Juan Angulo Osorio
Un nuevo concepto de Estado

Un nuevo concepto de Estado, más cercano a la sociedad de masas y de ciudadanos del siglo XXI, que a la sociedad de clases y de individuos del siglo XIX, está en el centro de la disputa por la nación en que se ha convertido la situación en Chiapas.

Más marxistas se están viendo los hombres del régimen y sus ideólogos, que los 300 mil ciudadanos y ciudadanas que marcharon el pasado día 12 en la ciudad de México (ya nomás faltan 700 mil, pero de todo el país, para el millón). El Estado, según aquéllos, es el del gran capital financiero nacional y extranjero, y el de sus aliados o expresiones rurales, como los finqueros y hacendados en Chiapas, o los caciques y políticos figueroístas que mandan en Guerrero.

Como así es la naturaleza del Estado, pues éste es de clase o no lo es, entonces quienes se oponen a él tienen que enfrentársele con los métodos tradicionales, es decir, con las armas, como lo hicieron los insurgentes contra el Estado colonial a principios del siglo pasado, los revolucionarios contra el Estado de la oligarquía agro-exportadora a principios de este siglo, o los guerrilleros contra el Estado burgués mexicano en la década de los 70.

Pero en esta concepción del Estado se encuentran solos el gobierno del presidente Zedillo y el PRI, y por eso están como desconcertados; por eso no alcanzan a tener una ``visión de Estado'', en la acepción de Eduardo Huchim (La Jornada, 22-01-98). Y son muchas las preguntas que se hacen y no encuentran respuesta. ¿Por qué nuestros ``enemigos'' andan haciendo marchitas? ¿Por qué andan firmando desplegados cursis y juntando dinero para esos revoltosos que no se dejan ayudar por el gobierno? ¿Qué no les fue suficiente con la matanza de Acteal -mujeres y niños acribillados- para levantarse en armas contra nosotros? ¿Por qué les alegra la condena del Parlamento Europeo, si sus gobiernos de todos modos van a negociar con nosotros? ¿Por qué el EZLN no nos ataca, sino que incluso evade el enfrentamiento? ¿Por qué el EPR está replegado, cuando ellos sí nos ven como el Estado burgués?

Cada día más ciudadanos creen que el Estado es el que debe procurar la unidad de México, y no su división en un norte relativamente desarrollado y sin violencia política, y un sur pobre y sometido a caciques, finqueros y sus bandas de pistoleros, con el apoyo de las policías y el Ejército.

El Estado es el que debe procurar la grandeza de México, su sobrevivencia como nación soberana e independiente. El Estado es aquel que hace valer la Constitución y las leyes; y la primera dice que hay garantías individuales. Por eso, el Estado -aplicando su monopolio de la violencia legítima- debe desmantelar y encarcelar a los miembros y jefes de los grupos paramilitares. Asimismo, el Estado debe respetar y hacer respetar la Ley de Diálogo y Pacificación de Chiapas. En un Estado así se sancionaría al secretario de la Defensa Nacional, por desconocer esa ley que protege a los zapatistas. Sus instituciones -el Congreso, la Suprema Corte de Justicia, la prensa- actuarían para llamar al orden a los infractores de la ley.

Se trata, simplemente, del Estado de derecho, ese que nunca han conocido los hombres del actual régimen, actitud a la que han arrastrado cíclicamente a sus opositores para mejor golpearlos como ``transgresores'' de la ley.

Cuando he insistido en no esperar nada desde arriba, a cambio no propongo acudir a ``todas las formas de lucha'' para asaltar la fortaleza enemiga y destruir desde sus cimientos al Estado de la burguesía. Se trata sólo de desplazar pacíficamente al actual grupo gobernante, desmantelar el ilegal régimen de partido de Estado, hacer que el PRI compita exactamente en las mismas condiciones con el resto de los partidos, y que los gobernantes rindan cuentas de sus actos a los ciudadanos y los escuchen.

El régimen político que emergerá de esta sustitución no será anticapitalista, y quizá ni siquiera totalmente antineoliberal, pero tampoco permitirá que amigos de los gobernantes no paguen impuestos o se hagan de empresas estratégicas sólo por esa condición. Será un régimen que hará que el Estado cumpla su responsabilidad con el sur e impida así la reproducción de dos Méxicos, que es el peor atentado a la soberanía nacional. Pero, sobre todo, será un régimen en que no habrá lugar para matanzas como las de Aguas Blancas y Acteal, ni espacio para la tortura o para la desaparición forzada de los disidentes, así éstos sean armados. Será, simplemente, un régimen de derecho, que es lo que quita el sueño a los políticos y tecnócratas que usufructúan el aparato del Estado de los mexicanos. (Parece que el procurador Madrazo ya vio Mississippi en llamas.)