Bartlett, Madrazo y Cervera, amenazas para la modernización
Juan Manuel Venegas /I Ť En el juego de fuerzas que se tensa desde el gobierno ``hay una especie de Penélope, que teje de día y desteje de noche'': tejen de día quienes están de acuerdo en la modernización política del país y destejen de noche los ``duros del viejo priísmo'', observa el presidente nacional del PAN, Felipe Calderón Hinojosa.
No tiene dudas de que ese priísmo ``es la encarnación misma del autoritarismo del sistema'' y advierte que sus promotores -con Manuel Bartlett Díaz ``a la cabeza''- no pierden el tiempo y aprovechan cualquier distracción para echar abajo acuerdos que ``han costado mucho trabajo construir''. Mientras ellos aprovechan este impasse, alerta, el diálogo nacional sigue postergándose y 1998, con 14 elecciones estatales, amenaza con convertirse en ``el año del deterioro de la política''.
Es un momento de crisis -define Calderón- y llama al presidente Ernesto Zedillo a convertirse en ``el interlocutor'' que los tiempos reclaman ``porque en la medida en que deje de serlo, será cada día más difícil avanzar''.
Sostiene que el diálogo para la reforma del Estado no pudo avanzar porque en el último tramo el gobierno se quedó sin operadores políticos, en tanto que el conflicto de Chiapas ``polarizó posiciones'' que de no salvarse a tiempo ``hará imposible'' el acuerdo para la transición democrática del país.
En entrevista con La Jornada, el líder nacional panista no deja de reconocer que todo ``está pendiendo de lo que se resuelva sobre Chiapas. Yo no veo que pueda llevarse adelante una reforma del Estado si no se soluciona este problema fundamental y, en ese sentido, dicha entidad es motivo de una gran preocupación que puede echar por la borda los propósitos de reforma y modernización política del país''.
Al mismo tiempo -advierte- si somos capaces de encontrar salidas negociadas y consensadas, Chiapas ``representa la oportunidad de reencauzar sobre bases firmes un trabajo serio acerca del México que queremos en términos políticos. Si logramos el consenso y las partes en conflicto abandonan los posicionamientos irreductibles, daremos un paso importantísimo para llegar a acuerdos en otras áreas, incluyendo la económica. Porque debemos entender que la reforma del Estado debe ser política y económica y que ambas áreas deben ser materia de consenso''.
-Considerando los tiempos (1998) que usted había señalado para reencauzar el diálogo en la búsqueda de consensos para la reforma del Estado, ¿hay condiciones para que éstos pudieran darse?
-Evidentemente todo está pendiendo, insisto, de lo que se resuelva sobre Chiapas. Estamos en el momento preciso en el que podemos llegar a consensos. De otra suerte, surgirán discrepancias a cada momento que no podremos resolver, y cada coyuntura nos va a dividir aún más.
-¿Son más los riegos de que no se avance hacia esa modernización política?
-Totalmente. Es evidente además, sobre todo por los intereses que están en juego, de quienes perjudicaría esta modernización política y económica.
En Puebla están en riesgo los avances en materia de federalismo
Para mí -agrega Calderón- lo que está ocurriendo en Puebla es ``síntoma clarísimo de que en la primera oportunidad, a la primera distracción, en el primer impasse en que se detenga el esfuerzo modernizador del país, las fuerzas autoritarias, que no pierden el tiempo, harán retroceder lo que ha costado mucho trabajo avanzar y echarán abajo los acuerdos que ha llevado mucho tiempo construir''.
En Puebla están en riesgo los avances que se han obtenido en materia de federalismo y liberación política de los municipios, ``sólo porque al gobernador Bartlett no le conviene a sus intereses que exista tal modernización, en un santiamén echa para atrás lo que costó mucho trabajo en el Congreso'' en materia de asignación de recursos a municipios hace apenas unas semanas.
En las oficinas de su partido, el político michoacano identifica a las ``fuerzas autoritarias'' que ponen en riesgo la modernización del país: por un lado, el bloque de gobernadores duros que pretenden dominar, primero en el escenario estatal y trasladar su modelo al ámbito federal; por el otro, los restos del naufragio del corporativismo sindical, así como los ``intereses de corrupción y crimen'' que mantienen ``puntos de conexión'' con o desde el gobierno.
