ALEBRIJES Ť Patricia Vega
Salvar al deco

La historiadora Graciela de Garay nos dice que, en estricto rigor, no existe una ``arquitectura deco'', pues el estilo deco no representó, en sí mismo, una nueva concepción del uso del espacio. En esta línea, el pintor Xavier Esqueda --molesto porque sus opiniones como asesor de la exposición Art deco. Un país nacionalista, un México cosmopolita no fueron consideradas-- comenta que el deco es un estilo ornamental que ``vistió'' a construcciones que, sin ese decorado, serían claras muestras de arquitectura funcionalista.

En la ciudad de México --y en otras capitales del país-- perviven espléndidas construcciones estilo deco, de los años veinte y treinta, que ocupan un lugar destacado en la historia de la arquitectura mexicana, ya que fueron el símbolo de la modernidad a la que aspiraba México.

Acicateada por las lagunas que tiene la muestra sobre art deco en el Museo Nacional de Arte (Munal) y catálogo en mano, hice un recorrido por la colonia Condesa --en particular por las avenidas México y Amsterdam--para conocer en vivo algunas de las joyas arquitectónicas mencionadas o fotografiadas.

Constaté mi intuición: la muestra y su catálogo presentan, mediante acercamientos, una visión idealizada que oculta el deterioro de los edificios consignados --aquí cobra realce el libro que no maquilla el estado actual de las edificaciones Colonia Roma, de Edgar Tabares López, publicado por Clío--. Si bien, algunos propietarios tienen conciencia del valor artístico de sus construcciones --la muestran en el cuidado de sus fachadas-- muchos edificios habitacionales presentan mutilaciones en sus bellas marquesinas de concreto, vidrios rotos, paredes descarapeladas, marañas de cables, puertas y fachadas alteradas por letreros y anuncios luminosos que empañan su belleza.

O extremos como los de los edificios Lafayette que, por su deterioro y sobrepeso en la azotea, pareciera a punto de desplomarse; el Basurto que pese a su ``reparación estructural'' fue uno de los más dañados por los sismos del 85 (las recientes cuarteaduras en sus escaleras seguramente fueron ya reparadas por sus actuales propietarios, entre ellos Silvia Pinal); el Ermita, en Tacubaya, que continúa administrado por la Fundación Mier y Pesado y que tuvo vitrales maravillosos cuyo paradero ignoran sus actuales ocupantes.

Sabemos del interés de los miembros de la asociación de residentes del Parque México y de profesionales como Teodoro González de León --su despacho está en la calle de Amsterdam-- por la conservación del entorno urbano de esa zona. Sin embargo, poco puede hacerse mientras la arquitectura del siglo XX no esté protegida genéricamente por la Ley Federal de Monumentos Artísticos. El inventario de la ``Ciudad deco'' ha sido mermado drásticamente ante la carencia de un esfuerzo institucional sistemático por preservarlo.

Recibimos con gusto la noticia de Carlos Flores Marini: Monterrey será sede, en octubre, del XIX Simposium Internacional de Conservación del Patrimonio Monumental, dedicado a la conservación de la arquitectura del siglo XX. Ahí se propondrá declarar monumentos artísticos a una veintena de edificios, entre ellos, el Basurto y el Ermita. Llevar el Art deco al Munal fue un buen primer paso que podría complementarse con visitas guiadas a la muestra, especiales para los habitantes de esos edificios. A su vez el público del museo se podría beneficiar con recorridos por las calles de la ciudad deco.

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