberalismo como a los sistemas que han potenciado ``el enfrentamiento como método, ya que contenían en sus programas los gérmenes de la oposición y desunión''.

``Algunos de esos sistemas han pretendido también reducir la religión a la esfera meramente individual, despojándola de todo influjo o relevancia social'', sostuvo, para añadir que ``un Estado moderno no puede hacer del ateísmo o de la religión uno de sus ordenamientos políticos''.

En cambio, ``el Estado, lejos de todo fanatismo o secularismo extremo, debe promover un sereno clima social y una legislación adecuada que permita a cada persona y a cada confesión religiosa vivir libremente su fe, expresarla en los ámbitos de la vida pública y contar con los medios y espacios suficientes para aportar a la vida nacional sus riquezas espirituales, morales y cívicas''.

Los aplausos interrumpieron la homilía cuando llegó la crítica al neoliberalismo capitalista ``que subordina la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, gravando desde sus centros de poder a los países menos favorecidos con cargas insoportables''.

``En ocasiones se imponen a las naciones como condiciones para recibir nuevas ayudas programas económicos insostenibles. De ese modo se asiste en el concierto de naciones al enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del empo- brecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres'', sostuvo el Papa polaco de 77 años.

Las ovaciones también llegaron cuando Juan Pablo II insistió en el tema de la libertad, al criticar el modelo que ``no se funda en la verdad y condiciona al hombre'', dejándolo ``sin ninguna iniciativa para su desarrollo personal''.

``Esta liberación no se reduce a los aspectos sociales y políticos, sino que encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamental de los otros derechos humanos''. Muchos presentes cantaron entonces: ``el Papa, libre, nos quiere a todos libres''.

Juan Pablo II continuó: `` Para muchos sistemas políticos y económicos hoy vigentes, el mayor desafío sigue siendo conjugar la libertad y justicia social, libertad y solidaridad, sin que ninguna quede relegada a un plano inferior''. También sostuvo: ``el Espíritu del Señor me ha enviado para anunciar a los cautivos la libertad''.

En el recibimiento más efusivo que tuvo en sus cinco días de periplo en Cuba, Juan Pablo II se mostró más animado que en sus anteriores misas, y ante uno de los numerosos aplausos que interrumpieron su homilía, salió del texto para asegurar que ``el Papa no es contrario a los aplausos, porque cuando aplauden, el Papa puede reposar'', comentario que provocó una sonrisa de Castro. La celebración religiosa y el rezo del Angelus estuvieron acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional y un coro de más de 400 personas. Al ritmo de los sones del compositor Ernesto Lecuona, Karol Wojtyla recibió las ofrendas que le llevaron con frutos típicos. Uno de los momentos más insólitos fue cuando algunos sacerdotes ofrecieron el saludo de la paz a Castro --que no participaba en una misa aquí desde 1959-- y éste respondió sobriamente.

Hacia el final de su mensaje, en el que hubo lugar a varias improvisaciones, se refirió a Cuba, cuyo presidente asistió por primera vez desde 1959 a una misa celebrada aquí: ``Cuba tiene un alma cristiana, y eso la ha llevado a tener una vocación universal''. E insistió en que la isla caribeña debe ``abrirse al mundo y el mundo debe acercarse a Cuba''. A las 11:50, el Papa Juan Pablo II finalizó su misa con un mensaje en latín: ``El espíritu sopla donde quiere y quiere soplar sobre Cu- ba...Adiós''. Poco después, saludó con un apretón de manos a Castro, quien hizo algunos comentarios al Papa. El oficio religioso más esperado había terminado.


Afp y Reuter, La Habana, 25 de enero Ť Luego de una histórica misa en la Plaza de la Revolución, en la que destacaron los aplausos a la condena papal al neoliberalismo, los gritos de libertad de las decenas de miles de asistentes y un Fidel Castro en traje saludando a sacerdotes, Juan Pablo II hizo hoy nuevamente mención a la enorme comunidad de exiliados, a la que invitó a ``evitar confrontaciones inútiles'' y a fomentar ``un clima de positivo diálogo'', y también reclamó ``total libertad para la labor evangelizadora'' de la Iglesia católica local.

``En la medida en que se consideran cubanos, éstos deben colaborar también con serenidad y espíritu constructivo y respetuoso al progreso de la Nación'', dijo en un encuentro con los miembros de la Conferencia de Obispos Católicos en la sede de la nunciatura.