Sobre esto último, destaca el caso del ex gobernador de Jalisco, Flavio Romero de Velasco, ``que refleja los puntos de conexión que aún existen entre el crimen organizado y el poder. Como este caso debe haber muchos en la actualidad, que se opondrían a una verdadera modernización''.
En cuanto a los duros del sistema, los nombres saltan inmediatamente: ``los gobernadores del viejo priísmo, a la cabeza de los cuales está Manuel Bartlett Díaz; pero con él van también Roberto Madrazo, de Tabasco; Víctor Cervera, de Yucatán, Manuel Cavazos Lerma, de Tamaulipas; Patricio Chirinos, de Veracruz. En fin, son ellos, y lo más grave es que todos esos estados van a elecciones este año, lo que hace todavía más grave y urgente ponernos de acuerdo y dar un impulso nacional a la modernización que a través de la ley le ate las manos a la arbitrariedad''.
Calderón pone el dedo en la llaga: esos gobernadores ya están operando, ``andan sueltos totalmente y, por momentos, parece que hacen lo que se les da la gana, independientemente de lo que diga la opinión pública, de los propósitos del gobierno federal y hasta del presidente Ernesto Zedillo''.
-¿Es la vuelta al pasado, a las prácticas electorales que parecía empezaban a desterrarse?
-Sería una ingenuidad y una torpeza pensar que eso no puede ocurrir. Yo sí veo, evidentemente, que eso puede pasar, a partir del ámbito de anarquía local o de autodeterminación de cada gobernante priísta estatal. Para mí es inminente la vuelta a esas prácticas en Yucatán, Puebla, Tamaulipas y Veracruz. Es un hecho que vamos a elecciones que nada tienen que ver con las formas en que se llevaron los comicios federales de 1997, por citar un caso.
-¿Y esto también influirá en el diálogo nacional?
-Todo va a ser más complicado. Yo insistí en que si no partíamos de condiciones mínimas por consenso, la política se iba a desgastar y a eso vamos, a un deterioro en el cual cada suceso electoral se va a convertir en una crisis política potencial a escala nacional y con 14 elecciones, pues la verdad, ¡no sé cómo vamos a sortear este año! ¡Yo veo muy complicado el panorama! ¡Y no sé qué tanto vamos a afectar al país!
Empezando por Zedillo, deben operar los interlocutores del gobierno
-¿Ante la crisis que vislumbra, quiénes serían los interlocutores idóneos para reanudar el diálogo?
-Para empezar, en este momento, desde el gobierno un interlocutor debe ser el propio presidente Ernesto Zedillo. Los tiempos así lo reclaman, pues cada día será más difícil avanzar.
-¿Sólo el presidente, o identifica otros?
-Bueno, cada parte debe respetar a los interlocutores del otro. Es importante que si el Presidente nombra a sus interlocutores, pues se le valide y haya el compromiso de que su palabra será respaldada. Lo mismo con los partidos, y si por ejemplo el PRD nombra como interlocutor a Porfirio Muñoz Ledo, pues también considerarlo así, en el entendido de que todos, gobierno y partidos, vamos a avalar a los que nombremos y los acuerdos a los que eventualmente se pueda llegar.
``No podemos seguir desconociendo interlocutores a priori. Eso hará imposible llegar a acuerdos y consensos; nos vamos a meter a un callejón sin salida''.
``Desde la oposición, en el pasado reciente, se rechazó la interlocución del ex secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet. ¿Ya no hay el mismo rechazo para Francisco Labastida?
-A Chuayffet, concretamente, lo desconoció Porfirio (Muñoz Ledo) y creo que se debió más a un conflicto personal que a un problema político del PRD... pero lo importante es que, trátese de quien se trate, sea quien sea (el titular de Gobernación) mientras cumpla con su tarea, pues nosotros hablaremos con él y en las cosas que no se puedan resolver, pues iremos con el presidente. Aunque insisto, es un error partir del desconocimiento a priori.
-¿Pero no le parece que faltaron operadores políticos para el diálogo?
-Fue evidente que el gobierno se quedó sin operadores políticos. Descalificado Chuayffet, neutralizado como operador político, no hubo quien hiciera el trabajo de dialogar, de consensar, de conciliar. Ahora habrá que esperar al nuevo equipo de Gobernación y a esperar a ver cómo resolvemos Chiapas...