También insistió en su pedido al gobierno cubano para que otorgue a la Iglesia católica local espacios en los medios de comunicación ``y total libertad para su misión social, en un país donde no está autorizada a dirigir escuelas''.

``Cuando la Iglesia reclama la libertad religiosa no solicita una dádiva, un privilegio, una licencia que depende de situaciones contingentes, de estrategias políticas o de la voluntad de las autoridades. Está pidiendo el reconocimiento efectivo de un derecho inalienable'', aseguró.

La Iglesia católica --que maneja en la isla un hospital y algunos asilos de ancianos-- es la institución no estatal que cuenta con mayor influencia en la isla caribeña.

El Papa también se refirió a los grupos religiosos afrocubanos, al afirmar que sólo eran ``un conjunto de tradiciones y creencias'' en este país, donde un 70 por ciento de los ciudadanos adhiere a éstas, y tampoco vio con buenos ojos ciertas manifestaciones que no pueden ser ``consideradas'' una religión, en alusión a las sectas protestantes.

Y en la catedral de La Habana, donde se reunió con religiosos antes de su regreso a Roma, Juan Pablo II pidió al gobierno cubano que permita un mayor ingreso de sacerdotes extranjeros al país.

Aproximadamente 280 sacerdotes, la mitad extranjeros, integran el clero regular cubano, contra los más de 600 que había en la isla antes del triunfo de la revolución.


Afp, Ap y Reuters, La Habana, 25 de enero Ť El gobierno de Cuba estudia leyes que garanticen la libertad de cultos y el pedido del Papa para excarcelar a los prisioneros de ``conciencia'', anunció hoy el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, para quien la visita de Juan Pablo II al país ``tendrá un impacto muy importante''.

``Sabíamos que con su visita, las consecuencias serían una ampliación del papel de la Iglesia'', dijo Alarcón a la cadena estadunidense CNN tras la misa que el Papa celebró en la Plaza de la Revolución, centro del poder político del país.

Sobre la petición de liberad de los presos, Alarcón explicó que ``lo consideraremos con toda la seriedad que merece''.

Sin embargo, precisó enseguida que ``estamos de acuerdo con él (Juan Pablo II) sobre el hecho de que nadie debería estar encarcelado por razones de conciencia, pero no hay presos de ese tipo en las cárceles cubanas''.

``Nadie está en prisión en Cuba sólo por sus ideas'', insistió. Según la disidente Comisión Cubana de Derechos Humanos, existen en la isla aproximadamente 500 detenidos políticos.

El portavoz papal, Joaquín Navarro Valls, dijo este domingo sobre el tema que, ``en respuesta al interés transmitido por el Vaticano en relación a algunos prisioneros, las autoridades cubanas han asegurado hoy al Vaticano que están estudiando el tema y que darán una rápida respuesta''.

Interrogado sobre un presunto rechazo del gobierno a la religión, Alarcón sostuvo que el gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) no tiene problemas con un mayor papel de las iglesias en la sociedad: ``Eso es algo que habíamos anticipado, sabíamos que la logística y la cooperación que dimos para garantizar que el mensaje llegara a cada cubano tendría como consecuencia una mayor participación de esta Iglesia'', dijo el ex canciller cubano.

El ex canciller cubano añadió que en la Asamblea Nacional existen tres legisladores miembros de las Iglesias protestantes, y se ``está considerando la posibilidad de establecer leyes que garanticen la libertad de cultos''.

Hasta hace cinco años, Cuba era un Estado oficialmente ateo, pero la entrada de creyentes en el gobernante Partido Comunista fue permitida un año antes, en 1992.


Todo sucedió en la Plaza

Las ocurrencias de Karol

El buen humor y entusiasmo de la gente dominaron la última misa en Cuba del Papa, quien saludó a la concurrencia con un ``Cubano, amigo, el Papa está contigo'', y bromista, respondió a los reiterados a- plausos: ``ustedes son un auditorio muy activo, aún falta una página''. Juan Pablo II también se permitió frases latinas que no figuraban en el texto, tras insistir que Cuba ``era de raíz tan latina'' como las palabras que él pronunciaba. (Pl)

Los pasajes más aplaudidos

Varias veces, la muchedumbre reunida en la Plaza de la Revolución interrumpió con aplausos la homilía de Juan Pablo II: cuando citó el Evangelio según San Lucas diciendo: ``el Espíritu del Señor me ha enviado para anunciar a los cautivos la libertad''; cuando condenó ``las ciegas fuerzas de mercado'' y el neoliberalismo y al pedir ``más espacios y medios para la Iglesia'', y con otra frase: ``el Papa abraza de todo corazón y alienta con sus palabras a todos los que sufren injusticias''. (Afp)

De fieles, curiosos y castristas

Cientos de miles de cubanos, entre ellos fieles, curiosos y seguidores de la convocatoria de Castro, participaron en las misas que ofició el papa Juan Pablo II durante los cinco días de su visita en el país, con distintas motivaciones. ``Somos revolucionarios y venimos para mantener el orden, y por si ocurre algo...'', explicó hoy René Alvarez, uno de los encargados por el Comité de Defensa de la Revolución de vigilar los accesos a la Plaza de la Revolución, donde se celebró la misa papal. Para Alvarez, la visita ``ha sido un éxito para el pueblo, la revolución y la religión''. Miguel Pérez, pescador de Mariel que llegó a La Habana con su familia de diez integrantes opinó: ``Esta visita nos puede ayudar a que se levante el bloqueo de Estados Unidos, que en estos momentos es algo que nos afecta mucho, porque hay que comprar productos en países de Europa''. ``Cómo no iba a venir, si hasta están el Comandante y el Gabo'' señaló Juan Luis Sanromán, quien supo por la radio de la presencia en la misa del escritor Gabriel García Márquez. Los medios de prensa estatales habían instado a la población a asistir a la misa. Mientras, Pablo Reyes, de 30 años, aseguró que la visita papal ``marca una prueba de unidad a partir de ahora'', al tiempo que los troveros cubanos Amaury Pérez y Silvio Rodríguez amenizaban la espera. (agencias).


Reuters, Ap y Afp, Miami, 25 de enero Ť Los exiliados cubanos que vieron este domingo por televisión desde esta ciudad estadunidense la última misa del Papa Juan Pablo II en Cuba, gritaron y lloraron cuando sus compatriotas corearon ``libertad'', y ovacionaron al jerarca católico en la Plaza de la Revolución, aunque dejaron la alegría de lado cada vez que el presidente Fidel Castro apareció en pantalla, o cuando el Papa saludó al mandatario al término del oficio religioso.

``Desde ahora hablaremos de Cuba antes y después de la visita del Papa. Fue extraordinario escuchar al Papa mencionar la palabra libertad más de una docena de veces'', dijo Francisco Hernández, presidente de la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana. ``Estaba muy nerviosa al principio, pero cada día se puso mejor'', dijo Lita Fowler al comentar la gira de cinco días del Papa en Cuba, mientras otras personas reunidas en el edificio llamado la Torre de la Libertad destacaron que Karol Wojtyla se refirió a la Plaza de la Revolución con su anterior nombre, José Martí.

Pero Domingo Moreira, también de la FNCA, no se mostró tan optimista, al vaticinar ``una represión'' a la disidencia interna en las próximas semanas, al tiempo que analistas locales recordaron que el Papa no soló habló de democracia y derechos humanos, sino que también condenó varias veces el embargo que Estados Unidos aplica contra la isla desde 1962, con lo que --concluyeron-- dio a cada sector una parte de la razón.

Hubo exiliados que siguieron la misa desde la isla: ``¡Treinta y seis años! ¿Sabe lo que es no ver a sus hermanos por tanto tiempo?'', exclamó Aída Alvarez, al encontrar a sus familiares en el aeropuerto esta mañana antes de abordar el autobús que la llevaría a la plaza para, al término de la misa, regresarla a la terminal aérea. Alvarez formó parte de un grupo de 180 exiliados de un grupo de peregrinos que inicialmente iba a ser un crucero de cuatro días para 400 personas.

Pero ese plan fue suspendido a última hora por la Arquidiócesis de Miami ante las presiones de sectores duros del exilio, como la FNCA, para quienes un viaje de esa duración significaba una ``legitimación'' al gobierno de Castro.

Por su parte, cardenales y obispos que encabezaron a ese grupo de peregrinos cubano-estadunidenses dijeron que fueron recibidos con ``alegría y cortesía, mientras que los obispos John O'Connor y Bernard Law --que acompañaron al Papa en su visita-- agradecieron al gobierno cubano por permitir la ``palabra y el mensaje de Dios'' a la isla. En San Salvador, el arzobispo Fernando Sáenz dijo que la visita papal podría servir de ``catalizador para la evolución pacífica del régimen, y el mismo Castro lo está deseando'', mientras que en Santiago de Chile, el Partido Comunista consideró el viaje ``una ruptura del intento de aislamiento y bloqueo''.